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En esta oportunidad referiré mi columna de liderazgo y conducción a qué están expuestos quienes deben conducir y gestionar en un país llamado Argentina.

Hace unos días en una reunión de rutina que mantuve con el gerente general de la empresa que presido le pregunté cómo estaba. Con espontaneidad me respondió “MAL… PERO ACOSTUMBRADO”. Debo confesar que esa respuesta me dejó sin respuesta, me tomé unos minutos para procesar el significado de esta; no sabía si era resignación, frustración, desánimo, o, por el contrario, dadas las circunstancias por las que atraviesa el país, el “MAL… PERO ACOSTUMBRADO” se refería a seguir desafiando y superando los inconvenientes que implican dirigir una empresa PYME.

Me permitiré describir brevemente con algunos ejemplos en qué escenario político, económico y social deben lidiar quienes conducen organizaciones en la ARGENTINA. En particular para aquellos lectores que no viven en este territorio y que difícilmente puedan imaginar lo que nos acontece.

En la Argentina el modelo político es presidencialista; el presidente tiene un grado de aprobación en su gestión del 17% y de desaprobación del 81%. No merece más comentarios estos porcentajes.

La inflación en el mes de marzo fue del 7,7% acumulando en el año 104,3% de aumento, inimaginable en cualquier país normal.

La pobreza alcanzó un promedio del 40% en la población llegando en algunas regiones del país al 50%. Recursos naturales abundantes…

No es posible conseguir insumos que no se fabrican en el país por falta de divisas, no hay moneda, no existen precios referenciales. El responsable de una planta industrial del sector forestal me compartía que un mismo producto le fue cotizado con una diferencia de 300% entre los diferentes proveedores, lo cual lo hacía dudar si se trataba del mismo insumo que finalmente confirmó era el mismo.

La voracidad impositiva del Estado alienta a la informalidad comercial para sobrevivir. Las empresas que exportan reciben un valor dólar equivalente al 50% del valor real de mercado y del precio de compras de sus insumos importados, cuando lo consiguen. No pueden competir en el mercado internacional.

No hay disponibilidad de mano de obra calificada y aún menos para tareas de mano de obra intensiva. Se ha instalado la cultura “planera” fomentada por un Estado que prioriza la dependencia económica a través de planes sociales que desincentivan al ciudadano a buscar empleo formal, y mucho menos a capacitarse para su propio desarrollo y crecimiento personal.

El nivel de inseguridad física y la corrupción son dos problemas adicionales que no se tienen en cuenta en la gestión de gobierno.

A pocos meses de una nueva elección presidencial los partidos políticos se desangran en luchas intestinas de poder, olvidándose de la realidad que brevemente procuré describir.

Las historias y anécdotas que me comparten quienes han tenido la oportunidad de viajar a otros países queriendo explicar en qué ámbito y en qué circunstancia debemos trabajar merecen una columna exclusiva para describir las expresiones de asombro e incredulidad con la que responden los interlocutores.

En este contexto deben lidiar todos los días quienes dirigen las empresas u organizaciones que son la fuente genuina de empleo y crecimiento de cualquier país, sin excepción.

“MAL… PERO ACOSTUMBRADO” ha sido inmortalizado por el genial Roberto Fontanarrosa, (humorista, dibujante gráfico y escritor nacido en Rosario, provincia de Santa Fe) en el personaje representado por Inodoro Pereyra, que solía responder de ese modo cuando se le preguntaba cómo andaba.

“¿Pero no andará mal de la vista don Inodoro? Puede ser… hace como tres meses que no veo un peso”

Y ante la pregunta de por qué no trabajaba, respondía “Vago no soy… quizá algo tímido para el esfuerzo”. Pareciera que a través de tantos planes hemos fomentado la timidez…

Este pequeño espacio de humor sarcástico de nuestro entrañable Fontanarrosa que comparto, realmente lo hago para destacar aún más qué implica liderar en la Argentina.

Sin esta capacidad de RESILIENCIA que forzosamente han desarrollado los ejecutivos argentinos no sería posible que en un escenario con estos ingredientes las empresas continúen sobreviviendo.

Esta característica, LA RESILIENCIA, que la psicología comenzó a estudiar hace aproximadamente 30 años, fue tomada de la capacidad que tienen algunos materiales para recuperar su forma original tras haber sido sometidos a una presión o fuerza deformatoria.

Ser resiliente nos ayuda a enfrentarnos con los problemas de la vida y con las situaciones adversas con las que nos podemos ir encontrando; en este caso, en el ambiente laboral significa mantener cierto equilibrio emocional en medio del caos. Tampoco es sinónimo de inmunidad o invulnerabilidad; hay dolor y sufrimiento, pero se supera.

Los profesionales argentinos que emigran son reconocidos y se desarrollan profesionalmente porque, entre otras competencias, sobresalen la resiliencia, la creatividad, la innovación y la tolerancia a la frustración.

El problema es que un país no se desarrolla exportando talento. Por el contrario, se desarrolla reteniéndolo y para ello es necesario que la clase política actúe con racionalidad y sentido común.

“MAL… PERO ACOSTUMBRADO” sintetiza una realidad dolorosa e injusta con quienes apuestan al esfuerzo, al conocimiento y al compromiso.

Quedará para otra oportunidad “REMAR EN DULCE DE LECHE” y “TIRANDO PARA NO AFLOJAR, PERO CUIDANDO QUE NO SE CORTE”.
Fuente: El Entre Ríos

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