“Llegado el momento, fuimos a puerto Belgrano y embarcamos en la fragata Santísima Trinidad. Ya en altamar, nos dijeron cuál era el objetivo y asignaron a Camargo como navegante y a mí como explorador”.
Así comenzó a escribirse la historia de aquella guerra en Malvinas. Y conmueve escucharlo de parte de uno de los protagonistas del desembarco que se produjo el 1° de abril, pasada la hora 21, en la denominada “Operación Rosario”.
Se trata del colonense Jacinto Eliseo Batista, integrante de la Agrupación de Comandos Anfibios de Infantería de Marina.
Su imagen se inmortalizó a partir de una foto en la que se lo ve apuntar con su fusil a un grupo de ingleses que acababan de rendirse.
Batista ingresó a la marina con tan solo 14 años, dando inicio a una extensa carrera en la Infantería de la Armada Argentina, para finalmente retirarse con el grado máximo.
Cerca de cumplir 72 años, tiene su casa en Colón, pero pasa gran parte de su tiempo en la Base Naval de Puerto Belgrano –localidad de Punta Alta, provincia de Buenos Aires- donde trabaja.
Luego de varios años sin conceder entrevistas, aceptó hablar con El Entre Ríos. Cuatro décadas después de la gesta que lo tuvo como protagonista, su relato tiene por momentos una precisión imposible de plasmar en un medio escrito. Casi como si todo esto hubiese ocurrido ayer.
“La inteligencia británica sabía que íbamos a desembarcar. Pero no sabía cuándo ni cómo”.
Una operación exitosa y otra que no fue
Otro momento trascendente se dio 20 metros antes de llegar a la casa del gobernador. “Con una seña golpeándome el antebrazo, pido que me cubran. Veo un movimiento en el pasto que sobrepasaba el tejido, como un reflejo. Ahí tomé prisioneros a tres Royal Marines. Nos habían estado esperando toda la noche. Se levantan muy sorprendidos con las armas en la mano e hicieron cuerpo a tierra. Gesticulando y golpeando mi arma contra el suelo, les hago señas que no. Tiraron sus armas, las que quedaron ahí porque nadie las llevó; no sé quién ni cuándo las habrán recuperado”.
La Operación Rosario finalizó cuando se rindieron los ingleses y se tomaron las islas. Dejó entre los argentinos el saldo de dos hombres heridos y la pérdida del Capitán Pedro Giachino, primer caído en la guerra del Atlántico Sur.
Luego, la agrupación se trasladó a la zona sur, para hacer patrullajes nocturnos en la frontera con Chile. “Nuestra misión fue custodiar y sacar información de la composición chilena, porque ellos pensaban tomar la Patagonia”.
Al preguntarle si más adelante retornaron a las islas, comenta: “Estuvimos a punto de hacer una operación que no se llevó a cabo porque no nos brindaron la cobertura aérea que se pedía, de dos horas, hasta llegar a las islas. Carreteando la pista, nos volvimos para atrás”.
“Ahí sí se hubiese terminado rápido, pero con muchas bajas”, pronostica sobre la operación que no fue.
Un capricho que derivó en una guerra improvisada
“La idea no era la que se llevó a cabo, sino se hubieran llevado los cañones Sofma fabricados en Argentina, que son los de mayor calibre, alcance y potencia de fuego que teníamos”. Si eso ocurría, Batista asegura que “los ingleses nunca hubieran desembarcado”.“Además se hubiese hecho otro tipo de defensa costera. La idea era tomar, izar la bandera, dejar un grupo pequeño a cargo de la isla y retirarse. Luego quizá se izaría una bandera tripartirta y a partir de ahí teníamos 150 años más para negociar; de hecho todavía tenemos tiempo para reclamar”.
Para Jacinto, hay una explicación al cambio de planes que derivó en la guerra: la ambición del Gral. Galtieri de perpetuarse en el poder, al ver que lo vivaban por la toma de Malvinas. De allí, una serie de improvisaciones que no llevaron a buen fin.
“Los ingleses reconocen que estuvieron a muy poco de abortar. Si se hubiese aguantado 48 horas más, se tienen que retirar o negociar una rendición. Lo escuché de boca de ellos. Al batallón 5 de Infantería de Marina, nunca lo pudieron desalojar, entró desfilando a Puerto Argentino”.
Lo importante y lo anecdótico
“Nunca nadie habló de los primeros prisioneros que no fueron esos, cuando los ingleses todavía no se habían rendido”, dice cuando la entrevista se centra en la famosa fotografía, obtenida por Rafael Wollman.Reitera el episodio de aquel primer francotirador y más adelante el de los rehenes que tomó estando varios metros más delante de sus compañeros. “Para mí eso es lo importante. Lo otro es anecdótico”.
Ninguno de esos momentos quedó retratado, ya que el fotógrafo había sido detenido. Las tomas recién llegaron con la rendición inglesa y por ende la liberación de Wollman.
De todas formas, aquella foto fue reflejo del éxito de la Operación Rosario y se convirtió en un emblema de la Guerra de Malvinas.
A lo largo de 40 años, generó tapas de revista, informes periodísticos, exposiciones y artículos varios, como dibujos, remeras, cuchillos y esculturas.
Su participación en la Guerra de Malvinas le valió varias condecoraciones, pero tampoco las lució. “Jamás usé alguna”, dice. Y concluye la entrevista.