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Si bien aún no asumió Alberto Fernández como Presidente, su orientación en materia de política exterior podría representar grandes diferencias con el gobierno del Presidente saliente, Mauricio Macri. Si esto se materializa, nuestro país se alejaría de las posiciones más cercanas al libre mercado, de alineamiento a los intereses de Estados Unidos y de los gobiernos de derecha de la región (como Brasil), así como la condena (y propuesta de intervención) a la situación de Nicolás Maduro en Venezuela. Es muy temprano para hacer un análisis, pero los invito a pensar el rompecabezas internacional que muy posiblemente construiría nuestro país en los próximos cuatro años.

Para ello, haré distinciones en cuestiones relacionadas con los invitados internacionales al búnker del Frente de Todos, el discurso brindado el domingo pasado por Fernández, así como las posibles acciones que podría llevar a cabo tras asumir el mando. Todo esto, a los fines de visualizar el virtual posicionamiento del futuro mandatario ante los puntos calientes de agenda extra doméstica, y constatar las posibles reacciones que tendrá el mundo ante nuestra alternancia en el poder.

En primer lugar, resulta sumamente de interés ver el listado de 68 invitados internacionales por el Frente de Todos para observar el acto eleccionario. Esto, hablando en criollo, vendría a ser semejante a organizar una fiesta de cumpleaños: uno invita a sus seres más queridos, más allegados. Al repasar los nombres, uno encuentra a figuras como José Luis Rodríguez Zapatero (ex-titular del Ejecutivo de España), Fernando Lugo (ex-Presidente de Paraguay, destituido en el año 2012 tras un cuestionable proceso político), Manuela Dávila (diputada por el Partido Comunista de Brasil), el titular del Partido de los Trabajadores (PT) Aloizio Mercadante (partido del ex-Presidente Lula da Silva), Mónica Valente (secretaria del Foro de San Pablo), el ex-Canciller brasileño Celso Amorim, y el ex-candidato a Presidente chileno, Marco Enríquez-Ominami.

Todas estas personalidades guardan relación estrecha con el siguiente punto que me gustaría destacar: todos pertenecen o simpatizancon el denominado “Grupo de Puebla” (GDP), un grupo de expresidentes, candidatos a presidentes y dirigentes de América Latina que se plantean un nuevo horizonte progresista luego del auge de los gobiernos conservadores. El Grupo de Puebla se diferencia del enfoque que predomina actualmente en el tema Venezuela, posicionándose claramente en defensa de la soberanía venezolana, y a favor de una solución pacífica y dialogada a la crisis económica, política e institucional del país que gobierna Maduro. Supuestamente, la segunda reunión del GDP transcurriría en noviembre y en Buenos Aires, presidida por Alberto Fernández.

Bien reflejada queda la tendencia que tomaría el nuevo gobierno argentino en las primeras palabras de Fernández, en su discurso de aceptación de los resultados: felicitó a Evo Morales por su reelección para un cuarto mandato presidencial en Bolivia -aunque aún no están los resultados definitivos- y pidió por la liberación del ex-Presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, aduciendo que se encuentra ilegítimamente privado de su libertad. Con todo lo expuesto hasta ahora en mente, podemos permitirnos inferir los posibles cursos de acción ante los “puntos calientes” a nivel mundial.
Venezuela
El país otrora aliado del kirchnerismo se encuentra desde hace algunos años en una profunda crisis institucional, política, económica y social. Tal es así, que existe una fuerte presión continental para calificar el régimen de Nicolás Maduro como una dictadura e intentar deponerlo de su cargo. Estas presiones están actualmente vehiculizadas por un grupo de países denominados “Grupo de Lima”, entre los cuales la Argentina es una de las principales impulsoras.

El futuro gobierno de Fernández (AF), de posicionarse en el Grupo de Puebla, se parará en la vereda opuesta: buscará hacer valer el principio de no intervención, para que la crisis sea resuelta de manera pacífica, por y para el pueblo venezolano. Esto guardaría semejanzas con la tradición histórica de nuestro Estado en materia diplomática.

Mucho se criticó a AF por su calificación de Maduro como autoritario y no como dictador. En este punto, cabe hacer una distinción: ante el saludo en redes sociales del venezolano por su triunfo, AF replicó el mensaje en un tono de equilibrio. Es importante decir que optó por no llamarlo “presidente”.
Brasil
Las relaciones con el principal socio comercial de la Argentina, se proyectan como tensas y frías. Primero, por los cruces post-PASO entre Bolsonaro y Fernández: el titular del Palácio do Planalto advirtió entonces que una derrota de Macri podría provocar otra crisis migratoria, y añadió: “No queremos a argentinos huyendo hacia aquí”. Además, resaltó el desplome de la moneda argentina y opinó que el país “cada vez se parece más a Venezuela”.Como respuesta, Fernández lo calificó como “misógino, racista y violento”, pero descartó problemas a largo plazo entre los dos países, importantes socios comerciales. “Bolsonaro es una coyuntura en la vida de Brasil como Macri es una coyuntura en la vida de Argentina”, declaró.

