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Héctor Sauret, rector emérito de la UCU
Héctor Sauret, rector emérito de la UCU
Héctor Sauret, rector emérito de la UCU
Los visionarios no abundan. Son esa clase especial de personas que cultivan una aguda comprensión del momento actual y del devenir histórico, y, en base a ello, son capaces de vislumbrar lo que vendrá, esforzándose por abrir senderos en la dirección que consideran correcta.

¿Cuántos “visionarios” habrá hoy en Entre Ríos? Apenas un puñado, seguramente. ¿Los escuchan nuestros políticos? Que así sea. En ese puñado debe incluírselo a Don Héctor Sauret, Rector Emérito de la UCU (Universidad de Concepción del Uruguay), Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales y egresado del Instituto de Desarrollo Económico del Banco Mundial en Washington.

Haciendo gala de una excelente dicción, hilvanando ideas con absoluta coherencia, yendo de premisas a conclusiones y propuestas, profundiza sobre la educación en tiempos de Pandemia; sobre los orígenes “asamblearios” de dos obras educativas entrerrianas; los claroscuros de Concordia, sus riquezas y sus pobrezas; el rol clave de Salto Grande y sus asignaturas pendientes; y el papel estratégico de CARU y la hidrovía del Río Uruguay, asuntos estos últimos en los que transparenta su filiación “desarrollista”.

“El plan de vacunación en las universidades entrerrianas se está llevando a cabo con un ritmo que hay que destacar”, resaltó, dando cuenta de que obtuvo una respuesta favorable el pedido de todos los rectores al Ministerio de Salud provincial para que personal docente y no docente de las altas casas de estudio sean también inoculados.

Enseguida, Sauret aprovecha para hacer una lectura de la educación en tiempos de Pandemia. “Vacunarse es educar”, dispara. Y explica: “El cambio pedagógico más importante que hoy vive la universidad argentina en general y de Entre Ríos en particular, entre marzo 2020 y el día de hoy, es que la pedagogía hoy son estándares sanitarios”. E insiste: “Este es el mensaje central, cultural, que deseo compartir con ustedes, y que agradeceré que retransmitan: cuidarnos es educarnos, pero, naturalmente, como la pandemia es prolongada, debe quedar claro que no hay que discontinuar la educación”.

Evitando cualquier atisbo de dogmatismo, Don Héctor Sauret no deja pasar la oportunidad de recordar que “la presencialidad es de la esencia de la educación”, verdad a la que contrapesa con otra, describiendo el momento actual que atraviesa la UCU: “Hemos crecido en nuestra capacidad de educación a distancia y digitalización y podemos decir que evolucionamos hacia una modalidad mixta, híbrida, de presencialidad y educación a distancia”.

En el diálogo no podía faltar una referencia a los 50 años de la Universidad de Concepción del Uruguay y los 144 de la Asociación Educacionista La Fraternidad. Sauret hurgó en el “origen asambleario” de ambas obras, y de allí en más la entrevista derivó en un análisis del doloroso presente de pobreza y marginación de muchos entrerrianos y los cimientos sobre los cuales construir un futuro mejor.

- Faltan pocos días para que la UCU cumpla 50 años….

- Efectivamente, el 26 de junio es la fecha exacta del cumpleaños. Ese día de 1971, una asamblea de socios de la Asociación Educacionista La Fraternidad decide crear la Universidad, en cumplimiento de un decreto nacional que la autorizó.

- Pero a su vez, esa asociación educacionista viene de una trayectoria vital mucho más prolongada: 144 años...

- Claro, y tienen las dos el mismo origen. El 14 de mayo de 1877, una asamblea de estudiantes del histórico Colegio del Uruguay, que fundara Urquiza en 1848, ante decisiones del presidente Avellaneda y del gobernador Febres de Entre Ríos, de cancelar las becas de los estudiantes que estaban en el internado del colegio, decide crear una sociedad de socorros mutuos, que la llamaron Asociación Educacionista La Fraternidad, para dar protección a los estudiantes del resto del país que habitaban el colegio y habían quedado sin alojamiento, comida, medicina y biblioteca.

