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En la cumbre de presidentes del Mercosur que se llevó a cabo en el día de ayer quedaron expuestas, otra vez, las grandes diferencias que Argentina tiene hoy con el resto de sus compañeros de barco, acudiendo a la misma analogía que usó Alberto Fernández cuando tuvo otro ríspido intercambio, aquella vez con el presidente uruguayo y durante la cumbre anterior. Ese día el presidente había sugerido que ¨si somos lastre para alguno, lo mejor es que cambien de barco¨.

Brasil, Uruguay, y en menor medida Paraguay, están impulsando una importante renovación del Mercosur, puntualmente en lo que se refiere al arancel común externo, el que quieren bajar agresivamente, y a la posibilidad de que los países hagan acuerdos comerciales de manera individual y no como grupo ante la falta de consenso.

La idea de actuar en un marco de consenso fue uno de los pilares constitutivos del Mercosur hace ya 30 años. Pero pasado ese largo periodo, y ante el estancamiento más la falta de resultados que exhibe la institución, y con un mundo que ha cambiado y mucho en ese periodo, es entendible que se busquen alternativas a ciertas y bien asentadas políticas proteccionistas del grupo.

El comportamiento de Argentina puede ser considerado hasta anacrónico en esta cuestión, reticente como ha sido el peronismo, el gran protagonista de la política argentina en el periodo, a aceptar políticas más aperturistas y modernas. Hoy se sigue hablando de aumentar la productividad como precondición de una mayor apertura, pero la única realidad es que el tiempo pasa y que en el caso de Argentina esa misma productividad no solo no sube sino que continúa bajando día tras día.

El gobierno de Alberto prefiere entonces defender banalmente consignas, sino falsas, al menos pasadas de moda, y enarbolando la bandera del consenso arremete contra los dos socios principales, Brasil y Uruguay. Esto no hace sino profundizar otros de los rasgos distintivos de esta administración, que es el creciente aislamiento internacional al que han sometido a nuestro país. En la región los lazos se han fortalecido con Venezuela, Bolivia y Nicaragua, mientras que en el resto del mundo la elección de aliados ha virado hacia Rusia y China, más allá de ciertas declamaciones europeístas de Alberto. Nuestros vecinos y socios tienen una visión mucho más pragmática e integrista, en la búsqueda de soluciones que le permitan integrarse más a este mundo nuevo mientras hacen crecer sus economías.

Por aquí seguimos aferrados a una receta que ha hecho que nuestras exportaciones estén estancadas hace ya mucho tiempo y donde cualquier cambo positivo ha sido resultado de una suba de precios con volúmenes de exportaciones que si varían es porque bajan. Según el especialista en comercio internacional Marcelo Elizondo, el Mercosur está todavía hoy ¨basado en un rígido modelo de unión aduanera, que solo alcanza el comercio físico y no a la economía del capital intelectual¨. La protección arancelaria, que en el caso de este bloque es altísima y casi triplica a la de otros, quedó obsoleta como herramienta comercial en tiempos donde pasaron a importar otros conceptos como patentes y propiedad intelectual.

Esta incapacidad del Mercosur para adaptarse a esta nueva coyuntura del comercio global explica entonces las ahora férreas posturas aperturistas de nuestros socios de bloque. Mientras tanto, resulta difícil de entender por qué Argentina insiste en querer defender a ultranza la suya, la que poco ha hecho para mejorar su posición relativa dentro del grupo, y mucho menos la del Mercosur frente a un innumerable de otros más exitosos bloques comerciales.
Fuente: El Entre Ríos

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