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"Es un momento histórico para todas las mujeres saudíes", de Sabika al Dosari, una presentadora de televisión, antes de cruzar la frontera con Baréin a bordo de un sedán.

Las mujeres manejaban en todos los países del mundo menos uno, Arabia Saudita. Hoy, luego de años de estarles vedada esta simple actividad, pueden hacerlo por su cuenta. Intentando de modernizarse, esta medida muestra una cierta apertura del país árabe hacia el empoderamiento del sexo femenino.

Es una simple resolución, que parece inverosímil que hoy se esté destacando en todo el planeta. Pero más ridículo aún es que les estuviera vedado a las mujeres realizar esta actividad. El fin de prohibición no pareciera suponer sólo un gesto importante en el camino hacia el modernismo en Arabia Saudita, impulsado por el príncipe heredero, Mohammed ben Salman, sino también una demostración de la importancia de la igualdad entre los géneros: la oportunidad económica.

Es que el hecho de que se puedan mover les abre las puertas a conseguir empleo. Porque no se trata simplemente de poder manejar, sino de pensar a la mujer en una persona capaz de hacerlo, capaz de poder transportarse por sí sola, y en consecuencia, de realizar otras actividades como trabajar.

No es algo menor para la economía saudita, todo lo contrario: según una estimación de Bloomberg, el ingreso del sexo femenino en la fuerza laboral saudita podría sumar 90.000 millones de dólares a su economía para el 2030.

Quizás sea esto lo que entendió el príncipe heredero de esta nación árabe: para progresar económicamente, se necesita de la mujer. Ya vivir de un solo sueldo no es sostenible. Mantener a una mujer dependiente del hombre no es viable.

Sí, puede parecer que no sea lo correcto el hecho de que se decida por reconocer los derechos del sexo femenino por cuestiones económicas pero no deja de ser un gran impulsor para que justamente esto suceda.

El motivo de fondo para muchos no es el que debería mover a la igualdad pero es un gran punto de partida, quizás incluso más fuerte que un deber moral. No por nada existe el dicho “por la plata baila el mono”. Y nos guste o no el bolsillo es un gran generador de movimientos de derechos.

Falta muchísimo, demasiado, en la Arabia Saudita para hablarse de igualdad. Los hombres de hecho tienen el título de tutores de las mujeres, y estas no pueden viajar, ni estudiar ni trabajar sin permiso de sus maridos o los hombres de su familia.

Quizás la medida de “permitirles manejar” sea sólo un gesto para mostrarse proclives al cambio o una necesaria decisión frente a un contexto internacional donde es insostenible seguir desconociendo los derechos de las mujeres. Sí, puede que sea lo “políticamente correcto”.

Quizás la medida sea sólo una frivolidad frente a cuestiones más importantes que no llegan en este país como el hecho de que las mujeres tengan que depender y pedir permiso a los hombres para hacer lo que quieran.

O quizás sean estos pequeños primeros pasos, junto a otros ya dados como la apertura de salas de cine y conciertos mixtos, los necesarios para llegar a la igualdad final en Arabia Saudita.

Es cierto que en el reconocimiento de derechos el gradualismo no es nunca la opción deseada por todos, pero frente a una sociedad en la que ni siquiera manejar era una opción para las mujeres no parecería haber otra opción. Ojala entonces que se llegue lo más pronto posible a la igualdad. Miles de mujeres saudíes y de todo el mundo lo estamos necesitando.
Fuente: El Entre Ríos

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