Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
La verdad de la no verdad

En nuestra provincia muchos maestros tienen que hacer un recorrido de más de cien kilómetros diarios, viajando a dedo, o en parte así y en parte usando un ómnibus de línea para ir y venir de la escuela donde enseñan. Algo que es verdad y que no lo es.

Por Rocinante

También se sabe de maestros que el primer día del ciclo lectivo, concluidas las vacaciones, se hacen presentes en la escuela en la que están destinados, para pedir a partir del día siguiente licencia por un periodo prolongado. Algo que también es verdad y no es verdad.

Además se sabe de padres que envían a sus hijos a escuelas rurales próximas a la localidad en la que viven, lo cual es verdad y no es verdad.

O que a otros padres lo único que les importa es que sus hijos escolares pasen de grado, desentendiéndose de la calidad y la cantidad de lo que aprenden. Algo que también es verdad y no es verdad.

Que a otros padres la motivación principal para mandarlos a clase es que pueden sus hijos alimentarse en el comedor escolar, o cumplir con el requisito que les permita cobrar la asignación universal por hijo. Algo que es verdad y no es verdad.

Que los directores departamentales de escuela, más allá de su función como tales actúan como una especie de comisarios políticos de la administración de turno, algo que es verdad y no es verdad.

Que los gremialistas docentes carecen de ideas claras y de una estrategia viable acerca de cómo pueden conciliar una mejor educación para aquellos a quienes tienen que formar, con las reivindicaciones legítimas de quienes más que trabajadores de la educación son ante todos maestros. Algo que es verdad y no es verdad.

Si he llevado a cabo esa larga enumeración de verdades que a la vez lo son y no lo son (en realidad no es lo preciso tenerlas como medias verdades), es para mostrar la complejidad y confusión que reina entre nosotros (y digo entre nosotros porque la referencia no es solo a los docentes, ni a la dirigencia gremial del sector, ni a las autoridades educativas, ni a la dirigencia política sino hago referencia a una situación en la que todos estamos involucrados) y que no solo tiene que ver con nuestro presente, sino con nuestro futuro, tanto como sociedad, como de las generaciones de menor edad que lo integran.
Los temas a los que se presta atención cuando se habla de educación
Si tenemos en cuenta las referencias a las que ocuparse de ese ámbito hacen los medios, habría que señalar que la atención se focaliza en los reclamos salariales de los docentes y el estado de paro de muchos de ellos.

No es extraña la atención que se le presta a ese preocupante problema si se atiende al hecho que hace referencia un especialista que señala como detalle, que no es simplemente anecdótico, que en Chile los chicos que cursan el cuarto grado han tenido a esa altura de sus estudios más días de clase que los que en nuestro país concluyen la etapa del primario.

Muy por detrás de esa temática, está la vinculada a la calidad del aprendizaje (debe observarse que deliberadamente no hablo de la calidad de la enseñanza, buscando de esa manera alivianar la carga que llevan a cuestas al respecto los docentes) tal cual es medida por evaluaciones serias de diverso tipo, las que vienen a mostrar un retroceso alarmante en los resultados referidos a nuestro país, y en la que aparecemos aventajados por los de otros países de la región (no se hable de los países centrales y de otros hasta ayer emergentes como es el caso de Corea o de Finlandia) que hasta no hace de esto muchos años estaban ubicados en un ranking de esta clase a lo que parecían años luz de nosotros. Y lo más grave aún es que la situación a la que nos estamos refiriendo no es consecuencia que por nuestra parte hemos quedado estables en el mismo lugar, mientras que en otros casos se ha avanzado, sino en nuestro caso se asiste también a un retroceso concreto, con respecto a nuestra situación comparada con la de tiempos anteriores.

No resulta entonces extraño que de acuerdo a esas evaluaciones (conocidas y olvidadas sin que se nos mueva un pelo) en un número de casi seis de cada diez alumnos no entienden lo que leen, de donde la escuela pasa a desempeñar el triste papel de destructor de ciudadanía.

No es por otra parte mejor la performance en matemáticas, situación tanto o más grave que la otra, si se tiene en cuenta que el mundo de la producción y por consiguiente del empleo sufre una conversión en la que cada vez más, y conviene insistir en ello, el universo de la mano-factura dejara pasó al de la mente factura.
Algunas atrevidas insinuaciones
Se trata de cuestiones sino obvias al menos en apariencia marginales a las que se debería prestar atención y que cuando no aparecen como obvias parecieran tener poco que ver con el tema. Y que considero casi un temerario atrevimiento abordarlas ya que no soy ni licenciado en ciencias de la educación y ni siquiera docente.

