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Madre Haydée Hornos es de nacionalidad uruguaya pero argentina y concordiense por adopción. La Madre Superiora de Casa Madre Camila y Hermana de la Congregación de las Pobres Bonaerenses de San José cumple, este sábado 6 de marzo, 50º aniversario de su profesión religiosa.

Un largo camino de entrega generosa que en su gran mayoría, como destaca el informe del DECOS remitido a El Entre Ríos, realizó en la diócesis de Concordia, sirviendo a los pobres y a los enfermos del cuerpo pero también del alma.
Una misa de gratitud
Con memoria agradecida, se celebrará a las 17 horas la misa de acción de gracias en la Parroquia Nuestra Señora de Pompeya; presidida por el Obispo Diocesano Monseñor Luis Collazuol, concelebrada por sacerdotes y acompañada por las hermanas de su comunidad. La ceremonia tiene un tinte especial porque su Jubileo coincide con el año dedicado a San José, custodio de la congregación, y a quien reconoce como el hombre justo que estuvo siempre presente y de manera silenciosa durante toda su vida de fe.

Sus votos fueron profesados un 6 de marzo de 1971, pero Haydée siente que su entrega definitiva fue desde el momento en que ingresó por primera vez a la Congregación. Asegura que toda su vocación estuvo signada por el carisma de la congregación al que adhiere y abraza desde muy joven; destacando la confianza en la providencia, el configurarse con Cristo pobre, el aspirar a la santificación y la ayuda incansable al prójimo, sobre todo a los hermanos más pobres y desvalidos.
De su Trinidad natal a Concordia
Haydée Hornos nació en la ciudad de Trinidad, Departamento de Flores en Uruguay. Es hija única y criada solo por su madre, a quien describe como una heroína porque adoptó a dos sobrinos huérfanos desde muy pequeños; a quiénes Madre Haydée reconoce como sus legítimos hermanos.

Desde pequeña fue educada con la sencillez de las familias campesinas, que enviaban a sus hijos a las escuelas congregacionales para poder recibir una educación sistemática y formal. Por entonces, la Congregación de las Hermanas Pobres Bonaerenses de San José tenía una institución educativa en la localidad de Trinidad, y allí fue donde ingresó.

“Me encantaba ver a las hermanas tan alegres y orante, además de la sencillez y el compañerismo que vivían entre ellas. También, nos sacaban a pasear y jugaban con nosotras”, aseguró Madre Haydée, quién atesora en su corazón los sentimientos de cercanía y familiaridad que vivió junto a aquellas hermanitas.

Hasta los primeros años de secundaria Haydée permaneció en Uruguay, pero el ingreso al postulantado y la continuidad de la secundaria debía hacerlo en la Casa Madre ubicada en Buenos Aires. Esa fue su primera prueba, porque además de necesitar el permiso de su mamá, que costó en un principio, también tuvo que afrontar el desarraigo siendo una muchacha con apenas 20 años.

“Mamá no quería firmarme el permiso, entonces una monjita muy devota de San José me dice vamos a celebrar un triduo de misas a San José para que tu mamá afloje. Y fue así -cuenta Madre Haydée- como al segundo día mi mamá me dio el permiso”. Esta anécdota aún hoy sigue sorprendiéndola pero su relato termina más que taxativo; "en mis oraciones con Dios yo le decía: bueno Señor yo me ocupo de lo tuyo y vos ocúpate de lo mío".

Tan solo transcurrido un tiempo del ingreso a la congregación Haydée ya sentía que ese era su lugar. "Nuestra formadora tenía un amor tan grande a Jesús que lo transmitía en todo lo que hacía, y nos enseñó que valía la pena entregar la vida por Jesús y por la salvación de las almas", explicó. Durante aquel tiempo del postulantado y luego del noviciado, ella junto a otras jóvenes acompañaban a las pupilas, desarrollaban seminarios de catequesis y demás experiencias en los colegios de la congregación.

Durante el noviciado, las hermanas superioras descubrieron que Haydée tenía vocación de enfermera; por estar siempre atenta y al servicio de los demás. Fue así que le propusieron estudiar auxiliar de enfermería en el San Camilo (Bs. As) y luego de dos años (1973) la destinaron a Concordia, junto a una comunidad de nueve hermanas que vivían y trabajaban en el Hospital “Felipe Heras”.

Destaca de aquel tiempo la fraternidad de las hermanas, sobre todo de la Madre Superiora quien acompañaba de cerca la labor que Haydée realizaba en el hospital al tiempo que finalizaba la educación secundaria en el Colegio Mitre. Su destino estaba escrito, y, aunque con algunos intervalos era destinada a la Casa Madre en Buenos Aires, el resto de su misión evangelizadora la realizó aquí en la diócesis de Concordia.

Corría la década del 80, cuando el por entonces Obispo Diocesano Monseñor Adolfo Gerstner les propone convertir las instalaciones ubicadas en calles Concejal Veiga y Bernardo de Irigoyen, en una Casa de Retiros y de Ejercicios Espirituales. En ese nuevo sueño se embarcaron las Hermanas, y con ayuda de la providencia se fueron concretando las etapas del proyecto.

“Desde hace décadas Casa Madre Camila es “la casa de todos”, allí donde el encuentro con Dios y los hermanos transfiguran la vida. El lugar que invita al recogimiento, a realizar un alto para redescubrir las maravillas que Dios va obrando en nosotros. Allí donde la vida en comunidad se hace carne y nos enseña que el sueño de la familia grande es posible”, destacaron luego.

“Y en medio de ese oasis, están ellas; Madre Haydée y las hermanas Camilas, tan pobres y tan ricas que nos interpelan con sus testimonios de vida siempre tan vigentes como su presencia y servicio”, dijeron luego para citar finalmente una frase de la religiosa: "Cada día me siento más de Dios, Él es el único que puede llenar mi corazón”.
Fuente: El Entre Ríos - DECOS.

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