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Una investigación realizada por científicos del Centro de Investigaciones del Medioambiente (CIM), dependiente de la Universidad de La Plata y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), halló agrotóxicos en muestras de agua de lluvia tomadas en Urdinarrain, y en localidades de las provincias de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires.

El estudio, publicado en la revista internacional Science of the Total Environment, arrojó que de 112 muestras de lluvia recolectadas, más del 80% dio positivo en glifosato y atrazina. También, que el elevado grado de concentración en las gotas es consecuencia de un uso mayor de herbicidas en comparación con otras naciones.

La experiencia tiene origen en muestras tomadas a partir del año 2012. Según confiaron fuentes del CIM, los análisis se desarrollaron sobre precipitaciones ocurridas en las ciudades de Coronel Suárez y La Plata (provincia de Buenos Aires), Ituzaingó, Malvinas Argentinas y Brinkmann (Córdoba), Hersilia (Santa Fe) y Urdinarrain (Entre Ríos).
Una concentración 20 veces mayor que en Estados Unidos
Damián Marino, doctor en Ciencias Exactas y uno de los científicos que intervino en la investigación, explicó que la presencia de herbicidas en la gota de lluvia ocurre a partir del trayecto que cubre el agua desde que se libera de la nube hasta que alcanza el suelo. En ese camino, el líquido va lavando las partículas con las que se topa como parte de los fenómenos atmosféricos.

Al parecer, el glifosato y la atrazina ganan altura y se movilizan desde fuentes como los aerosoles que generan las fumigaciones, en modo fracción gaseosa, y a través de la erosión eólica. Este fenómeno es responsable de transformar al suelo (antes pulverizado con agrotóxicos) en polvo atmosférico, el cual puede transportar los plaguicidas a grandes distancias desde la zona de aplicación.

“Las concentraciones máximas cuantificadas en el agua de lluvia excedieron a las concentraciones reportadas anteriormente en Estados Unidos y Canadá”, expone el estudio en uno de sus apartados. Y luego añade que “la zona estudiada involucra gran parte de la región pampeana, donde se concentra el 90% de la soja y entre el 80 y 90% del trigo, maíz, sorgo, cebada y girasol que se producen en el país”.

Se develó, además, que la carga máxima cuantificada de agrotóxicos en las precipitaciones locales es hasta 20 veces superior a la registrada en países como Estados Unidos, el territorio con mayor historia en lo que hace al uso de plaguicidas y el principal promotor mundial del uso de estas sustancias y su aplicación a través de las ultra cuestionadas fumigaciones.
En Córdoba más que en Entre Ríos
El trabajo resalta que las concentraciones más altas de herbicidas en los eventos de lluvia tuvieron lugar en Córdoba antes que en Entre Ríos, a pesar de que el cultivo de soja transgénica atada principalmente al uso de glifosato es predominante en nuestra provincia.

Marino explicó que en la ecuación intervienen variables como el régimen de lluvias en cada territorio. Urdinarrain tiene una pauta de precipitaciones anuales muy por encima de las zonas cordobesas monitoredadas, por lo que la atmósfera es lavada con mayor frecuencia en comparación con Brinkmann o Ituzaingó.

“La lluvia en Córdoba mostró concentraciones hasta un 30% por encima de lo constatado en Entre Ríos. Pero en el análisis de suelo, Córdoba mostraba menos uso de herbicidas que la otra provincia. Entendimos que las isoyetas que marcan los regímenes de precipitaciones se relacionan con la acumulación de los herbicidas. En tanto Urdinarrain tiene más lluvias anuales que, por poner un ejemplo, Ituzaingó, la atmósfera en esa zona se ‘lava’ mucho más y por eso la concentración del evento de lluvia es más baja, más allá de la carga total anual”, dijo Marino.

“Probablemente en provincias como Entre Ríos ubiquemos que la gota de lluvia tiene menos concentración de herbicidas que en Córdoba por la lógica del régimen de precipitaciones. Ahora eso no quita que lluvias frecuentes con menor carga de glifosato o atrazina no tengan un impacto similar a la precipitación escasa con carga elevada. Lo primero no sería más que la división en secuencias de un mismo problema”, alertó el profesional.
Los agrotóxicos encontrados
El glifosato, producto estrella en la producción de soja, maíz y algodón transgénico, fue desarrollado por Monsanto, ahora en proceso de fusión con Bayer. Este agrotóxico concentra el 65% de las ventas de este tipo de insumos a nivel doméstico.

En 2015, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció un vínculo directo entre la aplicación de este herbicida y la proliferación del cáncer. Más de 800 trabajos publicados en revistas internacionales demuestran la elevada toxicidad del glifosato.

En la actualidad, de forma anual se comercializa un promedio de 200 millones de litros del insumo. La más vendida es la marca Roundup, formulación de Monsanto. En Argentina, Bayer comercializa el plaguicida bajo el nombre Sitrin.

Por otro lado, la atrazina es un herbicida que se utiliza desde la década del 60. En Europa su uso está vetado desde el 2004, por su comprobado efecto nocivo sobre poblaciones de peces, aves y reptiles.

En 2010, el químico en cuestión fue presa de una controversia internacional producto de un estudio de la universidad estadounidense de Berkeley que comprobó nuevos efectos sobre los anfibios. La investigación arrojó que cuando los machos de los anfibios –se utilizaron ranas para la muestra– son expuestos a pequeñas cantidades de atrazina, el 75% de ellos queda estéril mientras que un 10% se convierte en hembra.
Fuente: CIM-CONICET

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