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Una subida del 4% del boleto de subte destapó la ira de miles de chilenos. Salieron a la calle, destrozaron mucho, y muchos siguen todavía hoy en huelga. El gobierno anunció medidas sociales para contrarrestar la crisis. Sin embargo, parecería que la situación todavía está lejos por recomponerse.

No era pensado que sucediera esto en Chile. O por lo menos no lo era previsible por sus vecinos y observadores extranjeros.

Para los de afuera, si bien se veía que en la nación vecina existía una clase privilegiada con acceso a innumerables recursos y una clase con mucha falta de oportunidades como la educación universitaria, también era notable su desarrollo de las últimas décadas. Sería injusto no reconocer el progreso de este país.

Según informa el Banco Mundial, Chile es una de las naciones latinoamericanas de mayor rápido crecimiento, logrando disminuir entre 2000 y 2017 del 31% al 6,4% la población que vive en la pobreza (con US$ 5.5 por día).

¿Por qué entonces miles de personas han decidido salir a las calles a incendiar, saquear y pelearse con la policía? ¿Qué ha llevado a este tsunami social? No lo explica la suba del subte, o no parece posible pensar que esta medida sola haya desencadenado este nivel de violencia.

Existen varias posturas sobre el tema. Algunos se inclinan hacia una causa de raíz originada en una división social fuerte, un aumento del costo de vida, dificultades de acceso a la vivienda propia, y falta de oportunidades educativas para quienes no fueron a escuelas privadas.

Por otro lado, están quienes entienden que el estallido se da por un malestar general respecto a la desigualdad sumado a un reproche hacia la clase política por mostrarse indiferente y desconectada de sus necesidades. Las medidas anunciadas por Piñera el martes parecen estar encaminadas en recomponer esta relación.

Es difícil ver desde afuera un conflicto, por más que el país en el que se desarrolla presente las condiciones necesarias para que se suceda una ebullición social. Un país en crisis, como la Argentina en 2001 donde tanto las clases bajas como las medias se encontraban descreídas de la clase política y en dificultades económicas, sí da lugar a pensar que puede producirse un estallido social.

Sin embargo, entender las causas raíces del conflicto para un extranjero es tarea ardua. Lo que sí parece claro es que la situación no está contenida. Las huelgas masivas de este miércoles y jueves hicieron nuevamente notar que el malestar sigue caliente.

Mientras Chile arde, muchos se preguntan cuándo sucederá lo mismo en nuestro país, como si se esperara que se produzca un efecto en cadena en toda la región. De más está decir que si bien esto podría suceder como ya ha sucedido en otros momentos de la historia, el estallido do chileno no necesariamente tiene que cruzar la cordillera.

Especular sobre qué pasará en nuestro país solo contribuye a la incertidumbre y la tensión social que tanto dañan nuestro país. Mejor pensemos en el hoy, en lo que se viene este domingo, y en la responsabilidad que todos tenemos que cumplir: ir a votar.

Argentina está expectante a las elecciones presidenciales del domingo. Estas definirán los próximos 4 años del país. Esperemos que quien quiera que sea elegido logre no sólo sacar el país adelante sino además unirnos como nación.
Fuente: El Entre Ríos Edición Impresa

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