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“Estar de la cabeza”, por lo que sé y según me han contado, es lo mismo que estar “chapita” o “del tomate”, o tener todos los cables del cerebro desordenadamente embardunados. Y como resulta de lo cual uno no parece tener “todos los muñecos bien alineados”, y empiece por pensar cosas raras, que no son necesariamente pavadas, y que se prestan a confusión cuando se las dice.

Estar de la cabeza es entonces algo de lo que nadie está librado le pase, y que en mi caso muchas veces me lo pregunto cuando me siento a dibujar estas palabras. La cosa es perdonable, salvo el caso que se convierta en un estado permanente, porque entonces se vuelve grave, y ya no es de mi incumbencia sino de la de psiquiatras y psicólogos.

Es por eso que me pareció que estaba “de la cabeza”, dicho esto con el mayor de los respetos y pidiendo que ello no se tome ni como ofensa, ni como injuria, una concejal de una localidad de nuestra entrerrianía, que mediante un proyecto de ordenanza presentado ante el cuerpo que integra, propone que se prohíba en el lugar donde ella vive que se lleve a cabo cualquier concurso de belleza (“femenina”, es de suponer, si se tiene en cuenta que en el caso de los hombres según se dice “cuando más feo…”), y por consiguiente no haya más concursantes y se coronen reinas, en ningún caso, y en la ocasión o fiesta que sea. Como fundamento, aduce que deben considerarse estas prácticas discriminatorias y en las que termina el hombre calificando y decidiendo acerca del valor de la mujer, sobre la base o en función de su belleza. No sé cuál será el juicio que merece a cada uno de los pocos que me lean, esta propuesta. Ya he dado el mío, admitiendo que puedo haber caído en un error y que se trata de esos casos en que todas las opiniones son atendibles.

Es mi caso, siempre he mostrado disgusto sobre este tipo de concursos, porque las chicas lindas que no sean tontas, corren el peligro de volverse así cuando tienen la suerte, o la desgracia, primero de participar en ellos, y eventualmente ver su testa coronada. Que es lo mismo que, en otros términos, cuando se advierte en este tipo de certámenes el peligro que una chica de buen ver, aparezca mostrándose “como una cosa” con olvido, conviene remarcarlo, que es una persona.

Es que mirada la cuestión desde esta perspectiva, se debería llegar a la conclusión que no se puede obligar a nadie a decir o hacer tonteras. Inclusive a la autora del proyecto.
Fuente: El Entre Ríos (edición impresa)

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