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Danilo, en reunión con vecinos
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Su vocación no es de las más frecuentes. Ni periodista, ni médico, ni ingeniero, ni docente, ni abogado. Eligió ser antropólogo, a tiempo completo. O sea, alguien apasionado por entender la condición humana, en sus múltiples, complejas y siempre ricas y fascinantes expresiones.

Ante el desafío de elegir hacia dónde canalizar esa pasión, en qué enfocarse, no dudó. 10 años atrás comenzó a trabajar –como él mismo lo explica- “en contextos de barrios populares, esos asientos urbanos donde se concentran las problemáticas sociales”. Dicho de otro modo, su mirada se centró en “las villas, los asentamientos”.

Danilo Rossi –de él se trata- debe su formación inicial a su familia, absolutamente concordiense, obvio. Tanto como a las escuelas primarias y secundaria, Mercedarias y CREAR, también de Concordia. Dicho de otra manera, sus raíces están en la capital del citrus y se enorgullece de ello.

Desde su sitio web, https://danilorossi.com/, resume así su perfil: “Danilo Rossi nació en 1990 en la ciudad de Concordia, Entre Ríos. Es músico y antropólogo. Creó Rizoma, laboratorio sonoro y gestó el Ciclo Domingo en casa. Trabaja en el Proyecto de Reurbanización del Barrio Padre Carlos Mugica (ex Villa 31)”. También confiesa: “El paisaje del Río Uruguay ha sido determinante en su formación personal e inspiración artística”.

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¿Qué tuvo que ocurrir para que este músico y antropólogo (¡qué combinación!), nacido a orillas del Río Uruguay, se convirtiera en un protagonista del proceso de transformación e integración de la ex Villa 31 en Ciudad Autónoma de Buenos Aires? La respuesta parte de un dato: fue en la Universidad de Buenos Aires donde se recibió de Licenciado en Ciencias Antropológicas. No sólo eso. También se convirtió en Profesor en Ciencias Antropológicas y en su currículum sobresalen como temáticas de investigación académica: hábitat, territorios urbanos, vivienda, villas y asentamientos. Con semejante currículum, no es de extrañar que CABA se interesara en su aporte.

Danilo Rossi cuenta con indisimulado apasionamiento el camino –que no fue fácil, obvio- para lograr la metamorfosis, no sólo edilicia sino integral, de esa villa que los del interior veíamos con muchos prejuicios y temores desde el ómnibus al ingresar en la Terminal de Retiro. Su población orilla las 45 mil personas. O sea, casi un cuarto de Concordia, ni más ni menos.

De sus respuestas, surgen algunas claves que guiaron el proceso y que bien pueden valorarse como una hoja de ruta para cualquier acción social seria y sustentable:

• Hace falta intervenir con políticas públicas en los asentamientos desde un enfoque holístico, integral. Hay una agenda mundial reciente que refuerza esta premisa.

• Previo al diseño de las políticas, hace falta indagar, conocer, emplazarse en territorio, entender cómo se vive, cómo es habitar las ciudades desde contextos en donde falta la infraestructura, falta el acceso a servicios básicos, falta el desarrollo económico, a la vez que hay un montón de potencias, de diversidades culturales, históricas, un montón de virtudes.

• Otra condición imprescindible es que haya decisión política contundente, para actuar “en conjunto con organismos internacionales de crédito, no haciendo foco en la cloaca, no haciendo foco en la vivienda, sino haciendo foco en toda la cuestión urbana, en la cuestión social y en la cuestión económica, poniendo a la familia en el centro de la política pública y atendiendo al conjunto de sus necesidades”.

• La consigna pasa por hacer un plan integral, trabajar desde el territorio y construir la política pública en conjunto con las comunidades.

• Uno no puede venir con el manual de la política pública o con el manual de la universidad a decir ‘bueno, vamos a hacer la red de media tensión y de baja tensión eléctrica’… Hay que realmente poder dar un salto, investigar, indagar y ser creativo en las soluciones.

Hacer parte a la comunidad de la construcción de la política pública no es una opción; es una condición de posibilidad.

• Después de tantos años de ausencia del Estado, lo que se presenta es la desconfianza, es el desconocimiento de parte de los funcionarios de gobierno de cuáles son las realidades de los territorios y creo que ahí hay un trabajo social de confianza, de construcción, de democratizar los instrumentos de gestión.

• La mirada del Estado que se emplaza territorialmente a trabajar con la gente, implica también entender cómo hacer para retirarse. ¿Cómo se lo logra? Habiendo fortalecido la capacidad social y económica de la población.

• Las problemáticas que Concordia tiene, que Paraná tiene, que Córdoba tiene, no son problemas que se vayan a resolver en cuatro años. Tenemos que construir, además de programas de gestión eficiente, de equipos idóneos, técnicos, con vocación de servicio social, normativas que den un marco de derecho, que orienten un programa para las gestiones próximas y que se ajusten a un presupuesto de inversión.

