El botín fue claro y preciso: se llevaron dos relojes Citizen de alta gama, una bolsa con oro y plata, alianzas de oro que se exhibían y el dinero que había en una caja. Aún más extraño es el robo al conocerse que el dueño estaba de viaje en Buenos Aires en pos de realizar varios trámites, otro dato que el malviviente podría ya conocer al momento del delito. Es decir que el o los delincuentes sabían que el dueño no estaba, que el comercio no tenía alarma y cuáles y dónde estaban los elementos con más valor y el dinero. Además "no había nada desordenado, roto ni tirado", según lo averiguado por el periodista.
"Se llevaron (o se llevó) gran valor en joyas y en dinero, aunque no supieron precisar la cantidad exacta. El dueño no supo dar un número, pero sí se sabe que se llevaron lo más valioso de toda la joyería".
"Al lado funciona la inmobiliaria Palma, que tiene una cámara con un ángulo de captación bastante importante, así que se supone que puede ser útil como para saber quién ha robado. Nadie vio, nadie escuchó de los vecinos, ni los cuidadores de la galería. Fue un robo de los raros", concluyó.