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Hace un alto en la misión por los barrios populares de Viedma, Río Negro, para salir al aire por una radio de su provincia. No vive en el sur, sino en el partido bonaerense de La Matanza, donde llegó hace cinco años con la esperanza de –por primera vez- empezar a vivir.

Rodrigo Salva Ozuna tiene 36 años y es en su ciudad natal, Gualeguaychú, donde con tan solo 9 años comenzó a consumir marihuana. A partir de allí, su vida estuvo atravesada por el consumo problemático de sustancias y a la par sus consecuencias: la soledad, la angustia, el perderlo todo.

Hasta que un día, ya con 31 años, alguien posó su mirada sobre él y su realidad daría un giro de 360°.

“El Padre Nicolás Angelotti, de la Parroquia San José (San Justo, Bs. As.), estuvo en Gualeguaychú y me encontró en la costanera consumiendo droga”. Luego de preguntarme cómo me llamaba, me dejó su teléfono y me dijo unas palabras que nunca olvidaré: ‘Una familia te está esperando. Cualquier cosa que necesites, me llamás’, contó por Radio 12 de Colón.

Al día siguiente decidió llamarlo, y si bien el sacerdote ya había regresado a La Matanza, lo atendió y le dijo: ‘Mi familia, mi casa y yo que soy tu padre, te estamos esperando’”.

Rodrigo lo recuerda con emoción: “Yo digo que Jesús se plantó delante de mí, luego de que durante mucho tiempo no tenía a quien recurrir. Fue un enviado de Jesús y María, me rescató”.

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“Tomé la decisión de ir, buscando recuperar mi dignidad, mis valores y la esperanza que había perdido cuando entré en el consumo”.

“Llegué con la expectativa de a dónde iba. Lo primero que hicieron era preguntarme mi nombre y darme un abrazo. Dije, ‘¿dónde estoy?’, porque cuando estaba en consumo nadie me dio un abrazo”.

El gualeguaychense encontró por fin la familia de la que el Padre Angelotti le hablaba.

“Me presentaron en el hospital de campaña y todos me abrazaron. Sentí que estaba en el mejor lugar. En el hogar encontré mi familia y lo más importante es que dejé de consumir”.

“Me enseñaron que el consumo era una consecuencia. Lo que me llevó a la droga era la violencia de género de mi papá hacia mi mamá, que me hizo sentir rencor hacia él. Cuando el Padre me dijo ‘esta es tu casa, esta es tu Iglesia y yo soy tu papá’, me puse a llorar, le conté mi historia de vida y me saqué ese peso del corazón”, agrega, recordando lo que fue el inicio de su recuperación.

“Primero estuve en el hospital campaña, luego en la Casa de Don Bosco donde nos enseñaron a doblar la ropa, sentarnos a una mesa, hacer la bendición. En un tercer umbral empezamos a ver el porqué y para qué empezamos a consumir, y el cuarto umbral fue de reinserción social”.
Abrazamos sus vidas como vienen
“Llevo 5 años y 4 meses sin consumir droga. Pertenezco al equipo de coordinación del Hogar de Cristo San José”, dice Rodrigo con orgullo. Y es el disparador para comenzar a contar de qué trata esta obra.

El hospital campaña perteneciente a la Parroquia San José está ubicado en Crovara y Guatemala, Estación Villegas, límite entre Ciudad Evita y San Justo (partido de La Matanza, provincia de Bs. As.).

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Un video publicado en Instagram con la primera ola de frío polar de este invierno, motivó la entrevista en el programa “Lo vi en las redes”.

“El frío mata, no los dejes solos. Recibimos a todas las personas que están en la calle y necesitan calor de familia. Vos tenés casa, ellos no. La parroquia San José sigue abriendo sus puertas a quienes más necesiten un abrazo, una cama y un plato de comida. Abrigamos a nuestros hermanos ante la ola polar que avanza y no perdona. A todos los que están en la calle nuestra parroquia les dice: ‘Siempre tenemos un lugar’. Por eso, si estás o conocés a alguien que está en la calle, acércalo a la parroquia. Todos juntos contra el frío, porque nadie se salva solo”, decía el texto.