• La política es el plafón para poder establecer estos proyectos de gestión. En Concordia, acompañamos a Francisco Azcue porque consideramos que es una persona que tiene esta vocación y estas características. No es un oportunismo sino una convicción lo que debe movernos. Estos proyectos se fundan en una decisión política que es necesario sostener para, en un trabajo con la comunidad, generar transformaciones a mediano y largo plazo.

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Danilo Rossi dialogó durante algo más de media hora con el programa Despertá Con Nosotros, por Oíd Mortales Radio. Alcanzó que comenzara a hablar para que quedara en evidencia su pasión por lo realizado en el Barrio Padre Mugica y por lo mucho que se puede hacer acá (en Concordia). También hizo gala de un modo de responder que le escapa a las simplificaciones y se toma su tiempo para ahondar en los procesos.

-¿Cuál ha sido tu rol en el equipo de trabajo que ha llevado adelante la urbanización e integración de la ex Villa 31? Imagino que allí actuó un equipo multidisciplinario, procurando esa “mirada 360”, de la que te he escuchado hablar.

-La intervención en estos contextos a nivel de política pública es una agenda muy reciente, no solamente en Argentina, sino también en el mundo. Hoy se está trabajando a nivel internacional con algunas alternativas de un tinte holístico, integral. En mi caso, en el año 2013 me empecé a involucrar en varios asentamientos del CONURBANO, en algunos procesos de renovación urbana de la ciudad y, especialmente, en el barrio Padre Carlos Mugica, la ex Villa 31. Hice todo un proceso de investigación, en mi formación como antropólogo, durante tres años de trabajo con los vecinos y vecinas del barrio, entre el 2013 y 2016, en momentos en que había una demanda muy fuerte por ser parte de la ciudad, para que el Estado genere políticas públicas de integración. Me tocó, como investigador de la universidad, acompañar todo ese proceso, indagar, conocer, emplazarme territorialmente, entender cómo se vive, cómo es habitar las ciudades desde esos contextos en donde falta la infraestructura, falta el acceso a servicios básicos, falta el desarrollo económico, pero sí hay un montón de potencias, de diversidades culturales, históricas, un montón de virtudes.

En el año 2015, en diciembre, cuando asume Horacio Rodríguez Larreta el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, fui convocado a trabajar en el equipo de gobierno y ya desde ese entonces se tomó una decisión política muy contundente de intervenir en cuatro barrios para poder trabajar en conjunto con organismos internacionales de crédito, no haciendo foco en la cloaca, no haciendo foco en la vivienda, sino haciendo foco justamente en toda la cuestión urbana, en la cuestión social y en la cuestión económica, poniendo a la familia en el centro de la política pública y atendiendo al conjunto de sus necesidades.

-¿Se creó un área específica destinada a trabajar en la villa?

-Sí. En el año 2016 se armó la Secretaría de Integración Social y Urbana, que dependía de jefatura de gobierno de la ciudad, un organismo nuevo pero con mucha importancia en la primera gestión de Horacio Rodríguez Larreta, y ahí nosotros conformamos un equipo de alrededor de 350 personas, desde ingenieros, abogados, sociólogos, politólogos, antropólogos, trabajadores sociales, que justamente nos abocamos a trabajar los territorios, no solamente del barrio Padre Carlos Mujica, sino también el Instituto de la Vivienda en el barrio 20, en barrio Fraga, en Rodrigo Bueno; es decir, trabajar desde los territorios, participar a la comunidad de esos barrios para construir políticas públicas que pongan fin a las problemáticas históricas que, en el caso del barrio Padre Carlos Mujica, venía arrastrando en sus 90 años de existencia.

La consigna era hacer un plan integral, trabajar desde el territorio y construir la política pública en conjunto con las comunidades, para realmente poder penetrar y poder dar respuesta a esos problemas que nos duelen, nos pesan como argentinos, como entrerrianos, como concordienses, pero que también a muchos jóvenes como nosotros nos enamora y nos desvela dar solución.

-Los asentamientos padecen múltiples aislamientos: físicos –calles cortadas, por ejemplo-; ausencia del Estado y sus instituciones, que dejan los territorios librados al narco; el aislamiento socioeconómico, que conlleva no acceder a educación, trabajo, etc. En fin, la marginación en todas sus formas. ¿Cómo trabajaron cada aspecto, especialmente lo humano, lo social, lo económico, etc.?

