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La noticia se conoció al mediodía de este miércoles y sacudió a toda la República Argentina y tomó repercusión en todo el planeta. Según adelantó Clarín, a causa de un paro cardiorrespiratorio, falleció a los 60 años Diego Armando Maradona, el futbolista más trascendental de la historia de la Selección Argentina y considerado, para muchos, el mejor futbolista de todos los tiempos a nivel mundial. “El Diego” se encontraba en su casa de Tigre recuperándose de la operación de un hematoma subdural en su cabeza al que se sometió a principios de noviembre y tras el cual permaneció internado durante una semana en Olivos. El período postoperatorio le impidió continuar al frente de Gimnasia y Esgrima de La Plata, club que dirigía desde hace un año y al cual orientó por última vez el 30 de octubre, precisamente el día de su cumpleaños, en la goleada por 3-0 frente a Patronato de Paraná. Esa fue la última imagen dentro de una cancha, siendo homenajeado por autoridades de AFA y Liga Profesional, y retirándose minutos después por un tema de salud.

Más allá de su carrera como futbolista, destacándose en Argentinos Juniors, Boca Juniors, Barcelona y fundamentalmente en el Nápoli italiano, un Maradona de origen humilde que nació y se crio en Villa Fiorito (partido de Lanús), se inmortalizó en el corazón de todos los argentinos por lo que generó con la camiseta número 10 de la Selección Nacional, a la cual guio hacia el título de la Copa del Mundo en 1986, con inolvidables actuaciones y dos de los goles más importantes de la historia del fútbol mundial -por lo deportivo y por el contexto, frente a Inglaterra- en la victoria por 2-1 en cuartos de final.

Su magia con la pelota, su temple para cargarse el equipo al hombro, su carisma para liderar grupos y su corazón para jugar instancias claves aún lesionado, serán recuerdos eternos y desde su retiro en el año 1997, con la camiseta de Boca Juniors, lo transformaron en una leyenda del fútbol mundial.

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Todos esos atributos lo llevaron a traspasar la barrera del fútbol, del deporte, y transformarse en un ícono de la República Argentina, siendo considerado involuntariamente, un embajador del país en el exterior. Solo basta con haber pisado territorio extranjero y recibido la consulta ¿de qué país sos?, para, ante la contestación, recibir el ¡Ah, Argentina! ¡Maradona!

Con sus virtudes, y también sus defectos, Maradona tuvo decenas de vaivenes y enfrentamientos dentro y fuera de la cancha que lo llevaron a también a ser cuestionado, pero en ningún momento, desde que saltó a la fama a fines de los ’70, pero nunca pasó desapercibido.

Hoy la pelota está de luto, se fue el máximo exponente del fútbol de potrero, de la gambeta, de la picardía. ¡Hasta siempre Diego!
Fuente: El Entre Ríos

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