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La red de Padres Organizados por la Educación (PadresOrg) realizará este viernes 27 y sábado 28 de noviembre distintas actividades para visibilizar y concientizar a la sociedad sobre la importancia de la vuelta a la presencialidad y el inicio del ciclo lectivo 2021.

Se trata de una doble jornada de manifestaciones públicas y abiertas en lugares emblemáticos y centrales de distintos puntos del país, como la Plata, Rosario, Olivos, Pilar, San Isidro, Córdoba, Salta, Mar del Plata, Chaco, Santa Fe, Tucumán, Entre Ríos, Rafaela, Rio Cuarto, Neuquén, Santa Cruz, San Juan, Calafate, Puerto Madryn, Bariloche, Cipolletti, Comodoro Rivadavia y Misiones, entre otros.

A través de aulas abiertas, clases públicas, intervenciones artísticas, sueltas de globos, actividades lúdicas, plásticas y artísticas orientadas a niños y adolescentes, se convoca a las familias a concurrir y acompañar el pedido de la vuelta a clases presenciales y la declaración de la educación como una actividad esencial.

En todos los casos, el pedido consiste en que el ciclo lectivo 2020 permita un cierre presencial en todos sus niveles y un plan concreto de vuelta a las aulas de cara al año 2021.
Poner en agenda la vuelta a la escuela
Desde Padres Organizados Entre Ríos, la colonense Paula Insani explicó a El Entre Ríos que la iniciativa “surgió hace varios meses cuando empezó a haber evidencia de que los chicos no eran vectores significativos de contagio y viendo la experiencia en otras partes del mundo donde las escuelas se mantenían abiertas”.

Padres Organizados Entre Ríos forma parte, a su vez, de Padres Organizados a nivel nacional. “Somos padres con hijos en edad escolar, preocupados por la situación de escolaridad. Difundimos información para que se ponga en agenda la vuelta a la escuela, entendiendo que no hay riesgo de que se potencie la curva de contagio en las escuelas abiertas y que sí hay un riesgo enorme en la salud psico-eomocional de los chicos al no asistir.

En la ciudad de Colón, la actividad tendrá lugar este viernes, desde las 17.30, en el puerto.
Riesgos y beneficios
Entre los artículos científicos e informes oficiales que difunde la agrupación Padres Organizados, uno de los puntos salientes es la transmisibilidad. “Los niños no son superdrivers de COVID-19. En las escuelas son los niños los que se contagian más de los adultos y no al revés. En consideración de riesgos y beneficios, las escuelas deberían abrirse”.

En ese sentido, se indica además que “la enfermedad grave en niños por COVID es infrecuente” e incluso “parecen tener menos posibilidades de contraer la infección. Los niños con condiciones respiratorias, neurológicas o cardiológicas previas no parecen tener un riesgo diferente ante COVID-19 que ante otros virus respiratorios. 

En cuanto a la mortalidad, datos oficiales al 22 de octubre, indican que en EE.UU. la mortalidad por coronavirus en los niños representa el 0% al 0,23% de las muertes, mientras que 16 estados reportan 0 muertes infantiles.

En Europa también es un evento muy infrecuente. En el estudio se observa una tasa de mortalidad del 0,69%, pero se indica que probablemente está sobreestimada porque no se tomaron en cuenta los casos leves y se sostiene que la mortalidad debería estar en torno a lo calculado en un estudio en China de mortalidad de 0,1% en menores de 19 años.
Costos sociales y económicos
En otro punto, sostienen que “el cierre de escuelas conlleva altos costos sociales y económicos para las personas en todas las comunidades y es particularmente severo para los niños más vulnerables y marginados y sus familias.

