Un templo colmado de fieles aguardaba la llegada de los peregrinos, quienes fueron recibidos en el atrio por un grupo de niños. La misa se celebró a las 10, presidida por el obispo diocesano monseñor Gustavo G. Zurbriggen, concelebrada por el obispo emérito Luis A. Collazuol junto al párroco de la Catedral Juan Percara y un número importante de sacerdotes de la ciudad.
Participaron de la eucaristía el presidente municipal Dr. Francisco Azcué en compañía de su esposa y varios funcionarios públicos, y también estuvieron presentes efectivos de las fuerzas de seguridad y representantes de organizaciones intermedias.
En su homilía el obispo diocesano sostuvo que “San Antonio fue un gran discípulo de Jesús, por eso la Iglesia rápidamente a penas al año de su muerte lo reconoció como santo”.
“Todo lo aprendió de su maestro en la escuela del Evangelio -dijo el prelado- y fue un auténtico misionero porque dedico su vida a predicar la Palabra de Dios, y ese anuncio fue acompañado de una vida austera, pobre, humilde y servicial”, aseguró.
Parafraseando al santo homenajeado, monseñor Gustavo afirmó que “la palabra tiene fuerza cuando hablan las obras -y de igual manera aseguró que - la misión es anuncio de la Palabra que va acompañado con gestos de caridad y misericordia”. Ya en el tramo final de su prédica, el obispo invitó a los fieles a orar por toda la iglesia, de modo que “cada bautizado se deje permear por el Evangelio para anunciarlo con la palabra y el testimonio de la vida”.
Al concluir la misa se realizó el tradicional gesto de la entrega del pan de San Antonio a toda la comunidad de fieles presentes. La fiesta continuó en la plazoleta Manuel Belgrano, ubicada frente a la Catedral, con la realización de un acto cultural donde participó la Banda del regimiento 6 de caballería. Se presentó también, la Misa entrerriana compuesta por Rubén Cuesta y Rubén Giménez, con la interpretación del Ballet folklórico municipal Renovando sueños.