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¿Será que han descubierto que resulta “saludable” administrar cierta dosis de pánico con el propósito de “cuidar” la salud de la población?

El miedo no es sonso, dice el refrán. Nos pone en alerta cuando es necesario defendernos ante una amenaza. Pero, ¿alguien sabe cuál es la dosis apropiada? Porque una sobredosis puede ser letal, autodestructiva, enfermante.

Si con 3 casos confirmados en un solo día, en Concordia hemos optado por instalar con fuerza, a modo de advertencia, la decisión de “cerrar”, “bloquear”, a futuro, todo un barrio, al extremo de que se viraliza la descripción del “perímetro” de la flamante “Franja de Gaza”, ¿qué nos queda para el supuesto en que igualemos los contagios de otras localidades, infinitamente más complicadas que la capital del citrus?

¿Alguien pensó al anunciar ese hipotético “bloqueo” en esa anciana que vive allí y que esta mañana se dejaba ganar por la angustia, imaginando que a la chica que la cuida no la dejarían llegar?

Cuesta saber cómo funcionaría un barrio “bloqueado”. ¿Nadie podrá salir ni entrar? ¿O sí, pero previos controles? ¿Y las provisiones? ¿Y el trabajo? ¿Y si alguien necesitase ser atendido en la guardia de un sanatorio? ¿Ya lo tienen definido? ¿Podrían precisar los alcances que le dan a las palabras “bloqueo”, “cierre”? Tal vez, una buena explicación disipe temores infundados.

Quizá los asesores que guían a nuestras autoridades han recomendado el miedo para que la gente se ponga en guardia, se “active”, se vuelva más responsable con el autocuidado, y por ello manejan la información cual jeringas para inyectar dosis, según amerite la situación. De ser así, ¿tendrán estudiados los efectos colaterales de este inyectable intracerebral?

El miedo no acostumbra andar solo. Por lo general va en yunta con la estigmatización y la desconfianza, dos males que destruyen la sociabilidad y agrietan la comunidad. Haríamos bien en protegernos también de estos otros “virus”, quizá más dañinos que la Covid-19, y que encima se transmiten sin necesidad de contactos físicos... Alcanza con hacer un mal uso de los medios y de las redes sociales y en pocos minutos se infecta toda una ciudad…

No hay dudas de que nuestras autoridades, municipales, provinciales y nacionales, tienen excelentes intenciones, e intentan guiarnos del mejor modo posible en medio de un escenario cargado de incertidumbres, donde no hay recetas probadas. También es cierto que la administración municipal de Concordia ha tenido un encomiable éxito, especialmente en la implementación de los controles en los accesos.

Dicho esto, vale sugerir, con el mayor de los respetos y haciendo un uso responsable de la libertad, que se revisen algunas estrategias, con la mira puesta en la definición de “salud” de la mismísima OMS: “Un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.

No vaya a ser que queriendo conservarla a cualquier precio, la estemos perdiendo casi sin darnos cuenta, sea por sobredosis de miedo, por las estigmatizaciones, por los empleos que se pierden, por las empresas que cierran, por los tratamientos que se interrumpen, y tantos otros padecimientos que a duras penas se soportan, cuatro meses y medio después del comienzo de la cuarentena más larga del mundo.
Fuente: El Entre Ríos

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