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La central nuclear de Natanz en Irán
La central nuclear de Natanz en Irán
La central nuclear de Natanz en Irán
Si existiese algún juego de azar donde uno pudiera apostar dónde se desataría la próxima gran guerra, estaríamos seguros de que la opción “Medio Oriente” pagaría poco. Los conflictos en la región no cesan nunca, y los más ilusos tenemos la sensación de que en cualquier momento puede haber un choque de titanes que ponga en vilo al mundo entero. El reciente ida y vuelta de ataques entre Israel e Irán y los aliados de éste generaron un sinfín de especulaciones y de debates acerca de cómo puede terminar esta historia.

Uno de los acontecimientos internacionales más significativos del año pasado fue la normalización de las relaciones diplomáticas entre Israel y algunos países musulmanes. Hablamos de ello en este artículo, y mencionamos las condiciones y los motivos de esos históricos acuerdos.

Allí explicábamos, entre otras cosas, que, en buena medida, los acuerdos tenían que ver con el conflicto geopolítico que existe con Irán. El país de los ayatolas tiene problemas tanto con los Estados Unidos como con Arabia Saudita e Israel.

Seré breve: Estados Unidos es un objetivo lejano para Irán, que debe superar a sus vecinos para pensar en grande. La pulseada con Arabia Saudita, para saber quién manejará los hilos de los países musulmanes de la región, continúa, aunque en las sombras (influye en las guerras civiles de Yemen y Siria, por ejemplo) y sin generar tanto revuelo.

Si hay un enemigo al que Irán amenaza abierta y contantemente, es Israel. En la retórica de los líderes militares y políticos, nunca faltan los mensajes que advierten sobre la inminente destrucción del país de los judíos. A los mensajes le siguen acciones: el apoyo a Hezbolá en el Líbano y el sur de Siria, a Hamás en territorio palestino o a Bashar Al-Assad en Siria le es fundamental para rodear de enemigos a Israel que, lógicamente, se defiende y ataca para no desaparecer del mapa.

En esta ocasión, el Entre Ríos se comunicó con Mauro Enbe, licenciado en estudios internacionales y Director Ejecutivo del Centro de Investigación de Israel y Medio Oriente (CIMO), para poder comprender qué pasó en este último mes.

En primer lugar, como bien explica Mauro, hay que aclarar que nunca dejó de haber tensión entre Irán e Israel. Pueden haber escaladas de conflicto y algunos oasis de calma, pero la guerra subsidiaria no desaparece.

¿Qué ocurrió durante las últimas semanas? Israel concretó un ataque cibernético a la instalación nuclear de Natanz en Irán y otro ataque al buque iraní Saviz en el Mar Rojo, que se cree que servía de base para la Guardia Revolucionaria Iraní. Todo ello en medio de un intento del gobierno americano por revitalizar el acuerdo nuclear con Irán y luego de que Benjamín Netanyahu acusara a Irán de haber hundido un carguero de Israel en marzo.

Irán respondió atacando un buque comercial israelí. También en el Mar Rojo. A ello se le sumaron la caída de un misil proveniente de Siria (país en el que el ejército israelí actúa desde hace algunos años, atacando a posiciones de Hezbolá y de Irán) cerca de un reactor nuclear de Israel y los lanzamientos de cohetes provenientes desde la Franja de Gaza -controlada por Hamás-, los cuales recibieron una respuesta de parte de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).

Los ataques a las embarcaciones entre unos y otros se justifican como respuestas de lo que el otro hizo antes. En esta ocasión, se trata de una cuestión que ha escalado mucho recientemente, y que se refleja mejor en el ataque cibernético previamente mencionado.

¿Por qué atacó Israel a la central nuclear iraní? Allí Mauro contaba lo siguiente: la mayor preocupación de Israel es que Irán se convierta en una potencia nuclear ¿Por qué? Por las constantes amenazas que existen hacia Israel. Si Irán consigue tener armas nucleares, cambia el balance de poder en Medio Oriente. Pasaría a haber dos potencias con este tipo de armas (el otro es Israel, aunque no las tenga declaradas) e Irán contaría con una ventaja extra: el tamaño de su territorio, que le permitiría aguantar al menos un golpe, mientras que a la pequeña tierra prometida le costaría más sobreponerse.

Así es que concretó un ataque a la planta nuclear Natanz, atrasando durante varios meses el enriquecimiento de uranio y las aspiraciones nucleares de Irán. El país persa dice querer avanzar con su programa nuclear para alcanzar un mayor nivel de seguridad y para estar en condiciones de enfrentarse a Israel en una supuesta guerra directa. Mientras tanto, actúa de manera inteligente. O no se adjudica los ataques que hace de manera directa, o responde con liviandad o manda a sus aliados a responder por ellos. Eso sí, la retórica es la misma, y la suma de amenazas sobre futuros ataques a Israel se suman semana a semana.

En síntesis, el corto plazo nos ofrece más de lo mismo. Según Mauro, uno de los puntos salientes es la lucha marítima, ya que la inexistencia de frontera entre estos dos países puede trasladar una parte importante de la lucha hacia el mar. En el largo plazo, la historia puede dar un giro si Irán, finalmente, pasa a tener armas nucleares. Y con un giro me refiero a un conflicto directo y sin parangón entre ambos países.

Además de darle sentido a las ofensivas y contraofensivas, o de especular sobre cómo puedan actuar los dos protagonistas del superclásico de Medio Oriente, quedan algunos interrogantes que no podremos resolver ni predecir ¿Cuál será la postura del gobierno de Joe Biden frente a esta problemática? ¿Busca sellar acuerdos nucleares, como lo hizo Obama, o se vuelca en la defensa de irrestricta de Israel, como lo hizo Trump? ¿Arabia Saudita seguirá alentando a sus aliados a normalizar relaciones diplomáticas con Israel? ¿O tomará la posta y se aliará con Israel para aislar a Irán en la región? Los actores y el destino dirán como sigue la historia.
Fuente: El Entre Ríos

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