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Raúl y Fernando Marsó en París.
Raúl y Fernando Marsó en París.
Raúl y Fernando Marsó en París.
Con la confirmación del primer caso de gripe aviar en la Argentina, los productores del rubro se preparan para hacer frente a la enfermedad, prevenir el contagio y rearmar el mercado. Raúl Marsó, presidente de la empresa “Las Camelias” (departamento Colón), compartió su visión con El Entre Ríos.

“Hace más de 20 años que la influenza aviar está recorriendo el mundo, así que sabíamos que podía llegar e incluso aparecer en aves comerciales”.

“Tiene como lugares de acción las aves silvestres, las domesticas y las comerciales; a las que se suman los mamíferos”.

“La enfermedad se confirmó en aves comerciales, lo que llevó a que el gobierno y el Senasa se autoimpongan la exclusión de las exportaciones. La medida por supuesto nos afecta, porque tenemos que readecuar el mercado”, señala el empresario.

“No tenemos otra información del gobierno ni de qué harán los países. Por ahora, lo que debemos transmitir a toda la gente relacionada a la avicultura, es a ser más cuidadosos”.

El productor indica que el establecimiento rionegrino donde se presentó el primer caso argentino “es de las mejores granjas del país”. Considera como posibilidad que el virus “haya sido arrastrado al galpón por los propios operarios al no cambiarse el calzado o no cumplir con alguna norma de bioseguridad. Pero es una suposición”.

“Todos esperábamos que sea en Entre Ríos, Santa Fe, Buenos Aires, donde hay más producción avícola, pero fue en la Patagonia, lugar donde nunca me hubiese imaginado. Menos en esta firma, de la que conozco a sus dueños y sé la gran reinversión que han hecho en este negocio”, afirma.

“Hay que ser muy cuidadoso con las aves libres que puedan entrar a las granjas y con lo que podamos transmitir nosotros con la ropa, el calzado o la higiene personal”.

“Las aves de traspatio (domésticas), que están en el gallinero de campos y ciudades, es uno de los principales reservorios de este virus. Es muy lindo ver a las gallinas picotear en el campo, comiendo lombrices y haciendo una vida libre, pero es altamente peligroso, porque incluso pueden ser portadoras sanas de la enfermedad y terminan infectando al resto”, agrega.

A la vez, Marsó hace hincapié en que “no hay transmisión de humano a humano y para que una persona se contagie de un ave, esta debe estar viva y convivir con ella, sin ningún tipo de control. No es de la forma que trabajamos en Argentina, Brasil, México ni EE.UU.”.

El virus tampoco se transmite por ingerir un ave contaminada, sino “a través de secreciones, cuando está viva. Hay que llevarle tranquilidad a la gente de que no hay inconvenientes por el consumo”.

Consultado sobre la posibilidad de que el cese de las exportaciones influya en el precio del pollo en el mercado interno, responde: “Una mitad de la biblioteca te diría que tendría que aumentar y la otra mitad que va a bajar. No se sabe. Si la mortandad de aves por esta enfermedad se generaliza, vamos a tener menos producción, con lo cual tendremos mayores precios. Si los mercados internacionales no nos abren, vamos a tener más productos para el mercado interno, por lo que el precio debería bajar. Esto es de final incierto”.

“Lo que tenemos que hacer aquí y ahora es preocuparnos por las condiciones de bioseguridad en cada uno de los lugares de trabajo de todas las empresas y de todos aquellos que tienen alguna relación con las aves”.

“He visto que los países que atravesaron esta situación han salido de ella. Por supuesto que nadie salió ileso desde el punto de vista económico”.

“Creo que el Senasa ha hecho bien las cosas al estar alerta. Ahora debemos ver con el gobierno cómo vamos a trabajar”, concluye.
Fuente: El Entre Ríos

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