Ojalá esto último redundara en certeza. El llamado a la liberación de Lula y un posterior saludo por su cumpleaños, no cayó nada bien en el gobierno brasileño. Fue el único país latinoamericano en NO felicitar al ganador de las elecciones argentinas. De hecho, Bolsonaro espetó: “no pretendo felicitarlo. Ahora, no nos vamos a enfadar. Esperaremos para ver cuáles es su posición real en la política, porque va a asumir, va a analizar lo que está pasando y veremos qué línea tomará”. Amenazó con expulsarnos del Mercosur si Argentina quiere cambiar el rumbo de los acontecimientos en relación a aspectos comerciales. ¿Qué haría nuestro país si se tensan los vínculos con Brasil? ¿Se optará por virar hacia México? En los círculos íntimos de Fernández se estipula que su primer viaje como Presidente sería a las tierras aztecas.
Estados Unidos
Para los Estados Unidos, Fernández presenta un riesgo, tras la cercana alianza entre Macri y Donald Trump. La última cosa que querría Washington es otro régimen de centro-izquierda en América Latina, que vendría a reforzar la posición de Maduro y del régimen cubano. Por ello, EE.UU. tiene un incentivo para llevarse bien con Fernández, particularmente para morigerar la influencia china en la región.

Como el miembro con mayor porcentaje de decisión en el Fondo Monetario Internacional, Estados Unidos será decisivo a la hora de destrabar las negociaciones entre el organismo y el nuevo gobierno sobre la cuestión del programa de crédito por 56 billones de dólares, actualmente congelado. Por ahora, el secretario de Estado Michael Pompeo ha felicitado a Fernández.
China
Será clave el vínculo con el actor asiático, sobre todo tras la declaración de campaña de Fernández en la que deslizó que podría volcarse hacia China para resolver la situación financiera. No debemos olvidar que China es nuestro segundo socio comercial, y que producto de estos vínculos hemos incurrido en un proceso de “reprimarización de la economía”: exportamos productos primarios, sin o con poco valor agregado, e importamos productos industriales que tensan nuestra balanza comercial y la disponibilidad de fondos.¿Se vendrá otro swap de monedas para obtener fondos frescos y terminar con la austeridad? ¿Qué pasará con respecto a la provisión de equipos y material para Defensa, teniendo en cuenta el tema de la base -cuestionablemente- espacial china en Neuquén?
¿Qué opinan de los resultados eleccionarios en el mundo?
Desde el aspecto económico, resalta el artículo de Bloomberg titulado “El hombre que sería presidente de Argentina aterroriza a los inversores”. Los inversores y analistas de mercados financieros consideran que es clave una transición ordenada, para sentarse a resolver cuanto antes el tema de la deuda.

La BBC inglesa, por otra parte, resalta el rol clave de Cristina Fernández de Kirchner para que Alberto sea presidente, y se plantea el interrogante de cuánto de su gobierno “volverá” con el candidato del Frente de Todos. Además, el medio Express muestra su preocupación por la cuestión Malvinas: “Los habitantes de las Falklands (no las llaman Malvinas) temen a la Argentina tras la victoria de los populistas sudamericanos en las elecciones.”
Para cerrar
Si bien nadie tiene la bola de cristal como para saber qué es lo que efectivamente ocurrirá, podemos aventurar que el gobierno de Alberto Fernández no buscará llevar adelante una posición confrontacionista a nivel de las relaciones internacionales. Lisa y llanamente, estimo que esto no ocurrirá porque existe una gran incertidumbre sobre el futuro rumbo que tomará la Casa Rosada en los próximos años, y agudizar la postura implicaría espantar a Estados Unidos.

El país del norte se antoja como EL actor que nos puede facilitar el tema de la renegociación de la deuda con el FMI. Su apoyo no vendrá automáticamente: pisar el palito con el tema Venezuela, hablar de más o impulsar políticas que aviven el “miedo a volver al populismo” podrían poner fea la cuestión en el frente externo.

Para cerrar, me parece prudente destacar que los miedos y las sospechas que levanta la Argentina no son infundados. Tenemos una historia de marchas y contramarchas constantes en materia de política interna y externa. Dar muestra de madurez, responsabilidad y moderación serán sumamente importantes para definir el devenir de los próximos cuatro años.
Fuente: El Entre Ríos.

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