Aquella asamblea estudiantil del 14 de mayo fundó nuestra institución. Pero las dos, la fraternidad y la universidad, tienen el mismo origen, un origen asambleario, de vecinos de Concepción del Uruguay que crearon estas dimensiones educativas de proyección nacional e internacional.

- Ese origen asambleario nos habla de una comunidad que no se quedó de brazos cruzados esperando a que la solución a sus necesidades "bajase" desde la cúspide del poder y del Estado. Es más, incluso los caminos que abrió la propia sociedad terminaron inspirando políticas públicas.

- El punto es este: hombres y mujeres jóvenes, que tienen que decidir qué van a hacer con su vida, no aguardan qué van a resolver los poderes respecto de sus utopías y también sobre sus necesidades de generar, dentro de una sociedad que tiene limitaciones, todo lo contrario a la limitación.

Un hombre y una mujer joven lo que necesitan es afianzar su dignidad, su principio de creatividad y, generalmente, producen una renovación de la vieja sociedad. Ese fue el clima de mayo de 1877, cuando dos jóvenes muy destacados, José Benjamín Zubiaur, el gran educador que, formándose en el ámbito del derecho y del deporte, produjo la primera representación argentina ante las Olimpíadas de París, a fines del siglo XIX. Zubiaur, que fue el rector del Colegio del Uruguay, fue nuestro primer presidente, acompañado de otro hombre talentoso, absolutamente creativo, Francisco Barroetaveña, que fuera discípulo de Leandro Alem y que inspiraban la siguiente consigna: pobres de bolsillo, ricos de inteligencia, debe haber un socorro mutuo que permita que la gente se realice y se desarrolle. Esa es la consigna que transita desde 1877 hasta hoy.

La clave de esta filosofía, luego, en estas nuevas dirigencias juveniles entrerrianas, transforma a Barroetaveña en Diputado Nacional por Entre Ríos, acompaña a Além en el Frontón del 90, luego lo transforma a este Diputado en uno de los votos de la Ley 1420 en la Presidencia de Roca, y más adelante en la Ley Sáenz Peña de 1912, que abre el camino a una República de mayorías, con el acceso de Yrigoyen en 1916.

La filosofía de esta institución es república, educación, restricciones de bolsillo no son restricciones de la mente.

- Tal vez en toda esa historia y en esas consignas podamos encontrar luces para iluminar y cambiar este presente dolorosísimo, con más del 60% de los chicos hasta 14 años sumidos en la pobreza en Concordia. Aunque surge una duda: ¿conservamos esa capacidad de asociatividad y de iniciativa desde la base social para gestar respuestas, o si, por el contrario, nos hemos vuelto seres pasivos, negando nuestro estatus de ciudadanos, aguardando que las soluciones nos vengan desde arriba?

- Es bueno, en este diálogo, recordar a John Kennedy, cuando en su discurso de asunción a la presidencia de los Estados Unidos, y dirigiéndose a sus compatriotas, les dijo "No es este el momento de preguntarse qué va a hacer este país por cada uno de ustedes sino qué van a hacer ustedes por este país". Estaba diciendo que el cambio que necesitaba aquella Nación no iba a venir del Estado ni del complejo militar industrial que había sumido a los Estados Unidos en la guerra de Vietnam y lo había retrasado en la conquista de la Luna. Él dice 'nosotros somos los que tenemos que cambiar a este Estado y tenemos que conquistar la Luna'.

