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“La mentalidad del 'porteño',” del habitante de Buenos Aires, “es un poco especial (…) a diferencia de los argentinos del interior,” indica el autor, que precisa cómo para los porteños prevalece 'la idea de saberlo todo', el 'primero yo'”.

Y el periodista precisa que en esta ciudad “todo radicaba en ser el primero en estar, pedir, conseguir o exigir algo a puro golpe de mano, sólo por ser el primero. La idea era 'primerear', siempre y a cualquier precio”.

O sea que la palabra 'primerear', nunca fue un neologismo virtuoso. Y el escritor recuerda el famoso dicho porteño: “Quien pega primero, pega dos veces”. Y precisa: “Una crónica policial puede decir: “… el ofendido lo 'primereó' con el cuchillo”. O sea que describe una acción no muy edificante, “al menos era así antes de Bergoglio”, dice.

Pero añade que “La gente de las 'villas' sabe perfectamente el significado de la palabra y su utilización; por eso, cuando apareció un cura que les dijo que “hay que 'primerear' la gracia, que hay que peleársela al pecado”, lo entendieron. Lo entendieron porque hablaba su idioma, sabía que ellos tenían que 'primerear' a la droga, a la falta de oportunidades de trabajo, la marginación… y no siempre lo lograban”.

Sea “entre los marginados de la villa 11-14 o entre los olvidados del Borda, el soldado de la compañía de Ignacio los llamaba a la pelea, a 'primerear' al pecado, 'a ganarle de mano', a sacarle ventaja a la injusticia”.

Bergoglio la usó también en la multitudinaria Vigilia Pentecostal con los miembros de los movimientos eclesiales laicos el 18 de Mayo, pero en relación a Dios. “Decimos que debemos buscar a Dios, pero cuando nosotros vamos Él nos estaba esperando. El ya está, y voy a usar una palabra que usamos en Argentina: el Señor nos primerea, nos está esperando”.

Otra palabra que analiza su ex-alumno es: 'balconear', con otro artículo que lleva por título: “No balconeen la vida, métanse en ella, como hizo Jesús”.

Y explica que en el lunfardo argentino literalmente quiere decir “mirar desde el balcón”. O sea la actitud del curioso, sin participación, crítico, pero no se mezcla con la gente.

Y Milla nos cuenta que “en los años de nuestra adolescencia y anteriores; en aquellos mismos que el maestrillo Bergoglio era nuestro profesor, nuestro Colegio de la Inmaculada Concepción de Santa Fe participaba, especialmente, en la procesión de Corpus Christi, junto a otros colegios católicos y la feligresía en general. En esa procesión que discurría por el centro de la ciudad en un largo recorrido, era típico ver muchos balconeros”.

Y recuerda que un cura del colegio le explicó: “La fe no se vive desde el balcón, sino caminando”.

Y cuando el papa Francisco uso el 'balconear' el autor comenta su ternura y admiración por su profesor amigo al ver que “le saltaba el porteño que lleva adentro” cuando les insistió a los jóvenes con eso de: “No balconeen la vida, métanse en ella, como hizo Jesús”.

Y concluye con una paradoja: Francisco no solo no 'balconea' sino que supo transformar en caminata “el balcón en que se asomó un Papa del fin del mundo y saludó a quienes lo esperaban con un simple: “Buona sera”, se ganó el corazón del mundo pidiendo que recen por él…”
Fuente: Zenit.org

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