En la “carrera de permanencia”, que dura una hora y media e incluye cambio de pilotos durante su desarrollo, tuvieron un inconveniente técnico con el vehículo y debieron abandonar la pista. “Pudimos salir a la pista, hicimos todas las pruebas, pero en la carrera final de permanencia una falla nos dejó a medio camino y no pudimos terminar”, dijo Machado, valorando la experiencia y manifestando el desafío de regresar en 2019.
Además de los alumnos de la EET N° 1, quienes se ocupan de construir el vehículo de emisión cero, basados en un reglamento y un kit de armado, desde el año pasado se sumaron al proyecto desde la ETT N° 100 Puerto Nuevo, armando la carrocería con plástico reforzado con fibra de vidrio para lograr un vehículo más liviano y ágil.“Es la cuarta vez que participamos y vamos optimizando el rendimiento cada año. Hay chicos que forman parte del equipo que van terminando esta etapa de la Secundaria y se suman otros al proyecto”, destacó Machado, quien a su vez mencionó que además tienen el reto en cada edición de conseguir los sponsor que los acompañen para poder afrontar los costos de la inscripción, el traslado, el alojamiento y otras cuestiones que deben costear los grupos que deciden formar parte del Desafío Eco. Rescatando la experiencia que el certamen le aporta a la escuela y a los estudiantes, sostuvo que piensan seguir anotándose cada año mientras puedan.