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Mirando una botella medio llena
Se sabe que hay dos formas de ver una botella que contiene una bebida espiritosa con su capacidad no colmada, ya que está en condición contener el doble de líquido que muestra. Y de allí en más, según como se mire, se dan dos posibilidades de referirse a ella igualmente válidas, ya que esa botella está medio llena, lo que a la vez significa que está medio vacía. ¿En dónde reside la explicación que se la describe de dos manera opuestas y que a la vez ambos sean opuestas y al mismo tiempo verdaderas? En el tipo de ánimo con el que el observador encara su vida, ya que revelan su optimismo quienes la ven medio llena, y se muestran pesimistas en el caso la vean de la manera opuesta.

Por Rocinante

Sin ser exactamente así las cosas nuestra mirada sobre el mudo y el universo de personas y de cosas y las grandes y pequeña cuitas que ellos viven pueden ser mirada desde similares perspectivas diferentes.

Es así también sabido que no resulta nada extraño tener de nuestro mundo actual una visión no ya solo pesimista sino de ribetes casi o del todo apocalípticos. Motivos para verlo de este modo evidentemente sobran.

La amenaza real que significa un perceptible cambio climático, que aun aquéllos que no incurren en la terquedad obtusa de negarlo, son de cualquier forma remisos en encarar el problema con la fuerza urgente e indispensable que ello exige.

El estado de guerra permanente que azota el mundo con sus conocidas y devastadoras secuelas. La brecha cada vez más grande entre un grupo cada vez más concentrado de personas ricas en contraste con los recursos que tienen los restantes habitantes del planeta. Una reciente noticia señala que un número no mayor de los más afortunados concentran un volumen de riqueza igual al del todo el resto, un resto que no es tal porque se trata de una horripilante mayoría, sin que se acierte, llenos como estamos de politólogos, economistas y sociólogos, entre otros especialistas en este principalísimo problema a encontrarle la adecuada respuesta.

No se puede olvidar la presencia invasiva de las drogas a la que se la puede equiparar como una gran mancha venenosa, que mata de diversas manera y a la vez abona el territorio para el crimen organizado y la corrupción que se infiltra en todo el tejidos social que ello conlleva.

Sin olvidar el vaciamiento de los valores, consecuencia que exitosamente se ha inculcado en tanto a su relatividad, a la vez que parecen derretirse las instituciones y las normas.

Pero ello no es obstáculo para que en ese mundo mirado de esa manera no puedan dejar de resaltarse rasgos y factores, muchos de ellos por no ser ostensibles no se tiene conciencia de toda su dimensión positiva desde un punto de vista más cualitativo que cuantitativo; que tienen entidad suficiente para mantener vivas las esperanzas, si se tiene en cuenta que, si por una parte cabe ver en el auténtico y sano pesimismo no otra cosa que un optimismo lúcido, el verdadero optimismo no es sino de esperanza.

Es que en el mundo actual, si se asiste a la presencia del hambre y de las personas que lo sufren, debe tenerse en cuenta que la proporción de los hambrientos en relación a la población total es abrumadoramente menor, a lo que se le agrega una nueva circunstancia: por primera vez en la historia humana la posibilidad de hacer realidad el hambre cero no es una utopía, sino una meta posible y a nuestro alcance. Se conoce también que la esperanza de vida promedio de todos nosotros no deja de aumentar, por un sinnúmero de factores entre los cuales juegan un rol no menor el saber científico y los avances tecnológicos, por dar tan solo otro ejemplo de avances computables.

Pero como dejé dicho más arriba, no se debe dejar de rescatar una situación que se da en la actualidad, cual es la resistencia valiosa, persistente y que a la larga sino a la corta puede llegar a mostrase como imbatible, en ese conflicto en el que se enfrentan las fuerzas cuyo poder y medios tienen, llegado el momento, aptitud para provocar pánico, puedan volver a nuestras sociedades cada vez más opacas y a nosotros los humanos de una manera más sutil y a la vez más eficaz seres no solo manipulables sino maleables. Mientras, por otra parte, la fuerza de los que resisten activamente y buscan pasar al frente, en su intento de lograr que nuestras sociedades se vuelvan cada vez más trasparentes.

Que no es otra cosa que alcanzar el objetivo de los que en la Grecia antigua se consideraban como amigos entrañables de la sabiduría, o sea los filósofos, cuyas pretensiones no eran otra cosa que develar (quitar los velos) con los que el ser -diríamos por nuestra parte, todo lo que es- y de esa manera hacerlo visible.

Existe un viejo dicho que de una manera sesgada se acerca a esta aspiración de visibilización creciente, cual es el que advierte que ojos que no ven, es corazón que no siente. De donde queda bien en claro que todo avance en lograr mayor transparencia tanto en el campo de la ciencia, como de las interacciones sociales, representa el verdadero camino del progreso, ya que éste no consiste en otra cosas que tratar de volver visible todo lo invisible.
La esclavitud en el mundo actual se está volviendo cada vez más visible
En nuestro imaginario popular está presente la asociación de la palabra esclavo a la cara de una persona de raza negra, una imagen indisolublemente unida al nombre. Algo que resulta explicable por una identificación profunda de la inadmisible condición de esclavo, con la multitud de aquéllos que llegaron a la mayor parte de nuestro continente en épocas pretéritas, como consecuencia de un comercio repudiable, y para ser tratados en la mayoría de los casos de una manera infame y degradante. Con olvido de que hubo a lo largo de n historia esclavos de todos los colores, y que la palabra esclavo tiene su origen en el latín eslavo, que era el nombre de los pueblos de tez rubia que ellos utilizaban como cartera donde obtenerlos.

