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La noticia no sorprendió, pero de todas formas retumbó como chillido de parqué en el ambiente del básquet. A los 43 y tras 24 años de carrera se retiró Paolo Quinteros. Profesional al 100%. Un ganador de raza. Multicampeón de LNB con distintas camisetas. La rompió en su paso por España con dos ascensos a la ACB. Formó parte de la Generación Dorada y se colgó una medalla de bronce en Beijing.

Lo anunció en sus redes sociales la semana pasada, con la LNB en marcha y sin ofertas tentadoras para cumplir su anhelo de continuar una temporada más. “Venía olfateando que Regatas no iba a renovarme. Mi intención era jugar un año más. Salí al mercado, me puse una fecha límite y la verdad casi no tuve propuestas de Liga Nacional. Ahí entendí que era el momento y dije hasta acá llegamos”, soltó sin vueltas el escolta oriundo de Colón que cerró un exitoso ciclo de una década en el Remero correntino, donde obtuvo un título nacional y otro sudamericano.

“Hacía rato que había tomado la decisión y se le había comunicado a mi círculo íntimo y mi agente. Faltaba hacerlo público y elegí comunicarlo durante mi estadía en Colón”, agregó el medallista olímpico con la GN en Beijing 2008. Conocida la noticia y durante su estadía en la ciudad fue homenajeado en Club La Armonía, donde hizo inferiores, y La Unión, entidad donde debutó profesionalmente jugando TNA entre 1997 y 2000. “Fueron muy emotivos los reconocimientos. Ver compañeros de infantiles en La Armonía me trajeron lindos recuerdos”, señaló.

Al menos por el momento Quinteros descartó de plano continuar ligado al básquet. Todo lo contrario, familia, descanso y nuevo emprendimiento: “Estoy radicado en Corrientes, va a ser una etapa muy linda y distinta a lo que me acostumbré muchos años y con nuevas responsabilidades. En lo laboral, me recibí de Martillero y Corredor Público Inmobiliario y voy a intentar ejercer. Desde lo familiar, estamos esperando un hijo con mi novia, va a ser maravilloso y quiero disfrutarlo”, contó. Y añadió: “Estoy haciendo cosas que antes eran imposibles como jugar al pádel, golf. Canalizo todo por ahí. Por un lado tengo que tratar de volcar esa adrenalina. Con eso hago ejercicio. Pero también tengo ganas de descansar el cuerpo después de tantos años. Todo lo que hago lo hago con menor responsabilidad, en su debido momento, con súper tranquilidad. No se me cruza por la cabeza hoy continuar en el básquet. Si en su momento me dan ganas veremos. Necesito hacer otras cosas. Vienen nuevas responsabilidades y solo pienso en eso”.

Fueron dos décadas y media de no parar de competir al máximo. Escalón por escalón. Desafío tras desafío. Pelear por ascender en el TNA, ganar el Más Argentino con la Verdiroja, jugar y ser campeón de LNB y Sudamericano con Estudiantes de Olavarría y Boca Juniors. Vestir la Albiceleste y quedar en la historia con la Generación Dorada siendo bronce en Beijing. Irse al viejo continente y lograr dos ascensos a la ACB con Baloncesto León y CAI Zaragoza. Volver y demostrar la vigencia en LNB dejando un legado imborrable en Regatas, repitiendo la doble corona.

A un costado del camino, observando lo recorrido, Paolo aprueba el balance netamente positivo: “Cuando empecé a picar la pelota obviamente veía todo muy lejano. También cuando empecé a jugar como profesional. A medida que iba creciendo como jugador y mejorando mi nivel las metas fueron siendo otras. Buscaba nuevos objetivos a corto plazo y con esfuerzo y sacrificio se fueron dando. Gracias a Dios pude cumplir todos mis objetivos. Soy un privilegiado en ese sentido. También creo que todo se dio gracias al esfuerzo y a la constancia. A ir por los sueños. Si uno se lo propone y trabaja lo suficiente cumplirlos. No toda mi carrera fue color de rosa, tuve muchos inconvenientes, pero jamás bajé los brazos”.

Agradecido por la infinidad de saludos recibidos por el ambiente de la americana, Quinteros cerró: “Todos los mensajes fueron muy lindos y emotivos. En competencia uno no toma dimensión de lo que fue logrando. Hoy que puedo mirar hacia atrás empiezo a tomar dimensión”.
Fuente: El Entre Ríos

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