Yo digo, en Concordia, la ciudad más desarrollada y con el talento más importante de producción de energía, insumos transformadores y nuevas industrias del software y del hardware, coexiste la riqueza superior y la miseria general. Riqueza y pobreza coexisten en nuestras sociedades, y donde está la mayor riqueza ella es vecina de la mayor pobreza, pero Concordia, la capital industrial y del liderazgo político de Entre Ríos en el último medio siglo, es seguramente la referente más trascendental que el resto de la provincia tiene, albergando la esperanza de que ella genere sus cambios y nos ayude al resto a tener más cambios.

La política entrerriana se nutre de Concordia. En el último medio siglo, y, en particular, desde la restauración de la República, o sea, 1983, pero también en la experiencia anterior de 1973, don Enrique Tomás Cresto, gobernador de Entre Ríos, lidera el impulso de construcción de Salto Grande.

Es trascendental recordar junto a cada debilidad, cada fortaleza.

- ¿Le asigna un valor relevante a la obra de la represa?

- Sin dudas, la construcción de la represa hidroeléctrica hacia 1973 y de allí hasta aquí, constituye la diferencia entre una Entre Ríos pastoril y una Entre Ríos agroindustrial. La hidroelectricidad es el componente central de la transformación moderna de Entre Ríos y no está en la hidroelectricidad el origen de nuestros males. Está uno de los recursos para nuestros bienes. Por lo tanto, yo siempre creería que la construcción de Salto Grande es la gran referencia.

Por supuesto, la concentración de poblaciones satélites de la represa y la falta de desarrollo de industrias, trabajo y salario, cambió la sociedad y no fue inclusiva de toda la potencialidad demográfica. Esto es una asignatura pendiente y los sucesivos gobernadores originados en Concordia seguramente comprendieron que era una asignatura pendiente, y lo mismo los intendentes, y los concejales y los diputados y los senadores, no desconocen esta cuestión. Yo la entiendo como asignaturas pendientes que no modifican sin embargo el gran logro de la hidroelectricidad, los caminos, los transportes. Y acoto: Salto Grande está atrasado, porque el by pass, que lo haga navegable al Uruguay al norte de Salto Grande, constituye uno de los desafíos principales para mi Universidad, porque entiende que el Río Uruguay tiene que tener hidrovía, que hay que navegarlo al norte de Salto Grande, y que tenemos que proyectar al río en su matriz central, que es la Cuenca del Plata. Nuestra alianza estratégica geopolítica tiene que hacer de CARU la gran matriz de transformación y la cuenca del río tiene que ser un gran espacio de desarrollo, industrias, ciencia y tecnología.

Y cierro: aquello de lo que fue capaz de hacer La Fraternidad entre 1877 y la actualidad, que no nace del Estado, que no nace del poder, que nace de la movilidad de hombres jóvenes y mujeres jóvenes, eso no lo debemos renunciar, lo debemos multiplicar, lo aspiro a ver en el conjunto de las universidades públicas y privadas de Entre Ríos que, habiendo sido apartada Entre Ríos durante la presidencia de Roca de la educación superior universitaria por los conflictos políticos de la revolución jordanista cuando Roca cierra las aulas universitarias del Colegio de Urquiza, en mi 1970 nacen las universidades de Entre Ríos, y las dos más antiguas son la UNER y la UCU. Allí está la gran síntesis histórica de que pasado, presente y futuro un estadista no lo tiene que analizar por separado. En su dimensión temporal, la historia, el presente y el futuro siempre constituyen una opción.

Cuando la entrevista llegaba a su fin, Sauret no dejó pasar la oportunidad para resaltar el rol del periodismo libre, apenas días después del 7 de Junio: “Quiero felicitar a los periodista, recordando a Mariano Moreno y al diario La Gaceta, entendiendo que la creación de un nuevo país, como eran las Provincias Unidas del Río de la Plata, o República Argentina, es república en la medida en que todos nos expresemos en libertad y, en la medida en que los periodistas sean respetados en su rol de creación y, finalmente, no nos preguntemos qué va a hacer el Estado por nosotros sino qué haremos nosotros por el país”.
Fuente: El Entre Ríos

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