Si bien entre nosotros la producción de gas natural en los últimos 10 años ha ido disminuyendo, con un leve repunte al final de la década, en los EE.UU el aumento ha sido de 400% desde 1950, llegando a ser ahora la segunda fuente de energía. Nuevas técnicas que se incorporaron como la fractura hidráulica (FH, fracking) en el subsuelo, donde se inyectan grandes volúmenes de agua, arena y sustancias químicas en depósitos de esquistos (shale) para liberar el gas atrapado. La red de transmisión más grande del mundo se encarga de distribuirlo en ciudades y fábricas y queda remanente para la exportación. Se redujo la dependencia del carbón y del petróleo usando lo que parece una fuente o materia energética más limpia, y que a su vez alimenta la producción de plásticos, pesticidas y sustancias químicas.
Así pues el gas natural, metano, sería el puente "limpio" que nos alejaba de los sucios carbones y petróleos hacia una fuente aún más limpia como la energía solar o la eólica, además de generar menos CO2 por unidad de energía. Sin duda con respecto a ellos fue un adelanto y la contaminación que genera es menor. Pero la historia puede ser algo más compleja: el gas natural está asociado con riesgos a la salud y al medio ambiente en cada estadío de su producción y consumo. Los autores señalan desde una "injusticia ambiental", dado que los pozos, compresores y gasoductos son generalmente colocados en zonas marginales y en sí ya empobrecidas donde no traerán beneficios locales y sí contaminación sonora, emisión de nitrógeno que produce daño a los pulmones; a los riesgos de la fractura hidráulica (liberación de elementos radioactivos y terremotos), las explosiones en gasoductos (uno por año en EE.UU) y la liberación de carcinógenos por los compresores (benzeno y formaldehido).La lista es larga pero quizás la objeción mayor es la de agente provocador de cambio climático.
Así es: un 4% del gas natural que se extrae por FH pasa a la atmósfera y así el aumento en metano contribuye al calentamiento global, con un potencial de atrapamiento de calor 30 veces mayor que el del CO2 en un lapso de 100 años y 85 veces mayor en un lapso de 20 años. Además el gas usado en estufas y cocinas libera CO2. Todo esto hace que las ventajas del gas natural en relación al gas y petróleo han sido sobreestimadas. Se suma a ello que los subsidios e impuestos favorecen la explotación de fósiles como fuente de energía y artificialmente bajan el precio del gas, pero esos artificios alguna vez se pagan.
Los autores señalan que todas las inversiones en la explotación del gas natural están destinadas a fracasar ya que se está llegando a un punto en que la producción de electricidad por fuentes renovables será más barata que la que se surge por gas natural. Para el año 2023 los costos serían: u$a 36,60/ megawatts/; $a 37.60/megawatts/hora por energía solar; u$a 40.20/ megawatts/hora por gas natural.
Toda inversión en gas natural está destinada a fracasar en cuanto a ganancias, riesgo que aumenta si se cortan subsidios federales. Serían inversiones miopes ya que la generación de gas por FH está basada en perpetuar al carbono como fuente de energía y hace más lenta la transición a una economía libre de carbono, que sería vital en la lucha contra el calentamiento global, cuyas catástrofes ya son realidades. El difícil objetivo es bajar de 1,5 grado la temperatura del planeta. Los estados norteamericanos de New York e Idaho, al igual que Inglaterra son un ejemplo en los logros para disminuir la contaminación, para el año 2050 Inglaterra logrará 0 emisión de carbono. Sus valles volverán entonces a ser verdes....probablemente.
( Permiso para los recuerdos del adaptador :las carboneras, los braseros, las cocinas a leña o carbón, los baños de agua fría, las paredes negras de hollín, la irrupción del gas a kerosene y sus estufas que llevábamos de pieza en pieza, las duchas frías, el plato metálico para encender el alcohol y calentar el baño, los sabañones, sí, los misteriosos sabañones que atormentaban a la noche.....)
Adaptado de "Las falsas promesas del gas natural"
Landrigan P,Frumkin H,Lundberg B . N Eng J Med 2020,382,104-107
