Atención

Esta imágen puede herir
su sensibilidad

Ver foto

Compartir imagen

Agrandar imagen
Hace un año, y en estas mismas circunstancias -fecha patria, de bajas temperaturas y confinamiento-, el ingeniero y productor ganadero Pascual Enrique Viollaz era víctima de un violento episodio que terminaría acabando con su vida, en la ciudad de Villa Elisa (Departamento Colón). “¡Buen día, venimos del correo!”, reza la reconstrucción de la frase que habrían pronunciado los delincuentes, cuando el 25 de mayo de 2020 se presentaron -en horas del mediodía- en su vivienda ubicada sobre Boulevard Churruarín al 400, donde residía este hombre que por entonces acababa de cumplir 80 años de edad.

Puertas adentro de la casa -sin vecinos en sus inmediaciones-, lo ataron de pies y manos con precintos, estas últimas sujetadas a su vez por una soga y un trozo de tela; dejándolo tendido en el suelo del comedor con una bolsa del mismo material en su cabeza, en medio de un gran desorden y charco de sangre. “Descompensación cardiovascular por estrés” fue la causa de muerte determinada tras la realización de una autopsia, descartando que el deceso se haya producido por asfixia o lesiones, aunque el informe médico forense confirmaba que había sufrido varios golpes -sobre todo en su rostro-, pero sin la entidad suficiente como para matarlo.

A partir de su hallazgo, en horas de la noche del mismo 25 de mayo, la causa quedó caratulada como “Homicidio en ocasión de robo” y, a lo largo de todo un año de investigación, tuvo muchos aspectos que dilucidar: ¿Cuál era el móvil?, ¿Quiénes lo atacaron?, ¿Qué se llevaron del lugar?, ¿Cómo llegaron hasta allí?
Últimas novedades, incógnitas y próximos pasos
Momento de remitir la causa a juicio, una de las primeras que podría desarrollarse con la participación de un jurado popular dentro del Departamento Colón y así adquirir un carácter histórico.

A poco de que ello ocurra, el fiscal Alejandro Perroud concedió una entrevista a El Entre Ríos, ocasión en la cual anticipó importantes novedades surgidas de una investigación recién concluida y dio precisiones acerca de los próximos pasos.

Un testimonio centrado en aspectos técnicos del caso, de la mano de una explicación que pone en contexto una serie de trámites que para el propio Poder Judicial resultan novedosos.

-A un año de ocurrido el hecho, ¿en qué instancia se encuentra la causa actualmente?

-La etapa de investigación está concluida.

A principios de este mes se presentó la remisión a juicio y la audiencia de control de la acusación y apertura de la causa a juicio estaba fijada para este 26 de mayo, pero fue reprogramada para la siguiente semana por las nuevas disposiciones sanitarias. Allí es donde se establecen aspectos de la acusación y se resuelven los planteos que se hubieran formulado. Se trata de una etapa previa al juicio, que será con la participación de un jurado popular.

Cumplido ese trámite, la causa pasa al Tribunal de Juicio, donde se sortea el juez que intervendrá en lo sucesivo: la audiencia donde se definen cuáles son las evidencias que ofrecerá durante el juicio, tanto la Fiscalía como la defensa, y se discute cuáles son admisibles y qué testigos y/o peritos declararán.

El mismo juez es quien conducirá el debate oral y, previo a éste, la audiencia de voir dire, en la cual se selecciona el jurado que participará del juicio. Del padrón anual de jurados (compuesto de 3 personas cada mil habitantes) se sortean al menos 36, mitad mujeres y mitad varones, todos de ésta jurisdicción. De allí quedarán seleccionados 12 titulares y 4 suplentes (también de ambos géneros, en partes iguales).


-Usted interpretó como “una mala broma por el Día de los Inocentes”, a fines del año 2020, la negativa de prorrogar la prisión preventiva de los imputados: cuatro quedaron con domiciliaria (monitoreados a través de tobillera electrónica) y dos con libertad condicional bajo fianza, por el lapso de 45 días. ¿Cuál es, hoy por hoy, la situación de cada uno de ellos?

-La situación de los imputados y de la imputada no ha variado desde la última audiencia, se prorrogaron las medidas hasta la celebración del juicio. -¿Surgieron nuevos elementos en estos últimos tiempos de investigación y del informe genético? ¿Hay medidas de prueba con resultados pendientes aún?

-El informe genético no aportó elementos de interés, era algo previsible porque en estos casos se toman muestras (hisopados) sobre algún objeto de la escena del crimen, que pueden contener ADN o no, o en cantidad insuficiente para determinar a quién pertenece. No obstante, se han reunido otro tipo de evidencias para sostener la teoría del caso de la Fiscalía.

