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El Instituto Becario asistió a Michelle
El Instituto Becario asistió a Michelle
El Instituto Becario asistió a Michelle
La situación en la que vive Michelle Ríos, hecha más de penurias que de esperanzas y menos aun de realidades gratificantes, que son las dos últimas las que más importan, se repite como si hubiera sido calcada en un número indeterminable de niños y adolescentes que viven en el mismo estado, aunque su nombre –esta vez ignoto- sea otro. No en balde, las estadísticas oficiales señalan que seis de cada cuatro menores son pobres; aunque importaría tanto o más el saber la proporción de ellos que viven en estado de indigencia.

Aquella, su biografía todavía incompleta, es conocida en todas partes, “gracias a una nota periodística” (!!), que al mostrarla lo hace también con tantos otros como ella. Viven en lo que hoy ha dado en llamarse un “barrio popular” –con la intención no lograda de quitar a su mención toda nota estigmatizante- en unas lamentablemente no del todo conocidas viviendas harto precarias como única menor, con sus 12 abriles, miembro de una familia recompuesta.

Con un padrastro que se empeña en lograr que ese núcleo subsista con el fruto de sus espaciadas changas, y con una madre que trabaja como “temporera”, cosechando arándanos. Cuentan con un único teléfono celular para todo el grupo, el que no siempre está en condiciones de funcionar, porque falta el dinero con el que comprar la tarjeta para cargarlo.

Llegar a la escuela secundaria, donde ha comenzado a cursar el segundo año, recorriendo un trayecto de casi dos horas desde el Mendieta, significa ya de por sí solo un esfuerzo, y, por lo que cuenta, su aprendizaje se ha vuelto precario como consecuencia de la “enseñanza no presencial” en la que apenas está en condiciones de adentrarse.

Volvamos a preguntarnos y a preguntar: ¿cuántas Michelle es dable encontrar a lo largo y a lo ancho de nuestro país? Aunque sí, es necesario destacar una determinación presente en ella que no se repite en muchos otros. Cual es la de tener, al menos todavía, un proyecto difuso de vida, pero proyecto al fin, entre tantos que mantienen caídos los brazos, sin siquiera ser conscientes que de esa manera cancelan la idea de todo auténtico futuro.

Como consecuencia de la nota periodística indicada más arriba, vimos aparecer a ese Estado que se dice presente y gracias a eso Michelle dejó de ser el número de una estadística y se corporizó como una persona. Resultado del azar, como si fuera lograr un premio en una lotería. Ya que de una manera explicable –y a la vez inexplicable- debe advertirse que las contradicciones no son nuestras: ese Estado hoy presente, estaba ausente, hasta el instante de la “corporización” de Michelle, producida cuando se le acercara el Instituto Becario Provincial para otorgarle una beca, poniendo de manifiesto su impotente mala práctica.

Una circunstancia que vino también a destacar de esa manera, con una ingenuidad nada inocente, la Subdirectora del mencionado Instituto, cuando manifestó en la ocasión de ese otorgamiento de beca a Michelle que “el barrio Mendieta es un lugar muy necesitado en el que no hay conectividad directamente, por eso le transmití a la mamá de Michelle que si sabía de otro caso nos avisara para trabajar también”. Remarquémoslo: “si la mamá de Michelle sabía de otro caso, que nos avisara”.

Palabras que vendrían a mostrar que el Estado se haría presente cuando los necesitados se corporizan delante suyo, y no de otra manera; ya que al parecer, ese Estado sedicente Providencial no sale a buscarlos.

Entre tanto, en el caso de Michelle, como mucho lo tememos y por eso lo advertimos, a la vez que sinceramente no lo deseamos, se hace presente la terrible posibilidad con la que ella se enfrenta –igual que todas las otras Michelle de nuestra patria- cual es que esa “lotería”, en el caso fortuito de tocarles como a ella lo ha hecho, no sea sino “una primavera que dure tan solo un día”, para después apagarse.

Ya que resulta claro que el haber sido becada, tanto en su caso como de tantas otros, la magnitud de la misma, sus posibilidades de remontar la cuesta son de una magnitud, que solo podría superarla de ser “premiada con otra lotería”.

Dada la circunstancia incuestionable que el proyecto de futuro de Michelle no depende tan solo de su empeño, sino de una modificación de todo su entorno. De su entorno más próximo y el más lejano. Ya que no se debería olvidar que el mismo Presidente de la Nación, en alguna de sus declaraciones desafortunadas, ha minimizado el valor del mérito como virtud social, y denostado a la meritocracia.

Es que nos encontramos ante una clase de asuntos, cuya seriedad no puede negarse. Dado lo cual lo más sensato y prudente es que las “soluciones” individuales es mejor llevarlas a cabo en respetuoso silencio.

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