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Indudablemente, el alcalde electo de la ciudad ya la debe estar pasando mal, aún antes de haber entrado en funciones, dado los agujeros negros con los que imagina puede llegar a encontrase y que al parecer el actual, ahora de vacaciones anticipadas y no autorizadas, está esquivando mostrarle. Todo ello dicho con mucha comprensión y sin nada de ironía, porque no recordamos cuál fue el de los tantos Perón -el joven, el del exilio, o el de la vejez- que dijo que “la única verdad es la realidad”.

Y agregaríamos, por nuestra parte, nunca es “el relato”. Es que en más de un aspecto, el recién elegido jefe comunal demostró sus temores al respecto, cuando a los efectos de llevar a cabo un “cuidado paliativo” al basural municipal -cabe señalar que el que habría utilizado la expresión “amortiguamiento”- en una reciente entrevista con el actual y reelecto gobernador de la provincia, le habría solicitado un poco menos de tres millones de pesos, para la tarea de “esconder” el basural local; mejor dicho, el principal.

Aplicando de esa manera otra frase que esta vez no se le pueda atribuir a Perón, cual es la que enseña que “aquello que no se lo puede sacar, al menos debe hacerse que no se note”. Es que si la comuna local no está en condiciones de disponer de esa suma -apenas lo que son muchos los que en forma despectiva lo describen como “un cambio”- es que las finanzas municipales están mucho peor que lo imaginado, a pesar de que nunca como en los tiempos actuales, ha sido tan grande el monto de los recursos que en “efecto cascada” llegan a las comunas. Y se lo explica de ese modo, teniendo en cuenta que se trata de fondos que el gobierno nacional recauda, y parte de los cuales los envía a las provincias y de estos una parte menor el gobierno provincial los redistribuye entre las municipalidades.

O sea que de cualquier manera esos casi tres millones de pesos son motivo de aflicción. Cuando todavía no se ha hablado de un “reacomodamiento”, una manera de referirse en la neolengua de estos tiempos, al antipático “ajuste”, que suena tan mal y que despierta en tantos temores aún mayores. Es que aquí se debe tener en cuenta que ese ajuste es difícil de hacer, teniendo en cuenta la dimensión de la planta de personal con el que la municipalidad cuenta actualmente. Cantidad que, si bien no dejará de admitirse que se reducirá con el número de familiares y amigos que se tienen que ir -en el caso improbable que no se los hubiera incorporado a la planta permanente-, se hace necesario tener en cuenta que la nueva administración, además de sus colaboradores de carácter político a cubrir -como es el caso de las secretarías-, tiene la obligación de armar una estructura burocrática de la que ahora carece.

Algo que sea de calidad y de carácter permanente, lo cual lleva a esperar que los cargos de quienes ocupen las diversas direcciones, sean cubiertos previo llamado a concurso de oposición y de antecedentes. Y dada la situación que se vive -aunque igual sería en cualquier caso-, estamos convencidos que el criterio de las nuevas autoridades debe ser no efectuar nuevos nombramientos en la planta permanente ni celebrar más los mal llamados contratos de personal, suprimir el cargo de los que renuncien o se jubilen, con la supresión de las vacantes que se produzcan en razón del lugar vacío que deja el funcionario llamado por ascenso a ocupar ese cargo.

Y a la planta de personal así acotada, pero conviene aclarar que no están dadas las condiciones para hablar de una depuración en el sentido honestamente estricto del término de lo que se trata es de ponerlos a trabajar, a lo que se entiende por trabajar de verdad, previa su capacitación, si ella resulta necesaria. De donde en este “reacomodamiento”, en apariencia, una variable de ajuste que se hace presente, son todos los gastos de los concejales, comenzando por sus emolumentos comúnmente conocidas como dietas. Y se nos ocurre que en este caso no se trata de pedir a nadie un sacrificio sino acabar con una corruptela.

Es que se debe partir de la base que quienes se desempeñan como concejales, no hacen otra cosa que otros vecinos que integran las comisiones de distintos tipos de instituciones como es el caso de los clubes sociales y deportivos, entidades culturales y que desempeñan sus funciones en forma honoraria, y buscan acomodar sus horarios de trabajo de manera que les quede una disponibilidad horaria. Y debemos efectuar una confesión: no estamos convencidos que la labor de un concejal exija más tiempo y sea de una responsabilidad mayor a la que realizan otros vecinos a los que se los ve poniendo el hombro en tantas entidades de bien público que todos conocemos.

A lo que se debe agregar el hecho de descartar que quienes acceden a esas funciones sin ningún interés político, ya que “el vecinalismo es un nucleamiento de vecinos”, no puede menos que esperarse de ellos que hagan lo que hacen los otros vecinos a los que nos hemos referido. Solo resta pedirle al nuevo intendente dar un empujoncito, y Colón a partir de ese momento no solo será noticia, sino un ejemplo a imitar de ciudadanía municipal.

Y nuestro Concejo Deliberante nunca será más merecedor de ser tratado de “honorable”, porque sus miembros habrían pasado a ocupar funciones “honorarias”…
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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