Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
La precariedad, el frío, la carencia alimentaria y el submundo de la droga pegan fuerte en el asentamiento del norte gualeguaychuense que quedó en el centro de la escena luego del homicidio de Fabricio Arrúa. Lucía Ballesteros, encargada del merendero La Humildad del barrio Los Espinillos, dijo que lo que sucedió “se veía venir”.

El presunto autor del homicidio, un joven de 21 años de apellido Torres, vive en una precaria vivienda del asentamiento de Boulevard Montana y Misiones al norte, donde poco después del crimen la casilla fue incendiada y se sospecha que fue intencional. El asentamiento tiene unas 200 familias. El padre y un hermano del joven asesinado también viven en ese lugar.
“El barrio ha cambiado”
La encargada del merendero dijo, tras el homicidio: “El barrio ha cambiado, hay muchas cosas raras. Es una tragedia que nos tiene conmocionados, porque además se prendió fuego la casita. Duelen mucho estas cosas”.

La mujer remarcó que “se veía venir por el tema de la droga, muchos movimientos, muchos autos, camionetas, bicicletas, motos, gente que no se conocía, seguramente por la venta de drogas, ya nos teníamos que encerrar. La Policía andaba, Gendarmería hemos visto, pero nadie hacía nada”.

“Estamos consternados, a todos nos perjudica. Estamos hablando para hacer una comisión vecinal y sacar la gente que no corresponda”, agregó.
Dijo asimismo que “acá la gente labura de todo, cartonero, albañil, gomería, ama de casa, hay ayuda de un plan pero es muy difícil porque son grupos familiares grandes. Las familias son todas de Gualeguaychú. Con la pandemia, los chicos del Hogar de Cristo han venido a ayudar, que algunos los tienen en un contexto malo por sus adicciones, también nos entregaron artículos de limpieza con lo que ellos juntan con las ventas que hacen”.
El merendero
Sobre el merendero “Los espinillos”, Lucía Ballesteros contó que “yo vivo hace ocho años. El merendero surgió hace tres años, surgió porque se veían muchas necesidades, empezamos con una mamá a pedir donaciones. Empezamos con 30 familias, cocinaba de lunes a viernes. Actualmente entrego a 120 familias, cinco o seis por familia. Lunes y viernes se entrega la cena, y los viernes una merienda. También estoy ayudada por gente de Gualeguaychú que nos dona para cocinar”.

Añadió que “un problema acá es que no hay luz, estamos colgados. Pero ahora vamos a hacer un trámite para pedir el servicio, así como el municipio nos dio el agua corriente. Esto es una boca de lobo”.

Agregó que “yo invito al intendente Martín Piaggio que venga al barrio, pero jamás ha venido. Si no quieren que estemos más acá, que nos den un lugar. No es que queremos que nos den gratis”.
Fuente: Radio Máxima

Enviá tu comentario