-Hay dificultades de distinta escala al encarar un proyecto de estas características. En primer lugar, dificultades técnicas. No podemos pensar que con los mismos instrumentos de política pública y de ejecución de obras que hoy tenemos, podemos intervenir en estos contextos, porque justamente estos contextos urbanos han sido construidos de manera informal; muchas veces se generan pasillos, infraestructura parcial, espacios públicos deficientes, falta de acceso al transporte público, déficit en la circulación, falta de ingresos de sistemas de emergencia, falta de dispositivos de salud, de educación. Entonces, el desafío técnico, cómo hacer una obra de infraestructura en los barrios populares, conlleva un desafío ya de por sí. Uno no puede venir con el manual de la política pública o con el manual de la universidad a decir ‘bueno, vamos a hacer la red de media tensión y de baja tensión eléctrica’… Hay que realmente poder dar un salto, investigar, indagar y ser creativo en las soluciones.

Está también el desafío social. Creo que nosotros lo pudimos interpretar rápidamente, que es cómo hacer parte a la comunidad de la construcción de la política pública y esto no es una opción, esto es una condición de posibilidad. Como Estado, difícilmente podamos entrar a estos territorios cuya característica ha sido la ausencia del Estado. Después de tantos años de ausencia del Estado, uno no puede venir de un día para el otro y decir ‘voy a hacer esto’. Lo que se presenta es la desconfianza, lo que se presenta justamente es el desconocimiento de parte de los funcionarios de gobierno de cuáles son las realidades de estos territorios y creo que ahí hay un trabajo social de confianza, de construcción, de democratizar los instrumentos de la gestión, de poner a disposición la toma de decisiones, naturalmente con las responsabilidades que un gobierno, que un municipio conlleva. Es una inversión de tiempo y de trabajo con la gente para tomar las decisiones del cómo vamos a ejecutar un plan de gobierno de estas características.

Hay algunas cuestiones que obviamente no se pueden poner en discusión, como por ejemplo que nada de lo que se venía a hacer sería un parche, que las obras de infraestructura y los programas sociales debían ser definitivos, tienen que dar una respuesta definitiva y, sobre todo, con la mirada centrada en cómo el Estado entra a trabajar en un territorio de manera intensa para dar solución a una problemática muy específica y después cómo se retira, porque eso también es virtud.
-Todo lo contrario de la dádiva, que origina dependencia clientelar…

-Nosotros no podemos venir a tutelar de por vida estos asentamientos, estos barrios. Buscamos dar un marco de derecho para garantizar responsabilidades ciudadanas, cívicas. Cuando charlábamos con la gente de los barrios nos decían ‘nosotros nunca pagamos la luz porque nunca tuvimos la infraestructura de luz, nosotros nunca apagamos el agua porque nunca tuvimos el agua corriente ni la cloaca, nosotros nunca pagamos el suelo ni el acceso a la vivienda como un ciudadano, porque tampoco nunca se nos permitió una alternativa que no sea a través del mercado’, que muchas veces es restrictivo en ciudades como Concordia, como Paraná, como Buenos Aires, y tampoco el Estado ha asistido de manera contundente.

Ha habido planes de vivienda en los años 90 que han fracasado en Argentina. Entonces nosotros de alguna manera pensamos en esta mirada del Estado que se emplaza territorialmente a trabajar con la gente, pero también entiende cuándo tiene que retirarse. ¿Cómo hacer para retirarse? Fortalecer la capacidad social y económica de la población, que es lo que estamos insistiendo. No solamente es hacer obra, sino también que, a esa obra, a esa inversión pública, la va a sostener misma población, pudiendo mejorar su competencia económica, pudiendo mejorar su posición en el mercado de trabajo, pudiendo levantar el nivel socioeducativo de su familia.

-¿Cuán relevante fue el esfuerzo en materia educativa?

-No solamente se construyeron tres escuelas en el barrio para satisfacer la demanda educativa en conjunto con el Ministerio de Educación, sino que llevamos el Ministerio de Educación al barrio. Son 4.500 personas que todos los días están yendo al corazón de la Villa 31 a trabajar y eso mismo generó un desarrollo.

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-¿Y viviendas?

-Para garantizar el acceso justo al hábitat, la urbanización del barrio, tuvimos que ampliar el polígono del barrio. Pasamos de 42 hectáreas a un barrio que pasó a 72 hectáreas y construir toda una edificación de viviendas nuevas para todas aquellas que no le podíamos dar una respuesta in situ, a través de un mejoramiento de vivienda que puedan regularizar dominialmente, que pueda conectar un servicio. Por ejemplo, las 1.100 viviendas que estaban debajo de la autopista. Y ahí, en ese parque nuevo, es donde decidimos llevar al Ministerio de Educación para generar un desarrollo en conjunto. Sobre esa calle se abren comercios, se abren lugares para comer, la gente que va a trabajar tiene que ir a la verdulería, entra el colectivo, se empieza a generar todo un desarrollo. Hoy tenemos casi 50 empresas instaladas, líderes, que antes jamás hubiesen puesto una sucursal dentro del barrio. Son cuestiones muy interesantes porque quizás empresas que están a 20 cuadras en Puerto Madero, en Retiro, en Palermo, en Belgrano, están vacantes en un territorio como es la Comuna 1 o como puede ser cualquier barrio. Porque también las empresas lo que buscan, y más en contextos primarios, es rentabilidad económica y lo que ven son oportunidades de mercado.

