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No alcanzaría una vida para recorrer y ponderar tantos paisajes que regala el Río Uruguay a lo largo de sus casi 1.800 kilómetros de extensión, desde sus nacientes en Brasil, pasando por los Saltos del Moconá, los bancos de arena de sus innumerables islas, hasta llegar hasta su desembocadura en el laberíntico delta que amortigua sus aguas antes de llegar al Río de la Plata.

Apenas unas semanas pasaron de la última inundación y el río, con muy poca agua, regala al final de este mes de febrero paisajes soñados, como este que fuera captado por el Drone de El Entre Ríos en la zona de Salto Chico, en Concordia, en horas del atardecer.
Salto Chico, un lugar de ensueño donde afloran los misterios del Río Uruguay
¡Cómo habrá sido de encantador el Salto Grande si su hermano menor es tan hermoso! La reflexión surge casi naturalmente en aquellos que no alcanzaron a conocer el lugar que fuera aprovechado para construir la Represa Binacional de Salto Grande.

El sobrevuelo fue llevado a cabo en momentos en que la altura del río frente al puerto de Concordia alcanzaba dos metros. Es decir, 13 menos que los casi 15 a los que llegó en la reciente crecida, a mitad de enero.

Las rocas del salto, las aves, el sol del atardecer, el agua colándose en pequeñas cascadas, los pescadores, se conjugan para ayudarnos a recuperar la conciencia agradecida por el lugar en el que nos ha tocado nacer, tan pleno de belleza natural.

Tanto Concordia como su vecina uruguaya Salto son localidades que en gran parte deben su origen a esas rocas que impedían seguir a los navegantes, que iban hacia el sur con la yerba mate y la madera o remontaban hacia el norte para abastecer a las misiones.

Si esas piedras pudieran hablar, seguramente se emocionarían al recordar el éxodo del pueblo oriental, con el General José Gervasio Artigas a la cabeza, cuando cruzaron el río y se instalaron a escasos metros del Salto Chico.

O tal vez relatarían la llegada imprevista de Saint-Exupéry, aterrizando con su avión en inmediaciones del castillo y encontrándose con un mundo mágico que luego lo inspiraría en sus obras.

Para redescubrir al Salto Chico habría que mirarlo como si fuera la primera vez, dejándonos asombrar tanto como el escritor francés.

O, con ojos de niño, descubrir "El baile del duende", como se titula la canción que acompaña al video, interpretada por el gran Raúl Barboza.
Fuente: El Entre Ríos

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