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La Cámara de Diputados aprobó en comisión en estos días un proyecto del Senador Oscar Parrili, incondicional de Cristina Kirchner, para revisar el régimen de las SAS o sociedades por acciones simplificadas. Ese nuevo tipo societario fue aprobado por ley durante el gobierno de Mauricio Macri, con la particularidad de que las SAS pueden constituirse vía internet y en solo 24 horas. Este avance, que ahora se intenta anular, no es una invención local sino una práctica establecida en casi todos los países desarrollados, donde hay una búsqueda incesante en terminar con cualquier burocracia innecesaria.

Con el endeble argumento de que este tipo de sociedades fomenta el lavado de activos, se está decidiendo volver a la carga del soporte papel, a ser rehén - otra vez- del funcionario de turno, al imperio de los gestores, a mayores gastos, y por supuesto a mayor informalidad. Hay reclamos varios y con razón de cámaras de emprendedores que han pedido a los diputados que se abstengan de votar con los pies y no con la cabeza. De aprobarse la ley, podrían suspenderse más de 40.000 sociedades que fueron creadas bajo este nuevo régimen, lo que significaría un tremendo retroceso.

El sistema digital actual de inscripción usa tecnología de “blockchain”, la misma que se utiliza como plataforma en las criptomonedas, la que permite ver con facilidad la ¨trazabilidad¨ o cómo se van cerrando las distintas etapas del proceso. A partir de ahora volveríamos a los escribanos y a sus onerosos honorarios, agradecidos de que la política esté decidiendo volver 50 años atrás.

Este proyecto de ley, que había entrado en una especia de limbo después de su aprobación en el Senado -y ahora oportunamente resucitado- no puede ser visto como un gesto de buena voluntad hacia la empresa privada. Claramente, su aprobación no simplifica la intención de formar una empresa a cualquier emprendedor o empresario pyme sino todo lo contrario. Más bien lo alienta a tomar el camino de la informalidad. ¿Si es difícil, complejo, engorroso y caro, para qué registrarse?

¿Pero qué puede saber Parrili de estas cuestiones? Él y muchos otros personajes como él no hablan desde la experiencia propia -de la que carecen- sino desde una postura ideológica donde la creación de empleos es irrelevante, sobre todo si quien los crea es el sector privado. Las SAS fueron el tipo societario más elegido por las pymes argentinas en 2019 y 2020 y permitieron la creación de 50.000 empleos formales. Esto en un país donde ya hace más de 10 años que no se logra incrementar la cantidad de trabajadores registrados privados.

Termino con una reflexión a propósito de este tema que hiciera un conocido observador en su cuenta de Twitter. “Simplificar la vida de los emprendedores parece estar mal visto. Nada que reduzca el rol del estado es bienvenido. Hay pocos corajudos que invierten en el país. El plan de algunos -¿se estará refiriendo a Parrilli y sus compañeros de voto?- parece ser que no quede ninguno”. Ni una palabra más.
Fuente: El Entre Ríos

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