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Máximo Kirchner
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Máximo Kirchner
Esta semana el gobierno logró dar media sanción al impuesto a la riqueza promovido por los diputados Kirchner y Heller. Ahora, el proyecto será tratado en comisión en el Senado la semana próxima y es muy probable se convierta en ley antes de fin de año. Con este impuesto, que alcanzaría a unos 12 mil contribuyentes con patrimonios superiores a los 200 millones de pesos, el gobierno espera recaudar en los próximos meses unos 300 mil millones de pesos. Este gravamen, al que se le ha denominado aporte extraordinario, se cobraría por una única vez e implicaría que, sumando el impuesto a los bienes personales, algunos contribuyentes tengan que aportar de una vez hasta el 7.5% de su patrimonio.

Agobiado por la necesidad imperiosa de tener que realizar un ajuste inevitable, que para peor de males no garantiza que zafemos de una devaluación y un descalabro social y económico mayor al que estamos viviendo, el gobierno decidió avanzar con este impuesto como una manera de satisfacer a su ala más dura y populista, que es el kirchnerismo de paladar negro. Con la inversión en mínimos niveles históricos, inferior al 10% del producto, la actual administración no solo se ocupó de consolidar este piso sino que también ahora va en búsqueda de un nivel aún más bajo.

Si queremos salir de la actual crisis, que ya compite con las más graves de nuestra historia, necesitamos de recursos liberados y de una confianza recuperada. Con tamaña acción como la del mencionado impuesto, el gobierno se asegura que quienes tienen capacidad de invertir y crear empleo formal solo estén pensando a qué otro país se van a ir a vivir. Sincerémonos, lo que acaban de legislar está reñido con la lógica y el sentido común. Imagínese que usted trabajó duro, construyó un capital, sobre el que tuvo que pagar impuestos, y ahora le dicen que sobre ese stock generado va a tener que volver a pagar impuestos, equivalentes a 4, 5, 6 o 7% de su patrimonio. Y es más, si bien le dicen que tiene carácter de excepcional, por otro lado no le aseguran que el año próximo no se lo vuelvan a cobrar. ¿Qué hace usted ante ese escenario? Lo más probable es que diga ¨me las tomo¨.

Es cierto que este nuevo impuesto tiene carácter confiscatorio, muy probablemente también sea anticonstitucional, pero tal vez lo más relevante, y lo más triste de saber, es que esta acción del Frente de Todos otra vez deja en evidencia que nuestra dirigencia política está dispuesta a hacer lo que sea para mantener sus privilegios corporativos. Además, también deja de manifiesto su supina ignorancia. Matar a la gallina de los huevos de oro -llevar el acto al extremo del desplume total-, demuestra su incapacidad para entender cómo se genera riqueza en un país. Definitivamente eso no se logra desplumando a la única gallina que queda, sino haciendo todo lo contrario, esto es tratando de que la gallina se reproduzca.

El estado argentino, quebrado como está, no va a ser el motor de recuperación de la economía argentina. Sacarle recursos a los sectores más dinámicos de la economía para seguir alimentando un estado elefantiásico, que ya se lleva más de 40 puntos del producto bruto, no tiene ningún sentido. Es una garantía total de que seguiremos en una realidad de estancamiento perenne y con una continua destrucción del empleo formal e informal.

Y no es solo que este estado no genera crecimiento. Tampoco provee los servicios más esenciales, como seguridad, educación y salud. Las prestaciones en todos los rubros son paupérrimas, sobre todo considerando que los recursos han estado disponibles. Que una buena parte del presupuesto se vaya en ayuda social, algo que el actual gobierno ve como motivo de orgullo, es en realidad un claro síntoma de la gravedad de nuestra situación. ¿Se preguntarán nuestros políticos porqué llevamos cincuenta años de barranca abajo? Seguramente no es por el modelo de país que tenemos y que insisten en inculcarnos que es el ideal.

Argentina tiene desde hace mucho tiempo un severo problema, una capacidad casi nula de atraer capitales, lo que explica lo exiguo del rubro inversión. Solo aquellos locales con capital ya hundido y con una fuerte conexión afectiva con su lugar de origen son los que han seguido invirtiendo en el país, fenómeno que se ve sobre todo en los sectores agrícola y agroindustrial. Con la extrema falta de confianza con la que hoy convivimos, se hace difícil pensar que algo cambie en el corto plazo. Como decimos siempre, no se pueden esperar resultados distintos haciendo siempre lo mismo. Lección que parece todavía tiene que aprender el diputado y recién llegado Máximo Kirchner.
Fuente: El Entre Ríos

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