Y por ello que sean tantos los que piensan que en el mundo actual no existen y que por lo tanto era una condición que se daba en tiempos lejanos y ya afortunadamente superados.

Sin embargo las cosas son de otra manera e incluso existe una definición de las formas actuales de esclavitud, que sirve para poder encuadrar a todos los que en nuestro tiempo viven en esa condición, y que reemplaza a la definición la que hacía referencia a la condición a aquel ser humano que por estar privado totalmente de derechos reducido a la condición de una cosa.

Hoy la esclavitud se define como una "situación de explotación a la que una persona no puede negarse debido a amenazas, violencia, coerción, abuso de poder o engaño”, según el Índice Global de Esclavitud 2016, que publica anualmente la organización de ayuda Walk Free Foundation en Australia.
La abrumadora cantidad de información existente en relación a esta temática
Es que resulta farragosa y casi imposible poder efectuar una síntesis sobre un tema tan complejo, a la vez que viene a constituir una muestra de hipocresía condenable, por parte de los que pretenden ignorarla o se desinteresan de su existencia como si se tratara de algo natural y de ese modo aceptable.

Es así como en la actualidad existen más de 45 millones de personas que viven en esa situación, según un informe elaborado por una ONG que se ocupa de esa problemática. Son cinco los países con el mayor número de esclavos, que concentran a tres cuartas partes de los que hay en el mundo.

El mayor número se encuentra en la India. A la India le sigue Uzbekistán, estado que paradójicamente fue en su momento uno de los que integraban la Unión Soviética, con menos de un millón y medio de personas que están sometidos a la esclavitud moderna, en su mayoría durante la cosecha anual de algodón. En Haití hay unas 240 mil personas en situación de esclavitud, con frecuencia como resultado de la práctica de enviar a niños de familias pobres a trabajar con conocidos o familiares pudientes. Los niños bajo ese sistema, llamado "restavek", son obligados a realizar trabajos forzados y abuso físico, sexual y verbal en sus nuevos hogares.

En tanto en Mauritania unas 155 mil personas son esclavas. En esta nación es común hallar esclavos que pasan de una generación a otra. Hombres y niños esclavizados son pastores de camellos, ganado y cabras, o son obligados a trabajar en el campo. Las mujeres deben realizar tareas domésticas como cargar agua, recoger leña, preparar la comida y cuidar a los hijos de sus amos.

Por último y eso no significa que la lista sea mucho más larga, en Qatar existen casi 30 mil esclavos, la mayoría migrantes. Los trabajadores migrantes son sometidos a prácticas que podrían ser equivalentes a trabajos forzados y servidumbre doméstica, confiscación ilegal de pasaporte, retención de salarios, demasiadas horas laborales y abuso físico y sexual por parte de los empleadores. Recientemente, la FIFA se lavó las manos ante denuncias de esclavitud laboral en el país.
La situación en nuestro país
En nuestro caso, según informe de fuentes similares estimaciones más modestas calculan que medio millón de personas trabajan en Argentina en condiciones análogas a la esclavitud.

La misma fuente señala que el sector que más mano de obra esclava emplea en Argentina es el textil: el 78% de los talleres son informales, según cifras de la propia industria. Sólo en el Gran Buenos Aires se estima que existen unos 15.000 talleres clandestinos, cada uno de los cuales emplea entre siete y diez costureros; la gran mayoría de ellos son inmigrantes bolivianos.

Le seguiría el campo donde “las personas reducidas a la condición de servidumbre” abundan en cultivos que requieren mano de obra intensiva, como el ajo, la vid, la fresa. Muchas de las víctimas, a menudo menores de edad, provienen de las provincias del noroeste argentino, como Santiago del Estero, Tucumán o Jujuy.

También es intenso el flujo de la trata de personas desde Paraguay: ellas llegan para trabajar en el sector de la construcción; ellas son masivamente reclutadas como esclavas sexuales para los 8.000 prostíbulos del país.

En todos los casos, "predomina la captación por engaño: les prometen un sueldo en dólares y unas condiciones laborales que nunca se cumplen; una vez están lejos de su hogar, se les somete a la servidumbre mediante la deuda que contraen por los gastos del viaje y del alojamiento".
Colofón
De todo lo cual se deduce que cuando menos resulta indispensable contar con más información sobre los casos, de que se conozcan los productos en cuya elaboración se utilice mano de obra esclava, lo que permitiría contribuir con lo mínimo que está en nuestras manos para erradicar situaciones de este tipo, cual es la de abstenerse de adquirir productos de ese origen.

Además no han de ser pocos quienes tendrían que preguntarse al entrar en contacto con una “trabajadora sexual” si al hacerlo no está haciendo otra cosa que contribuir a la pervivencia del infame comercio de trata de blancas.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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