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La defensa norte en Concepción del Uruguay
La defensa norte en Concepción del Uruguay
La defensa norte en Concepción del Uruguay
En Concepción del Uruguay acaba de inaugurarse un largo murallón de tierra, con el nombre de Defensa Norte –esa ciudad ya cuenta con una Defensa Sur- que tiene, al igual de los existentes en Concordia y Villa Paranacito, y cuya finalidad es que las edificaciones levantadas en terrenos bajos, no sean alcanzadas por las inundaciones.

Ignoramos en función de qué extraña asociación de ideas, hemos asociado esas “defensas” al título de una película checa de los años 60 del siglo pasado. El cual es precisamente “Trenes rigurosamente vigilados”; una “cinta” –tal como en una época se decía- que fue considerada por la crítica cinematográfica como la de ese origen con mayor éxito en todo el mundo. De hecho, ganó el Oscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa del año 1967. aparte de merecer muchos juicios encomiásticos.

Es así como uno de los críticos, al ocuparse de ella ha dicho que se encuentra “planteada como una comedia de tonos amargos, su humor tiene siempre como contrapunto una reflexión muy poco complaciente sobre la naturaleza humana. A través del aprendizaje vital de su protagonista, asistimos al espectáculo de una humanidad desquiciada dentro de un convulso contexto histórico”.

Aunque debemos admitir que el contenido de esa película nada tiene que ver con las circunstancias que han llevado a la construcción de esas “defensas”, en ambos casos se hayan hecho presentes “tonos amargos” que aluden a un contexto convulso y desquiciado. Es por eso que nuestra explicación de esa asociación en principio incomprensible tendría que ver con una artificiosa polémica que giró en torno a si la traducción de la palabra checa referente al ”rigor” con que eran custodiados esos trenes, llevaba a hablar de trenes rigurosamente “vigilados”, o en su caso de “protegidos”.

Sin embargo, esa discusión, a pesar de todo, no puede ser calificada como de bizantina, al menos al ser aplicada a nuestro caso. Ya que la “vigilancia”, dicho esto con la imprecisión que nos permite ganar sino en claridad al menos en facilidad de entendimiento, es una acción encaminada a controlar comportamientos con efectos personales o sociales dañinos, mientras que la “protección”, dentro de este contexto, consiste en evitar la reiteración e incluso el agravamiento de un daño ya consumado, por no haber existido en su momento la presencia de una vigilancia eficaz dirigida a evitar su repetición.

Es dentro de ese marco que opinamos, sin ser profesionales en la materia, sino aplicando normas de razonamiento que tenemos por suficientes, que se debe tener en cuenta que, salvo en condiciones de excepcionalidad extrema, a las que cabría calificar como de “super extraordinarias” –como es el caso de las que vienen ocurriendo en otros lugares como consecuencia de lluvias torrenciales resultado del cambio climático- el que no se asista al caso de “viviendas inundadas” e “inundados”, es consecuencia de la existencia primero, y la aplicación sin contemplaciones después, de regulaciones que impidan la edificación por debajo de la “cota del río” que no supere a las de las inundaciones ordinariamente extremas.

Esa medida en apariencia obvia, tropieza en su aplicación efectiva con dos situaciones que la vuelven ineficaz. La primera de ellas, es la incuria de las autoridades, por causas de diverso tipo, frente a las multitudinarias transgresiones. La segunda, la existencia de familias o personas en situación vulnerable, que por lo mismo no están en condiciones de adquirir un terreno –muchas veces inclusive en la cota máxima establecida- y de plantar su vivienda. Circunstancia que los lleva a hacerlo en lugares donde es inevitable que en algún momento tengan que batallar con aguas desbordadas. Y ello de manera recurrente.

Eso es lo que ha sucedido y sucede, y la razón de la construcción de esas costosas “defensas”. O sea que, por no haber invertido en su momento en la conformación de un “banco de tierras” u sistema que le parezca, se hace necesario efectuar esas inversiones en defensas. Una cuestión que merecería un estudio exhaustivo para determinar la relación entre los costos de la construcción de las defensas, respecto a la adquisición en su momento de superficies suficientes en terrenos, que hubiera evitado la necesidad de la construcción de aquellas. Máxime atento a la circunstancia que se da el caso de la implantación de viviendas más allá de las barreras defensivas existentes.

De ser correcto nuestro razonamiento, tendríamos una prueba más de que gobernar bien significa en gran medida la “capacidad de anticiparse a los hechos”; sin dejar de reconocer que aun esa capacidad se vuelve inocua, cuando la complejidad del contexto, impide su despliegue y utilización.

En tanto, no podemos concluir esta nota sin hacer referencia a una situación que se ha generado ante esa inauguración de la “defensa norte” en la referida ciudad, la que tiene que ver con la autoría, o sea, la paternidad de la obra. Algo que de una manera ambigua reclama la actual administración, mientras que voces destacadas de la anterior advierten que durante su gestión la obra tuvo un avance equivalente a las tres cuartas partes de su total.

Una controversia velada, que si bien no llega a parecerse a los entredichos de las comadres de barrio, habla de hasta qué punto hemos perdido la noción de la “continuidad del Estado”.

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