Medidas de pruebas pendientes no hay. La causa, como dije, está terminada en lo que respecta a la etapa de investigación.

-¿Pudo determinarse fehacientemente qué elementos o cuánto dinero se llevaron de la casa de Viollaz? En su momento, había trascendido dinero producto de una supuesta venta de animales, pero no se habían conocido cifras concretas.

-Nosotros manejamos una cifra aproximada de dinero que pudo existir en el domicilio, lo que intentaremos demostrar en el juicio. De todos modos, a los fines de la configuración del robo, está el dato objetivo de la sustracción de la camioneta de la víctima, que luego fue abandonada en un camino vecinal.

-¿Está en condiciones de adelantar qué penas solicitarán desde la Fiscalía o bien cuáles les cabrían a los imputados por los delitos que son acusados?

-La imputación es de “Homicidio en ocasión de robo”, que establece una pena de 10 a 25 años de prisión.
Quiénes son los imputados
A poco del hecho, su investigación derivó en una serie de allanamientos que dieron como resultado el secuestro de una importante cantidad de elementos relacionados a la causa, como así también la detención de un total de seis personas.

Vínculos familiares entre sí, antecedentes penales y leyendas urbanas, identifican a algunos de los integrantes de una banda delictiva con pie en, al menos, tres ciudades entrerrianas.

Juan Carlos “Maneco” Castro (56), de Colón; Luis Sebastián “Sordo” Herrlein (39), oriundo de Concepción del Uruguay y domiciliado en Colón; Rosendo Larroza (44), de “la histórica”; Andrea Elizabeth Amaro (25), de Colón; Mario Ricardo González (49), procedente de Concepción; Raúl José Granton (72), domiciliado en colonia El Pantanoso, cerca de Villa Elisa.

Desde el momento en que fueron identificados, permanecieron detenidos con prisiones preventivas que se fueron prorrogando una y otra vez, hasta que lograron la domiciliaria o la libertad condicional, gracias al pago de fianzas o diferentes artilugios.

Entre ellos, las implicancias de la pandemia de Covid-19 con respecto al factor de riesgo por la edad de un imputado y la condición de madre de la imputada, hasta su recordada tarde de playa en Colón.
Perfil de la víctima
Ingeniero jubilado y productor ganadero en actividad, Pascual Viollaz transcurrió sus últimos años en una vivienda de grandes dimensiones que había construido tras emprender el regreso definitivo a su Villa Elisa natal, en un amplio loteo perteneciente a su familia.

Pese a tener un buen pasar económico, vivía de manera tan austera como reservada, junto a sus dos perros (raza Caniche toy, de color blanco). Era soltero y, si bien tenía hermanos y sobrinos, al parecer, no los frecuentaba en forma permanente. Y la distancia con sus vecinos más próximos databa de, al menos, unos 100 metros; entre ellos, Estancia “El Porvenir”, nombre del museo local.

A lo largo de una trayectoria profesional poco conocida en su ciudad, llegó a ser profesor titular en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y profesional principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet), hasta su jubilación en el año 2005. Se había recibido de Ingeniero Químico en la Universidad Nacional del Litoral y, posteriormente, de Ingeniero en Petróleo en la Facultad de Ingeniería de la UBA.

En sus 37 años de permanencia en el Departamento Industrias de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, cumplió un destacado rol en la actividad docente dentro de las áreas de Operaciones Unitarias y Procesos Químicos. Sus aportes en el estudio y modelado de la transferencia de masa y calor en el secado y las propiedades de sorción de sólidos, “contribuyeron a hacer del Departamento de Industrias un referente internacional en el área de deshidratación de alimentos”, manifestaron desde la institución al hacerse eco de su fallecimiento.

Sus colegas de Industrias llegaron a llamarlo “la biblioteca parlante” y, para muchos de ellos (investigadores, docentes y tesistas), fue un profesional de referencia y constante consulta por sus conocimientos e ideas originales, que no dudaba en compartir: “Cuando ya dábamos por irresoluble alguna dificultad en nuestro tema de investigación o en la resolución de algún problema, recurríamos a Pascual. Aunque no fuera de su temática específica, leía, investigaba, buscaba en la biblioteca y siempre proveía una solución”.

Eterno estudioso, lector empedernido y de una lucidez privilegiada para su edad, era visto casi en forma diaria en la biblioteca popular elisense y de manera asidua en las sesiones del Concejo Deliberante local, como así también aportando sus conocimientos en sucesivas instancias de participación ciudadana.
Fuente: El Entre Ríos

Enviá tu comentario