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Cambridge Analytica, ¿te suena el nombre? Probablemente no hasta el año pasado en que se destapó que la consultora política había orquestado numerosas campañas en todo el mundo utilizando de forma ilegal datos de Facebook. El escándalo alcanzó proporción mundial y un documental de Netflix, Nada es privado, desvela a todos al exponer qué fue lo que hicieron con los datos de millones de usuarios en todo el mundo. Sí, aparentemente, estás expuesto y estás siendo manipulado. ¿Sorprendido?

El destape de lo que realizaba esta especie de analista de datos y creadora de campañas políticas despertó la ira de miles de usuarios además de su preocupación ya que a través de la información que estos proporcionan de forma gratuita a Facebook con sus “me gusta” se crearon miles de perfiles psicológicos para influenciarlos y lograr que decidan votar a favor de determinada iniciativa o partido político, entre otros.

Así, los llamados “indecisos” o aquellos que no tenían una posición marcada clara se convirtieron en el objetivo de persuasión de esta compañía, y con su voto terminaron siendo decisivos en procesos electorales claves como la elección a Presidente en Estados Unidos y el Brexit en Reino Unido.

En algún punto, el estar en el medio, el no pertenecer a un extremo, los llevó a ser los blancos más fáciles de manipular.

¿Cómo se puede motivar a las personas para que voten de una forma determinada? A través de campañas tarjeteadas para que te lleguen directamente a vos y te hagan creer una verdad que en realidad trata sobre una falsa noticia. Así habría sucedido en USA, donde supuestamente Cambridge Analytica viralizó la campaña de “Hillary corrupta” para desprestigiarla e inclinar a los indecisos votantes hacia Trump.

El proceso de toma de datos por parte de esta consultora empezó a través de una especie de test online por el que pagaron a los usuarios entre 2 y 5 dólares. Sí, ese fue el valor de sus datos personales. O mejor dicho, de su voto.

Para completar el cuestionario se debía iniciar sesión en Facebook, como tantas veces nos piden, y otorgarle una serie de permisos a la app (algo que también hacemos constantemente sin leer las bases y condiciones). Unos 270 mil perfiles aceptaron participar lo cual permitió recolectar información sobre 50 millones de personas ya que entre los permisos que se daban al completar esta encuesta estaba el de acceder a información sobre nuestros amigos.

Toda esta información fue enviada a Cambridge Analytica, sin pedir permiso a quienes completaron inicialmente el cuestionario. Facebook se disculparía luego por lo sucedido pero no pudo evitar que el escándalo generara la peor caída de la cotización de las acciones de la compañía en cuatro años: -6,7% y una dura mancha en su imagen corporativa.

¿El problema de la utilización de nuestra información para “torcer” nuestro voto es algo nuevo? ¿O es simplemente una forma perfeccionada de metodologías viejas de manipulación política? Parecería que estamos más del lado del segundo caso, aun cuando no deje de aterrarnos el hecho de que se utilicen con tanta liviandad estas herramientas.

Ser conscientes de que podemos estar siendo utilizados para que otros concreten sus fines siempre fue muy importante para que podamos votar o tomar cualquier decisión con libertad.

Hoy, la aparición de nuevos instrumentos que nosotros mismos alimentamos de forma gratuita y consensuada no hace más que elevar la importancia de saber que podemos ser manipulados en cualquier momento y de que no todo lo que leemos o vemos es necesariamente cierto.

Informarnos lo máximo posible, desarrollar la capacidad de pensar por nuestra cuenta y una consciencia sobre las artimañas de otros para influirnos es fundamental para que podamos actuar con libertad. Ignorar todo esto puede generar que perdamos nuestra voz. Y de ello nada bueno puede salir. Innumerables ejemplos en la historia así nos lo han demostrado. Seamos conscientes.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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