“Nadie está acostumbrado a este tipo de cosas”, dijo Albisu, al recordar los alertas antiaéreas: “Es una alarma que realmente se mete en la piel”.
Su retorno implicó una odisea de 54 horas, saliendo por Jordania tras una serie de intentos fallidos, con traslados terrestres y vuelos por Amán, Turquía y San Pablo, donde fueron desviados a Buenos Aires por niebla en Montevideo. Desde allí, tomaron un taxi hasta el puente internacional San Martín y, pese a las restricciones de tránsito, cruzaron caminando a Uruguay.
Olivera era esperado por su familia en Carrasco, pero como comentó su esposa, Sabrina Buono, el vuelo “se derivó a Ezeiza y no nos pudimos encontrar. Nosotros estábamos en Carrasco para darle una sorpresa y recibimos la noticia de que el vuelo se derivó. Nos fue imposible armar viaje para Buenos Aires en tan poco tiempo, así que desde Fray Bentos a Paysandú viajó con Albisu”.
Olivera viajó desde Fray Bentos a Paysandú junto a Albisu. “Queríamos estar con nuestras familias, estábamos bien pero preocupados”, expresó.
La experiencia, según contaron ambos, incluyó compartir refugio con israelíes y musulmanes y vivir de cerca los impactos de misiles en Tel Aviv, a solo 10 kilómetros.
“Fue escalando la intensidad”, resumió Albisu, quien valoró la coordinación diplomática para la salida segura del grupo.