“Las interrupciones resultantes exacerban las disparidades ya existentes dentro del sistema educativo, pero también en otros aspectos de sus vidas”, agregan. Y entre ellas enumeran:
Aprendizaje interrumpido: La escolarización proporciona un aprendizaje esencial y cuando las escuelas cierran, los niños y jóvenes se ven privados de oportunidades de crecimiento y desarrollo. Las desventajas son desproporcionadas para los estudiantes desfavorecidos que tienden a tener menos oportunidades educativas más allá de la escuela.
Nutrición deficiente: muchos niños y jóvenes dependen de las comidas gratuitas o con descuento que se brindan en las escuelas para obtener alimentos y una nutrición saludable. Cuando las escuelas cierran, la nutrición se ve comprometida.
Confusión y estrés para los maestros: cuando las escuelas cierran, especialmente de manera inesperada y por períodos desconocidos, los maestros a menudo no están seguros de sus obligaciones y de cómo mantener conexiones con los estudiantes para apoyar el aprendizaje. Las transiciones a las plataformas de aprendizaje a distancia tienden a ser complicadas y frustrantes, incluso en las mejores circunstancias. En muchos contextos, los cierres de escuelas dan lugar a licencias o separaciones de los profesores.
Los padres no están preparados para la educación a distancia y en el hogar: cuando las escuelas cierran, a menudo se les pide a los padres que faciliten el aprendizaje de los niños en el hogar y pueden tener dificultades para realizar esta tarea. Esto es especialmente cierto para los padres con educación y recursos limitados.
Desafíos para crear, mantener y mejorar la educación a distancia: La demanda de educación a distancia se dispara cuando las escuelas cierran y, a menudo, sobrepasa los portales existentes a la educación a distancia. Trasladar el aprendizaje de las aulas a los hogares a gran escala y con prisa presenta enormes desafíos, tanto humanos como técnicos.
Brechas en el cuidado de los niños: en ausencia de opciones alternativas, los padres que trabajan a menudo dejan a los niños solos cuando las escuelas cierran y esto puede llevar a comportamientos de riesgo, incluida una mayor influencia de la presión de los compañeros y el abuso de sustancias.
Costos económicos elevados: los padres que trabajan tienen más probabilidades de faltar al trabajo cuando las escuelas cierran para cuidar a sus hijos. Esto da como resultado una pérdida de salarios y tiende a afectar negativamente la productividad.
Tensión involuntaria en los sistemas de salud: los trabajadores de la salud con niños no pueden asistir fácilmente al trabajo debido a las obligaciones de cuidado de niños que resultan del cierre de escuelas. Esto significa que muchos profesionales médicos no se encuentran en las instalaciones donde más se necesitan durante una crisis de salud.
Mayor presión sobre las escuelas y los sistemas escolares que permanecen abiertos: los cierres de escuelas localizados suponen una carga para las escuelas, ya que los gobiernos y los padres redirigen a los niños a las escuelas que permanecen abiertas.
Aumento de las tasas de deserción escolar: es un desafío garantizar que los niños y jóvenes regresen y permanezcan en la escuela cuando las escuelas vuelvan a abrir después del cierre. Esto es especialmente cierto en el caso de cierres prolongados y cuando las crisis económicas ejercen presión sobre los niños para que trabajen y generen ingresos para familias con dificultades económicas.
Mayor exposición a la violencia y la explotación: cuando las escuelas cierran, aumentan los matrimonios precoces, se recluta a más niños en las milicias, aumenta la explotación sexual de niñas y mujeres jóvenes, los embarazos de adolescentes se vuelven más comunes y el trabajo infantil aumenta.
Aislamiento social: las escuelas son centros de actividad social e interacción humana. Cuando las escuelas cierran, muchos niños y jóvenes pierden el contacto social que es esencial para el aprendizaje y el desarrollo.
Desafíos que miden y validan el aprendizaje: las evaluaciones programadas, en particular los exámenes de gran importancia que determinan la admisión o el avance a nuevos niveles e instituciones educativas, se desaniman cuando las escuelas cierran. Las estrategias para posponer, omitir o administrar exámenes a distancia generan serias preocupaciones sobre la equidad, especialmente cuando el acceso al aprendizaje se vuelve variable. Las interrupciones en las evaluaciones resultan en estrés para los estudiantes y sus familias y pueden desencadenar la desconexión.

Según este informe, la falta de clases presenciales también tendría un impacto negativo en el aprendizaje, los abusos no denunciados, la pobreza y el trabajo infantil. Además, habría incrementado en los niños los trastornos mentales, el sobrepeso y la obesidad.

A estos efectos nocivos, en las niñas se sumarían embarazos adolescentes, matrimonio precoz y mayor tasa de deserción escolar, entre otras cosas.

Para más información: @PadresOrg / @PadresOrganizadosEntreRios 
Fuente: El Entre Ríos

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