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Un conocido periodista, en un programa radial en el que se lo escucha todas las mañanas de lunes a viernes, emitido en una radio de su propiedad, se ha ocupado a lo largo de estos días? -y promete seguir haciéndolo en entregas sucesivas, como si se tratara de un salamín chajarisense de los que diariamente se le cortan dos o tres tajadas, y se los vuelve a guardar con la vana intención de que dure eternamente- tramos parciales de conversaciones telefónicas entre la señora de Kirchner y su más fiel escudero.
Todo hace pensar que se trata –de no existir un montaje, algo que en principio se descarta- de? intercambios por esa vía, consecuencia de una intervención judicial de los teléfonos de ambos interlocutores, y que habrían sido “filtrados” a quienes los está poniendo al aire, en dosis homeopáticas.
Los epítetos intercambiados en esas conversaciones –ya que quedaron muy atrás los tiempos en que hablar por teléfono era muy parecido a mandar un telegrama-? son verdaderamente horripilantes, máxime si se tiene en cuenta que están aplicados a “compañeros” e inclusive a los que siempre se supuso eran sus amigos. Todo ello en el caso que no se hace referencia a situaciones o estrategias utilizando términos de la misma laya.?? Palabras, modos y gestos de conventillos, con perdón de quienes vivieron alguna vez en una vivienda colectiva de ese tipo.

Pero no es de eso de lo que queremos en esta oportunidad? ocuparnos.? Sino del hecho que intervenciones a la privacidad, como es este caso, puedan llegar a difundirse públicamente, con la total impunidad. Y viniendo a satisfacer el apetito desarreglado de quienes –se percaten o no de ello- no hacen otra cosas que ser partícipes de una intrusión indebida en las vidas ajenas.

No es que desconozcamos la existencia de novísimas tecnologías que dan a las personas la oportunidad de hacer como que se desnudaran en público, cuando no ligeros de ropa entretenidos en vaya a saber qué tipo de juegos. También que quienes hacen de su vida la labor en un medio de comunicación, tienen locura por las “primicias” cuando no por la información que por razones diversas se trata de preservar de ojos y oídos ajenos. Un sentimiento similar al de todos aquellos que se vuelven verborrágicos al extremo cuando ven un micrófono que se aparece delante suyo. Pero todo es cuestión de límites. De allí que en el caso al que nos referimos? no se debería haber ido mas allá de las desavenencias de una líder política con miembros de su propia tropa. Un detalle. Pero hay detalles que importan y que son mucho más que el poder contar con una primicia.???????
El peligro que representa no consultar los prontuarios
Todos sabemos y a la vez sabemos poco y nada acerca de “prontuarios” Tendemos a asociar el término a la peor de sus acepciones, la misma que tenemos a flor de la labios cuando al nombrarse a una determinada persona, con razón y fácilmente la asociamos con el hecho de que “está prontuariado”.

Es que para nosotros en realidad cuando mencionamos el término, nos referimos no en forma principal sino de manera única y exclusiva y hasta excluyente al “prontuario penal” de alguien, entendiéndose por tal, a lo que se puede leer en algún texto legal, es un documento público que da fe de la identidad de una persona y de las anotaciones judiciales en materia penal que registra.

En tanto, de tener la curiosidad de bucear en los orígenes de la palabra, nos encontraríamos con una expresión latina que no viene al caso transcribir y que alude a “un lugar donde deben estar las cosas prestas y dispuestas para el uso y consumo”. O sea, ni más ni menos, que un armario o despensa (¡!)

De allí hay un paso para darnos cuenta que en nuestra lengua se viene a hablar casi de los mismo, cuando en los diccionarios se señala que con esa palabra se describe “una anotación donde se recogen brevemente los aspectos esenciales de algún asunto para su fácil consulta y recuerdo”.

Dado lo cual es totalmente correcto que al hacer referencia a un “prontuario judicial” dentro del ámbito jurídico, se tiene por tal al documento “que ofrece en formato papel o en formato digitalizado a jueces, fiscales y otras profesiones jurídicas, un instrumento o guía de uso sencillo y ágil, para dar respuesta a las cuestiones que se pueden generar ante la existencia de elementos internacionales en un proceso cualquiera que sea su índole”

Todo lo cual nos lleva a la conclusión –estamos abiertos a escuchar la opinión de los que puedan disentir con ella- que el prontuario, ese vocablo que suena tan feo y en ocasiones hasta molesto en el oído de todos, no viene a significar otra cosa que una base actualizada de datos personales, de un determinado universo de personas. Descripción en la que remarcamos lo de “actualizada”, indicación necesaria también para todo prontuario de cualquier tipo, ya que resulta evidente que contar con un instrumento de este tipo que “no está al día”, si bien puede ser útil, a la postre sirve de bien poco.

Y si nos hemos metido en lo que cabe considerar un berenjenal – dicho esto como figura conocida, ya que a decir verdad nunca nos hemos metido en uno que hortícolamente hablando lo sea- es como consecuencia que el gobierno nacional “ha visto renunciar” a uno de sus altos funcionarios, cuestionados no tanto por tener una cuenta bancaria en la pequeñísima , pero al parecer muy concurrida por personas que se mueven en ciertos círculos, Andorra, un fósil principado que cogobiernan según se menta el estado … y el Obispado de Urgell, en una de las entidades bancarias de cuyas calles principales están antiborradas. Funcionario renunciante él, quién a estar a sus dichos la había hecho la “gauchada” – palabra que en este caso es doblemente correcta ya que si el renunciante es argentino su amigo es uruguayo- a un empresarios del negocio de los jugadores de futbol, inhabilitado judicialmente para operar bancariamente.

Los que nos lleva a darles el consejo, a quienes ocupan el gobierno, que estando como estamos en la actualidad no solo “todos prontuariados”, sino a la vez doble, triple y hasta infinitamente así, desde fuentes diversas que terminan conociendo de cada uno de nosotros mucho más de lo que por si sabemos, creyendo saberlo todo, es más que recomendable, y puede ser totalmente exigibleque antes de nombrar a nadie para cualquier cargo, se consulte una “base de datos”. Máxime si se tiene en cuenta que el ahora renunciante supo moverse en el ámbito de ese tipo de empresarios – tan afectos a las triangulaciones y contratos de precios brumosos- en las que vino a encontrase con ese amigote que le resultó fatal.

Recomendación que la hacemos públicas, y con ansias fervientes de que sean escuchados por un gobierno, por tratarse de uno al que creemos con hambre de transparencia y de incorporar a sus equipos personas no solo idóneas sino honradas.

Ya que de tratarse de otro tipo de administraciones a las que se las ha visto y se las ve despreocuparse de cuestiones de prontuario” estaríamos ocupándonos del tema de otra forma.

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