Desde la parroquia, a quien eligieron para contar esta historia es a Rodrigo. “Es la persona indicada. No solo porque es de Entre Ríos, sino que vino al hogar a recuperarse de las adicciones y hoy es el que conduce gran parte de esta obra, con las personas en situación de calle y los albergues que tenemos”.

Así fue que durante la entrevista, el entrerriano explicó: “El hogar de campaña empezó hace siete años, yendo en búsqueda de chicos a Puerta de Hierro, San Petersburgo, 17 de Marzo, para que viniesen al centro barrial. Fueron llegando más y lo convertimos en un hogar de día. Cuando vimos la necesidad de la gente, lo transformamos en un hospital campaña para que se queden a dormir”.

“Hace alrededor de cuatro años se convirtió en una casa convencional, en la que viven aproximadamente 30 personas de todas las edades, cuyas vidas han estado atravesadas por problemáticas como violencia de género o distintos consumos”.

“Estamos felices de recibir a cada uno que ingresa. No nos importa si están en consumo o sucios. También recibimos diversidad de género, chicos y chicas trans. A nosotros Jesús nos enseñó a abrazar y abrazamos sus vidas como vienen”.

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El hogar cuenta con un equipo de profesionales. En el caso de los menores, “con la trabajadora social hacemos un informe mensual para sus papás y el servicio de Minoridad local. El otro día, un chico que estuvo en el hogar un año y medio volvió con su familia; para nosotros es una felicidad. Le demuestran a papá y mamá que pueden doblar su ropa, hacer el desayuno para sus hermanitos y la familia misma dice ‘no sé qué pasó que mi hijo cambió’”.

“Lo más importante es que los chicos estudien. Van a la escuela, hacen talleres y aprenden un oficio. Nosotros perdimos nuestra infancia y adolescencia con el consumo, entonces les decimos que ellos tienen que estudiar. También los llevamos al médico, al dentista”.

Además, “tenemos cuatro casas para abuelos abandonados o en situación de calle, en las que viven alrededor de 350 personas, y el mes próximo abrimos la quinta. Hay médicos, enfermeros, trabajadores sociales”.

En ninguno de los hogares se cobra nada. “Solo importa la voluntad de cada uno de salir adelante. Nos sostenemos con la colaboración de la comunidad de la Parroquia San José de San Justo”.

“Si alguien conoce a una persona que está sola, durmiendo en la calle y necesita un plato de comida o un lugar calentito, que nos llame y nosotros la vamos a recibir. A cada uno le damos un jabón, una toalla para que se bañen; también les cortamos el pelo, los afeitamos”, agrega como invitación.
En Entre Ríos, “se incrementó el consumo y la gente en situación de calle”
“Nuestra Iglesia es abierta, salimos con el Evangelio en la mano a buscar al hermano herido, la persona que está al costado del camino o que necesita una palabra de aliento. Preguntándole cómo se llama, si necesita algo”, dice Rodrigo, ahora del otro lado del mostrador.

“Hoy salgo a misionar dejando el mensaje de ‘ni un pibe menos por la droga’. Quién mejor puede hacerlo que el que estuvo de ese lado”.

A lo largo de la charla, una y otra vez hace referencia a Entre Ríos, a la que nombra como “mi provincia”.

“Estuve nuevamente hace poco y hay mucha gente que necesita ayuda”.

Cuenta que visitó Colón durante las vacaciones y que el año pasado fue parte de la peregrinación nacional de los Hogares de Cristo, que incluyó parte de Entre Ríos.

“Noté que se incrementó el consumo y la gente en situación de calle”, dice comparando con unos pocos años atrás, cuando él dejó su tierra para radicarse en Buenos Aires.

“Si somos una comunidad, debemos organizarnos para salir a buscar al hermano, dar un plato digno de comida, abrir un refugio o un lugar para quienes duermen en la calle, abrazando a cada persona sin importar nada. Una comunidad que diga acá estoy, para lo que necesites”.

“Ni un pibe menos en la calle. Ni un pibe menos por la droga”.
Fuente: El Entre Ríos

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