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El Indec anunció esta semana que la economía argentina creció 2.9% el año pasado. Mientras tanto, para este 2018, y a contramano de la tradición reciente que indicaba crecimiento negativo durante los años pares, se espera que Argentina crezca entre 2 y 2.5%. Finalmente, para el 2019, se espera otra vez crecimiento positivo a sabiendas de que en los años electorales el gobierno de turno suele dar rienda suelta a la economía, gastando hasta lo que no tiene. A pesar de que estas tasas de crecimiento están lejos de ser aquellas tasas china de hace una década, es in dudas una buena noticia que la Argentina crezca, después de tanto tiempo, durante tres años seguidos.

Siguiendo con la onda de las buenas noticias, el Indec anunció también una caída en el desempleo en el último trimestre de 2017 para ubicarlo en 7.2%. Mejor que la primera medición seria del Indec recuperado allá por el segundo trimestre del 2016, en ese entonces 9.3%, pero traducido una mejora todavía muy gradual en términos absolutos, 433 mil nuevos puestos de trabajo durante todo el 2017. Digo gradual, porque si bien casi medio millón de nuevos empleos es un número importante, ni siquiera equivale al 4% de la población económicamente activa de Argentina, que suma casi 13 millones de personas.

Dentro de la encuesta que mide la desocupación en los principales 31 centros urbanos de la Argentina, Entre Ríos aporta solo dos, Paraná y Concordia. En este último periodo, el relevamiento del Indec estimó en un 3% la desocupación en la capital provincial, y 4.6% en Concordia.

Hasta aquí parecen llegar las buenas noticias, ya que no resultan demasiado creíbles estos números, sobre todo en Concordia. La tasa de desocupación en esta ciudad es sin dudas muchísimo más alta que la indicada, y posiblemente también sea el caso de Paraná, aunque allí las desviaciones metodológicas seguramente sean menores. Con Paraná colabora y de manera significativa el empleo público, siendo el estado el principal empleador allí por un margen amplísimo. En cualquier caso, en estas ciudades, y en el resto de la provincia, la desocupación es mayor a nivel de jóvenes y mujeres.

Por lo menos en esta parte del país, la situación laboral dista mucho de ser color de rosas pese a todos estos números oficiales. El desempleo parece ser mayor de lo que se ha estimado, por lo menos donde se lo ha medido, y los puestos de trabajo creados son de baja calidad, siendo los jóvenes quienes tienen menor acceso a ellos. El empleo privado, generalmente más productivo, queda cada vez más rezagado ante el empleo público.

Si bien la tendencia de un aumento importante del empleo público en Entre Ríos se ha desacelerado contra los años de Sergio Urribarri, hoy son más de 90.000 los agentes del estado. La nuestra es entonces una provincia donde la lucha para que la relación empleo privado/empleo público se mantenga en uno o por debajo de uno es diaria y sin cuartel. Es decir, por cada empleado privado hay uno público, y si hay una tendencia esta no favorece al empleo privado.

Como se habrán imaginado, en provincias como Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba o Mendoza - lote de provincias más ricas, del que alguna vez fuimos parte-, el empleo privado supera al público y en varios casos con creces. Uno podrá decir que un trabajo es un trabajo, que no importa si es privado o público, o que si es de baja o alta calidad, pero en definitiva es el mix adecuado, del que hoy no podemos disfrutar, el que nos indica nuestras verdaderas chances de progresar como país y alcanzar un grado de desarrollo adecuado.

A no llamarse a engaños entonces. La desocupación en Entre Ríos es más alta que lo que las estadísticas indican. Y la calidad del empleo en la provincia deja mucho que desear. La clave, como siempre, está en una mejor educación -como ya comentamos en nuestra columna del otro día-, y en la implementación de políticas públicas que alienten el florecimiento del sector privado. Hoy, a contrario de lo que pueda pensar el actual gobierno provincial, esas políticas no existen. Educación de baja intensidad y un sector productivo en un largo letargo, la peor combinación posible para la creación de empleo. Ya son demasiados años y sin remedio a la vista.
Fuente: El Entre Ríos (Edición Impresa)

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