Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Lo repiten hasta el hartazgo muchos economistas, cuando Argentina se queda sin dólares el gobierno y todos los demás estamos en problemas. Aparecen las restricciones, los cepos o ultracepos, y a continuación comienza a ahondarse la brecha con el dólar libre, que en sus distintas versiones se refiere a aquellos en el que solo transan los privados, llámese dólar billete, MEP o cable.

Hoy esa brecha, en niveles del 80%, preanuncia turbulencias importantes y duraderas. Con brecha cambiaria no hay posibilidades de crecimiento. Mientras la brecha subsista, Argentina crecerá poco y nada y el estado no podrá hacerse de dólares ni aumentar sus reservas, condición sine qua non para poder atender importaciones o cualquiera de las múltiples obligaciones financieras que el país y sus ciudadanos tienen con el mundo. De hecho en lo que va de este año Argentina ha tenido un superávit comercial de casi 10 mil millones de dólares y el Banco Central no pudo hacerse de ni siquiera uno de esos dólares.

Ahora, para que la brecha baje hace falta previsibilidad y reglas de juego claras, algo que todos sabemos que el gobierno de Alberto no está ofreciendo, al mismo tiempo que se produzca una baja en la velocidad de emisión. La emisión monetaria ha llenado la calle de pesos y ese exceso encuentra en la demanda de dólares un destino natural. Tan natural, que hace unos pocos días el presidente salió a justificar a aquellos que utilizan la ayuda del IFE para comprar dólares usando parte de la cuota mensual autorizada de 200 verdes.

Cuanto más amplia la brecha, mayor el incentivo entonces para comprarle dólares oficiales al Central para luego revenderlos con una excelente ganancia en el mercado paralelo. Tanto es el negocio que en este agosto se estima que casi un millón de argentinos compraron dólares, muchísimos con la idea de hacer una diferencia segura y rápida. Este rulo debería costarle al Banco Central casi mil millones de dólares de sus reservas solo en este mes. Una cantidad por cierto imponente si se calcula que las reservas liquidas en stock están el orden de los 6 mil a 8 mil millones de dólares y que explican las dudas respecto a la futura continuidad de esta facilidad.

¿Por qué hay tantos pesos en la calle? Este festival de emisión se explica casi exclusivamente por la pandemia, que ha obligado al estado a aumentar exponencialmente sus gastos mientras sufre una caída muy importante en la recaudación. Hoy, aproximadamente la mitad de lo que gasta el estado se financia con emisión y si en los próximos meses la recaudación no mejora o el gasto comienza a moderarse las consecuencias inflacionarias serán mayúsculas e inevitables.

Entonces, como todo tiene que ver con todo, si Argentina quiere volver a generar esos dólares, que tanto necesita y hoy no tiene, no le quedará otra alternativa que reducir el gasto público. Y reducir el gasto público, algo que además el Fondo Monetario seguramente exija cuando se siente a mantener conversaciones formales con nuestro Ministro Guzmán, ciertamente conspira contra la disparatada teoría que muchos de nuestros gobernantes, incluidos algunos en nuestra provincia, sostienen respecto de que debe ser el estado quien lidere la recuperación económica de nuestro país.

Con un estado fundido y sin herramientas, la única plataforma de crecimiento sostenible la ofrece el tan vilipendiado sector privado al que el viernes pasado, vía DNU, se ocuparon de darle otro machetazo. Con una restricción externa tan severa como la que hoy tenemos, cualquier intento de salir de esta situación de fragilidad extrema continuando con la insalubre práctica de emisión descontrolada es sinónimo de mayor pobreza y segura ruina económica. Aunque más no sea por razones egoístas, su propia supervivencia política, nuestra dirigencia debería entender esto de una vez por todas.
Fuente: El Entre Ríos

Enviá tu comentario