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Un ejemplo: en el barrio históricamente había una sola farmacia para una población de 50.000 habitantes. Claro, cuando nosotros dimos oportunidad trabajando con la comunidad, con las empresas para que se instalen, vinieron farmacias, pero no a hacer caridad; vinieron a vender. ¿Por qué? Porque las familias necesitan también comprar remedios. Lo mismo con los cajeros, con los bancos. El otro día hablaba con una empresa de cajeros que se instaló en el barrio, que estaba necesitando un servicio y él nos decía ‘nosotros tenemos casi 200 cajeros en toda la Ciudad de Buenos Aires y este es el que más rédito económico le está dando, porque la gente no tenía dónde retirar dinero’. Y a su vez contratan gente del barrio, que nosotros formamos desde los centros de formación profesional.
Entonces, hoy, una familia que vive en vivienda nueva puede conseguir un trabajo a través de estas alternativas, tiene el acceso a la educación en alguno de los colegios cercanos que construimos. Levantamos tres centros de salud para tener la historia clínica digital de todas las familias del barrio, que puedan tener ese acceso a la salud primaria, independiente de un hospital. Ese desarrollo se va generando y ese es el enfoque 360 del que hablamos para atender la necesidad. Pero nada de eso es posible si no repensamos también las funcionalidades de la política pública, las funcionalidades de las instituciones de gobierno y sobre todo con el trabajo territorial y la participación activa de la comunidad.

-¿Fue necesario plasmar una ley específica para darle una organización social al barrio, determinar condiciones para la entrega de viviendas, para préstamos, instituciones específicas para tomar decisiones comunitarias?

-En efecto, hoy los procesos de reurbanización de los barrios de la Ciudad de Buenos Aires son leyes de la ciudad. Trabajamos dos años, más de 150 instancias registradas de participación, para escribir el proyecto y consagrarlo en la legislatura de la ciudad como una ley que garantice la continuidad más allá de los cuatro años de una gestión. Las problemáticas que Concordia tiene, que Paraná tiene, que Córdoba tiene, no son problemas que se vayan a resolver en cuatro años. Entonces, tenemos que construir, además de programas de gestión eficiente, además de equipos idóneos, técnicos, con vocación de servicio social, también normativas que den un marco de derecho, que orienten un programa para las gestiones próximas y que se ajusten a un presupuesto de inversión. Nosotros trabajamos durante dos años, entre 2017 y 2019, para consolidar la ley 6129 donde están todos los lineamientos de nuestro proyecto consagrados por ley y eso formalizó la participación, al constituir un consejo de gestión participativa, donde tenemos a los referentes barriales, a los consejeros de los 10 sectores, a la Legislatura, a las comisiones de viviendas y de planeamiento, a las comunas, acompañando mensualmente la gestión, la toma de decisiones, construyendo las herramientas del cómo hacer, y esa formalidad nos permite ordenar social y políticamente la participación y garantizar el cumplimiento.

-En los asentamientos, la marginalidad, la ausencia del Estado, se trasunta, entre otras cosas, en el drama de la basura avanzando por todos lados. ¿Trabajaron en el Barrio Mujica esa cuestión? ¿Cómo?

-Lo que hicimos fue acoplarnos a una agenda internacional, la agenda del reciclado. Hoy el barrio Padre Carlos Mujica es el primero en separar en tres líneas los residuos. Hoy tenemos 17 cooperativas que trabajan en el saneamiento en el territorio, que son vecinos del barrio. Son casi 400 personas para estas 72 hectáreas, que no solamente se ocupan de lo que es la limpieza del barrio, del saneamiento correcto del barrio, sino también de una planta de reciclado, en la separación de los residuos, en la concientización de la población.

-¿Cuán necesaria y relevante es la decisión política, un respaldo político que perdure con independencia de resultados electorales, para llevar adelante procesos como el que estás describiendo? Sabemos que en ocasiones el gobernante se vuelca por aquello que le “rinda” votos lo antes posible.

-Asumir estas problemáticas no es una cuestión de oportunismo. La política es el plafón para poder establecer estos proyectos de gestión. Nosotros, en Concordia, acompañamos a Francisco Azcue porque consideramos que es una persona que tiene esta vocación y estas características. No es un oportunismo sino una convicción lo que debe movernos. Nosotros creemos que estos proyectos se fundan en una decisión política que es necesario sostener para, en un trabajo con la comunidad, generar transformaciones a mediano y largo plazo.
Fuente: El Entre Ríos - Oíd Mortales Radio

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