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Entre Ríos ya tiene sus candidatos para las PASO y las listas nos dejan algunas conclusiones, tanto por los nombres que están como por los que no están. Su análisis resulta particularmente interesante y nos brinda elementos respecto de cual puede llegar a ser la ingeniería electoral de los principales partidos en el 2019, cuando el plato fuerte de la gobernación entre otra vez en disputa.

Por el lado del peronismo, se observa que Bordet ha podido unificar a sus distintas vertientes, incluido el massismo, el que por lo menos en el ámbito de la provincia parece haber tomado un camino de no retorno, al sumarse el bustista Gustavo Zavallo, oriundo de Viale, a la lista de candidatos a diputado. Jorge Busti, de vuelta en el redil, seguramente no sume demasiados votos para este remozado justicialismo, pero sin dudas ayuda a Bordet como un contrapeso a la figura de Urribarri, desgastada pero poderosa en las sombras y con mucha influencia en el ámbito legislativo.

Habiendo agotado casi sus chances de volver a ser gobernador, Sergio Urribarri conserva buen poder de fuego y por ende la capacidad para hacer descarrilar cualquier aspiración diferente a la suya. De hecho, la mano de Urribarri se nota en la elección de uno de sus soldados, Juan José Bahillo, intendente de Gualeguaychú por dos periodos y ahora jefe de la bancada de los diputados del FPV en la cámara provincial, como candidato a primer diputado nacional. Para enterarnos de cuan vigente está su capacidad para seguir promoviendo la carrera de su retoño, Mauro, tendremos que esperar hasta la próxima vuelta.

En la lista del peronismo se destacan también dos mujeres que aportan a esta idea de una gran confluencia. Por un lado, Mayda Cresto, quien dirige desde hace muchos años el Instituto Becario Provincial, y que da cuenta de que la alianza entre Bordet y la familia Cresto está bien vigente. Ni las excentricidades de Enrique como intendente de Concordia, ni la fulera herencia dejada por su padre Juan Carlos en su paso por CTM parecen suficientes para hacer a tropezar un arreglo que terminará depositando a Mayda en el Congreso Nacional. Por el otro, con menor vuelo propio, la joven Carolina Gaillard, quien no la tendrá fácil para retener su banca, a la que llegó de la mano de su padrino Urribarri y sus aceitadas conexiones kirchneristas.

Por el lado de Cambiemos, hoy por hoy la única alternativa posible al peronismo en la provincia, la presencia de Atilio Benedetti en el primer lugar de la lista muestra los problemas que la Alianza entre Pro y el radicalismo tiene para renovar su dirigencia y presentar nuevas figuras. En lo que hace al radicalismo, y pensando en el 2019, la figura del intendente radical de Paraná no logra despertar pasiones -mientras transita con muchos problemas su gestión-, y Luis Miguel Etchevehere, presidente de la Sociedad Rural Argentina y de extracción radical, fue medido y descartado como eventual candidato a diputado una vez conocida la tibieza de los resultados. Alicia Marcuard, dirigente agropecuaria de Maciá y segunda en la lista, fue tal vez un premio consuelo para Etchevehere.

En el PRO, las cosas no están mucho mejor. Sus candidatos son muy pocos conocidos y el criterio de selección hace pensar que Frigerio tal vez - solo tal vez- esté más preocupado por las próximas elecciones de gobernador que en esta próxima ronda electoral. La posible llegada del primo de Mauricio, Jorge Macri, actual intendente de Vicente López, como lugarteniente suyo termine tal vez de animarlo a dar el paso grande y dirección de Entre Ríos. Las encuestas dicen que los entrerrianos vemos con simpatía las habilidades de facilitador de Frigerio, quien antes de ser ministro de la Nación había sido presidente del Banco Ciudad en la Capital Federal, pero que también miramos con desconfianza su supuesta entrerrianía, la que se apoya en una frágil dirección en Villa Paranacito. No soy de aquí, ni soy de allá, como bien dice Facundo Cabral en su conocida canción.

Por su parte, el senador Alfredo De Angeli, de medida influencia en la elección de los candidatos de la lista de Cambiemos, parece estar peleando más que nada por su supervivencia política y no está claro que disponga del volumen político necesario para interponerse en el camino de Frigerio y una eventual candidatura a gobernador. Hay que decirlo, tampoco ha sabido, o podido, hacerse de una estructura que le permita competir con éxito llegado el día.

Si no hubiera grandes sorpresas, Bordet debería estar entonces en condiciones de reafirmar su joven liderazgo y postularse para su reelección en dos años. Solo una derrota catastrófica, altamente improbable, podría darle cabida a una nueva conducción en una figura que hoy cuesta reconocer cuál podría ser. En el caso de Cambiemos, una buena elección, que no puede descartarse, debería facilitar los planes de Frigerio, de quien no se termina de saber si sus aspiraciones a llegar a la Casa Gris solo siguen siendo un plan b. Sin embargo, a diferencia de lo que sucede en el peronismo, aquí las chances de que surja un candidato alternativo, poco o totalmente desconocido, son mayores si se considera que la fuente de poder del ministro del Interior ha sido y sigue siendo no su poder territorial sino la delegación presidencial.

En cualquier caso, la disputa de este octubre se parece más a un combate preliminar de la pelea de fondo del 2019, que -si todo sigue como hasta ahora- tendrá como protagonistas a los hoy pesos pesados de la política entrerriana, Gustavo Bordet y Rogelio Frigerio.

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