Se trata de lo siguiente:

- Educar no es lo mismo que instruir. Al respecto existe coincidencia en señalar que educar es formar en ideas y creencias, estimular el espíritu crítico sin caer nunca en el adoctrinamiento; es promover, transmitir valores como el esfuerzo, respeto, ciudadanía etc. "Educar es, en definitiva, enseñar lo que corresponde, en derechos y obligaciones. Por el contrario enseñar es transmitir una serie de conocimientos, de saberes, fijados y programados por niveles cuya práctica sí recae, con responsabilidad y en alto grado, sobre el profesorado. Conocimientos evaluables, sometidos a estudio en libros de texto. Las diferencias, pues, entre enseñar y educar son altamente significativas. Lo razonable, lo conveniente sería enseñar y educar, dado que si no se logra un alumnado educado será imposible enseñar, y esto es lo que hoy genera grandes conflictos. Caminemos sembrando valores y tendremos alumnos educados.

- La educación es una tarea que exige de la colaboración entre la escuela y la familia. Partiendo de la idea precedentemente expuesta que la educación es sobre todo una tarea formativa en la que juegan un papel fundamental tanto los padres como el entorno familiar. Una tarea en la que en ambos casos, pero sobre todo en el caso de la familia ocupa un rol principalísimo el ejemplo, en cuanto el mismo es una manera indirecta pero clave al momento en que los más chicos, y los que no lo son tanto, internalicen valores y pautas de comportamiento. No se puede tener en cuenta el rol negativo que juegan en la materia las crisis en el matrimonio y el consiguiente conflicto en la familia (está comprobado que existe una relación entre crisis familiar, y caída en el rendimiento escolar de los alumnos que atraviesan esa situación). A ello se agrega el hecho que en una sociedad de consumo, existe la tendencia a atiborrar a los hijos de regalos o de la posibilidad de acceder a determinados servicios, lo que por una parte es un factor deformante de la personalidad porque el hambre de cosas se puede volver insaciables y con el nivel de exigencia (la clásica muletilla del dame, comprame, alquilame), al mismo tiempo que cuando equivocadamente se confunde esa forma de actuar con la indispensable atención afectiva (del tipo quiero darle a mi hijo todo lo que yo no pude tener cuando chico) es una forma de intentar tranquilizar la conciencia, saldando culpas. Por supuesto que lo hasta aquí referido queda empequeñecido con comportamientos inaceptables de mayor calibre en los que se llega incluso a asistir a las agresiones no solo verbales de padres a docentes.

Todo lo cual, muestra el grave error que cometen aquellos padres que pretenden trasladar a los maestros la responsabilidad principal que les cabe en la educación de los hijos; tarea en la que ellos no son otra cosa que importantes cooperadores.

- El rol del gremialismo docente.

Aquí se debe partir de una situación especialísima, cual es que los docentes son mucho más que meros trabajadores. Dado lo cual al ejercer el legítimo derecho a sindicalizarse no pueden perder de vista esa perspectiva. La que obliga a las organizaciones que ellos conforman a trascender lo que es la estricta tarea de defensa de los derechos laborales, para participar en acciones que hagan al bien común, sin evadir lo institucional, pero llevando a cabo una actividad no solo desideologizada sino apartidista.

A ese respecto deben comenzar por asumir una función auto regulatoria, entendiendo por tal aquella de convertirse en acompañantes celosos del correcto comportamiento de los docentes en el cumplimento de sus funciones profesionales. Algo que no sucede, cuando según información del gobierno bonaerense en esa provincia se pagan 19 mil millones de pesos anuales en concepto de suplencias docentes (cifra que no ha sido cuestionada por la dirigencia sindical del sector). Y que tampoco sucede cuando nada se dice acerca de la designación de personal superfluo o la asignación de tareas pasivas a quienes no lo merecen. Además de ello deben trascender los límites de lo estrictamente gremial, llevando a cabo acciones que contribuyan a la consolidación del Estado de Derecho, y preocuparse por “construir ciudadanía” y no generar militantes.

- Educación e inclusión social. Se hace aquí presente la tragedia de la pobreza y de la marginalidad subsiguiente. Durante mucho tiempo desde estas columnas se ha insistido en la necesidad de escuchar la iniciativa del ex ministro de educación Llach, que sostiene que las escuelas públicas de excelencia deben ser ubicadas en las zonas donde vivan poblaciones vulnerables.

Sigo reconociendo el valor de esa propuesta por largo tiempo ignorada. Pero se me ocurre que es necesario complementarla con otra, partiendo del hecho de que la misma no rendirá todos los frutos esperables sino viene acompañada de una acción de desarrollo social de las comunidades de las que reciben sus alumnos. Porque se me ocurre que los resultados no serán lo buenos que se espera, si junto a los hijos no se busca ayudar a todos los que allí viven en personas mejores.
Fuente: El Entre Ríos (Edición Impresa)

Enviá tu comentario