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El comienzo no fue fácil. A las restricciones de la pandemia se sumaron una fractura a partir de un accidente y el covid, al que felizmente le ganó la batalla.

Sin embargo, el trabajo no se detuvo para el Padre Jorge Charreun, párroco de Santos Justo y Pastor de Colón desde el 30 de enero último.
Entrevistado para El Entre Ríos habló de las “riquezas y miserias” de su nueva comunidad, su proyecto de trabajo y la vacunación como opción para dejar atrás la pandemia. -¿Hubo tiempo de conocerse con la gente de Colón?

-Sí, nos vamos conociendo con nuestras riquezas y miserias como parroquia. Aprovechando los 40 días en que estuve fracturado, fueron viniendo los distintos grupos.

Me sorprendió que en todos hay mucha oración al comenzar una reunión y se van buscando signos, lo que es bueno para discernir lo que Dios quiere para la comunidad.

-Eso entre las riquezas ¿Y las miserias?

-A veces hay desuniones o heridas que no se perdonan, propio de todas las comunidades. Hay que trabajar en fomentar la unidad.

Tendría que preguntarle al Padre Marcelo (Dalmazzo) cuáles son las falencias que dejé en mi anterior comunidad. Tanto Néstor (Toler) como yo estuvimos mucho tiempo y eso lleva a una cierta comodidad, a que a uno se cierre o quizá estamos más con un grupo que con otro y hay celos. Son cosas que uno va aprendiendo y trata de que ya no le pasen.

En cada comunidad hay riquezas distintas y el Señor nos va marcando por dónde ir. Hay cosas que me gustaría hacer, como encuentros, retiros, reuniones de padres de la Catequesis, pero por las restricciones de la pandemia no se puede.

Quizá no era un tiempo apto para los cambios, pero tanto Néstor como Marcelo y yo, teníamos ya 13 o 14 años en el mismo lugar. Duele el cambio, pero uno va perdiendo creatividad y energía. Parece que uno dio todo y tiene que retroalimentarse.

-¿Por dónde debería seguir su camino la comunidad católica de Colón?

-Me interesaría fomentar encuentros de formación con predicadores. Hay mucha variedad de temas por tratar.

Por lo pronto, debemos ver hacia dónde apuntamos. Cada grupo o capilla tira para su lado y es meritorio el trabajo, pero la idea es estudiar nuestra realidad parroquial.

Me interesa saber qué pasa con la gente que jamás piso la iglesia, qué hacemos para llegar a ellos. A eso quiero apuntar con este plan pastoral. Es el gran desafío para este año.

Tenemos que aprovechar más la Catequesis con los padres siendo creativos para llegar a ellos sin quitarles tanto tiempo y viendo de qué manera concientizamos sobre la importancia de los padres y madres de familia en la educación de los hijos. En esto los predicadores pueden ayudarnos mucho.

Sobre todo es el papá el que debe tener la voz cantante. En Israel es el padre quien educaba en la fe y acá muchas veces las mamás le están robando esa tarea. En la Catequesis parecen todas solteras o viudas porque generalmente participan las mujeres.

-¿La mujer desplazó al hombre de ese rol o este se ausentó por decisión propia?

-Sí, quizá heredamos esa cuestión machista de “yo trabajo y vos te hacés cargo de los chicos”. Antes era así; es más linda la mentalidad de la gente joven en que el hombre participa de las actividades de la casa. Pero hay que insistir más en la vida espiritual, que sea compañero de sus hijos.

El hombre es muy importante en la familia y en la educación de la fe. Decimos que el hombre es la cabeza de la familia y eso no es ser machista. Por su tono, la voz del hombre resalta, entonces cuando los hijos son chicos es la que más se escucha.

Hay cartas de San Pablo que parecen muy machistas cuando dice “mujeres sométanse o respeten a sus maridos”. Pero después le dice al hombre “ama a tu mujer como Cristo ama a la Iglesia” y eso es mucho más exigente para el varón que para la mujer. Más allá de que la palabra “someterse” suene feo, no hay que tenerle miedo.

-A nivel diocesano sos asesor de la Renovación Carismática ¿Qué es este movimiento?

-Es una corriente de gracia que ya tiene como 50 años en el país y un poco más el mundo. Surgió después del Concilio Vaticano II, cuando empieza a descubrirse la importancia del Espíritu Santo para renovar la Iglesia.

Ni siquiera se sabe quién fue su fundador, porque si bien surge en un retiro de laicos en una universidad, fue el Espíritu que comenzó a actuar y los cambió.

En Chajarí nos ayudó a acercar a matrimonios jóvenes con hijos chicos o adolescentes. Hacíamos seminarios de vida destinados a jóvenes, adultos, matrimonios y adolescentes.

Esto lleva a la gente a leer más la Biblia y a la sanación a partir de encontrarse con Jesús.

-¿Cómo fue atravesar por la experiencia del covid?

-Al principio fue leve, después tuve más fiebre y detectaron una infección en el pulmón. Hay que estar atento a los síntomas; y si la fiebre no se va, hay que atacar la causa.

-¿Qué aconseja la Iglesia Católica a sus fieles respecto a la vacunación contra el covid?

-No hay ningún problema, lo que pasa es que hay muchos mitos respecto a que implantaban un chip o a las células madres.

Dicen que se hacen vacunas con el fruto de los abortos ocurridos hace mucho tiempo. Si bien para la Iglesia no estuvo bien lo que se hizo en su momento, también sostiene que eso ahora ayuda a defender la vida.

La Iglesia recomienda la vacuna y el propio Papa se vacunó. A mí me llegó el turno cuando estaba con covid, así que lo tuve que reprogramar.
Al principio decía que no me iba a vacunar, pero después escuché la explicación de un sacerdote dominico muy sabio, Fray Nelson Medina, que estuvo dos veces en Chajarí, e hizo un estudio sobre el tema.

Tenemos que fomentar la vacunación para que se termine esto.

-¿Cómo vienen los preparativos de las Fiestas Patronales?

-La semana próxima nos reunimos para comenzar el temario. Esperemos que el templo ya esté terminado para la novena, ya comienzan a poner la cerámica en el piso; y que las restricciones sean más leves. Igual haremos las celebraciones por Facebook para que todos puedan participar.
Fuente: El Entre Ríos

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