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Días atrás me llamó un empresario PYME para plantearme que él leía con mucho interés mi columna quincenal y que estaba de acuerdo con entender a la gestión como una profesión y, como tal, que tiene principios que la rigen, tareas que se deben cumplir y herramientas que se deben utilizar.

Fundamentalmente a los principios los consideraba claves para conducir cualquier tipo de organización. Me permitiré mencionarlos muy brevemente.

Orientación a resultados – Contribución a la totalidad – Concentración en lo esencial – Utilizar las fortalezas – Confianza mutua – Pensamiento positivo

Sin embargo, desde hace algún tiempo su atención se centraba en levantarse cada mañana sin saber en qué marco debía gestionar y por lo tanto dedicaba gran parte de sus horas a leer los distintos medios informativos, a escuchar los programas de noticias en la radio, además de esperar el informe de un asesor económico que lo ayudaba a entender las variables que impactaban en su empresa.

Me decía con cierto grado de frustración y tristeza que no tenía certeza sobre la disponibilidad de insumos para su proceso productivo, que todos los días se comunicaba con sus proveedores para saber si disponían o no de los mismos o cuándo podrían estar disponibles, que además no le podían pasar un precio de compra, solo un precio referencial condicionado al momento de la entrega.

Una mañana se levantó y se encontró con una devaluación del 22%, ya no podía respetar los precios que había transmitido a sus clientes, que tuvo noches en las que no podía conciliar el sueño porque, además, como no tenía certeza sobre los precios de reposición de stock, no sabía a qué precio facturar.

Que verificar cada mañana si se autorizaban las SIRA (Sistema de Importaciones de la República Argentina) solo sumaban estrés y desazón.

Que en los días siguientes le obligan a abonar una suma no remunerativa en dos cuotas sin que haya mediado ninguna posibilidad de analizar la viabilidad de esa obligación. “Trabajan conmigo 110 colaboradores…”

Me compartía que, como no tenía precios de ventas, tampoco sus ingresos eran los mismos, las cobranzas estaban demoradas y los bancos ofrecían líneas de créditos con tasas difíciles de asimilar en un escenario tan incierto. Por otro lado, las obligaciones impositivas si no se abonaban en término aplicaban multas o intereses punitorios con la presión adicional del embargo de las cuentas bancarias.

En un estado de ánimo muy afectado y tal vez haciendo una catarsis necesaria para no enfermar me decía “cambian las reglas de juego sin parar, las cargas impositivas son insoportables pero el Estado sigue incorporando personal a su nómina, hablan de austeridad y no dejan de gastar en viajes evitables, en comitivas injustificadas, en gastos en dólares cuando las reservas son negativas, en nuevos aportes extraordinarios para sostener el ineficiente aparato burocrático, borran con el codo lo que escriben con la mano casi al mismo momento. Tengo mucho más para contar del día a día, de las dificultades para conseguir personal calificado, de la falta de motivación y en varios casos de la irresponsabilidad en el cuidado de los elementos de trabajo, de las materias primas que se descartan por el descuido en el uso. Es que el mérito parece mala palabra, así liderar o gestionar es insalubre”.

Continuó su relato diciéndome “después se sorprenden con el cierre de muchas PYMES, de otras que decidieron radicarse en otros países o cuando las empresas multinacionales abandonan el territorio…”

Finalmente cerró sus comentarios con una reflexión que merece ser compartida:

“Si alguno de estos funcionarios alguna vez hubiese tenido que pagar una quincena, cumplir con los trámites de la burocracia rayana con la perversidad o tener la incerteza de no percibir sus salarios seguramente no harían las barbaridades que hacen. Debería ser condición necesaria para ocupar un cargo público que hayan pasado por la experiencia de ser Responsables Inscriptos en La Argentina”.

Separar las emociones negativas en los procesos de decisión para evitar el alto costo de malas decisiones es un requisito o condición básica para no lamentar peores consecuencias.

En un entorno de estas características lo que no debemos hacer es negarlo; lo debemos asumir para equivocarnos lo menos posible; no podemos dar lugar al pánico que paralice la gestión.

También habrá oportunidades porque no todos podrán sobrevivir a esta increíble y nefasta realidad, pero el origen y el costo de esas oportunidades es muy alto para cualquier sociedad

Debo admitir que liderar bajo estas circunstancias es insano. Es tal la irracionalidad del sistema político que quienes lo pueden superar sin dudas son auténticos líderes y los empresarios PYMES así lo están demostrando.
Fuente: El Entre Ríos

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